Criado para ser presidente, Iván Duque llegó antes de lo que todos creían
BOGOTÁ.- Iván Duque, de 41 años, ha alcanzado mucho antes de lo previsto la meta que se impuso desde chico: llegar a la Casa de Nariño para decidir los destinos de su nación. Su vida política se aceleró como no había imaginado el día que cautivó a Álvaro Uribe. Hoy, ocho años después, es el presidente electo más joven de la historia de Colombia , pese a que pocos creían que el uribismo lograría romper su propio techo electoral para recuperar el poder 8 años después, superando el vendaval de escándalos y denuncias que atosigan a su líder.
Los colombianos refrendaron de esta forma el plan ideado por el expresidente y líder de Centro Democrático, un partido que lo poquito que tiene de centro se lo ha otorgado precisamente su candidato electoral, convertido ya en presidente electo.
Cuando un político alcanza la máxima magistratura de su país se suele repetir a su alrededor aquello que desde pequeño ya se veía que iba a ser presidente, que estaba llamado para tan altas gestas. Pero en el caso de Iván Duque hasta él mismo se marcó ese camino, con sus juegos y con sus estudios, con sus lecturas y con las inquietudes que le despertaban las labores de sus padres.
El nuevo presidente nació en cuna política y desde muy pequeño vivió desde dentro cómo se ejerce la administración pública a través de su padre, el exministro liberal y exgobernador de Antioquia Iván Duque Escobar, y escuchando a su madre politóloga, Juliana Márquez. Estudió Derecho y debutó profesionalmente como consultor de la Corporación Andina de Fomento. Santos tampoco tardó mucho tiempo en echarle el ojo y llevarle hasta su Fundación Buen Gobierno.
Duque resume en su propia trayectoria el pulso entre los dos políticos más importantes del siglo XXI colombiano: Santos, quien fue el primero en apostar por él, y Uribe, seducido tras conocerle durante la misión especial de la ONU tras el ataque de Israel contra la flotilla en apoyo de los palestinos.
La idea de Uribe comenzó a germinar y creció como una semilla hasta traerse de vuelta a Colombia al joven liberal, arrebatándoselo de cierta manera a Santos, con quien comenzó trabajando en el Ministerio de Hacienda, antes de aterrizar en como consejero y asesor del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), donde creció como economista durante nueve años.
Duque comenzó a reconstruir su perfil político en 2014, primero como senador, siempre al lado del jefe Uribe. Para la historia gráfica del país, aquel día en el Senado en el que el nuevo presidente desplegaba un discurso y su padrino político le arrebataba y se comía una bolsa de plátanos fritos.
Los enemigos políticos del uribismo han empleado todo tipo de insultos y descalificativos contra Duque, desde marioneta hasta masajista de Uribe, incluidas las viñetas en las que aparece con cara de cerdo, como si se tratara del Porky colombiano. La última, indirecta, se la dedicó su rival Petro, quien en un tuit el sábado aseguró que Colombia debería escoger si prefiere a un "traqueto" (narco) como rey en la sociedad de cada municipio.
Criticado en el bando rival por su proximidad a Uribe, pero también visto con cierta desconfianza desde sus propias filas. Demasiado joven, inexperto, incluso demasiado centrista, con una carrera política en el país de escasos cuatro años. Hasta en algunas entrevistas del año pasado se descolgó con su apoyo a los matrimonios entre homosexuales, luego matizado porque en su parroquia electoral se trata de ideas demasiado avanzadas, hasta peligrosas.
Tanto a unos como a otros, y sobre todo ante todo el país, Duque debe demostrar desde el primer día que será él y sólo él quien presida el país. "Yo voy a tomar las decisiones, pero uno debe tener la humildad para escuchar a las personas que han gobernado bien", ha adelantado. A la postre, será él quien pase a la historia como el sucesor de Uribe y Santos al frente del país.
Sea como fuere, Duque alcanza el poder antes de lo que el mismo creía, por mucho que se vistiera con la camiseta "El que diga Uribe" durante el proceso de las primarias internas. Primero fueron las encuestas las que le dieron el liderazgo en el Centro Democrático y luego se impuso a sus rivales internos, la ahora vicepresidenta y el fundamentalista Alejandro Ordóñez.
Los que le conocen bien destacan que el nuevo presidente es un hombre preparado, inteligente y moderado, además de contar con una excelente preparación económica que le va a hacer mucha falta para enfrentar los retos del país, uno de los más desiguales del continente. La misma moderación que necesitará para "no hacer añicos" el acuerdo de paz, como ha prometido, y para continuar la política de Santos contra "la dictadura de Nicolás Maduro".
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