Credibilidad política, el arma esencial que le falta al presidente Trump
WASHINGTON.- Donald Trump inició una gira por Asia que es de vital importancia para la política exterior norteamericana por tres razones.
El viaje le dará al presidente una nueva oportunidad de encontrarse con su par chino, Xi Jinping, y dejar establecidas cuáles son las expectativas de Estados Unidos en cuanto al futuro de la relación bilateral entre los dos países más poderosos del mundo. También tendrá la posibilidad de impulsar su propia agenda comercial y de inversión en la región.
Finalmente, el viaje le ofrecerá a Trump la chance de trabajar en directo con los líderes de la región para presionar al gobierno de Corea del Norte y enviar una señal inconfundible de que Estados Unidos tiene la intención de mantener una presencia contundente en el este y el sudeste asiáticos.
Lamentablemente para Trump, carece tanto en su país como en el exterior de la credibilidad política necesaria para cumplir cualquiera de esos objetivos.
Durante sus tres días de visita en China, el presidente intentará nuevamente convencer a Xi de usar el peso que tiene China sobre Corea del Norte para que el régimen de Kim Jong-un abandone su discurso beligerante y sus continuas amenazas militares.
Trump argumentará que al ser el principal proveedor de petróleo, alimentos y fondos de los norcoreanos, China es el único país que puede forzar a Kim a modificar su rumbo. A cambio de esa cooperación, Trump ofrecerá nuevamente una mejora en las relaciones comerciales chino-norteamericanas y le advertirá a Xi que si se desata una guerra abierta en la Península de Corea, China tiene mucho más que perder que Estados Unidos.
En Japón y Corea del Sur, Trump intentará tranquilizar a sus aliados con la garantía de que la Casa Blanca es capaz de neutralizar la amenaza que representa Corea del Norte para su seguridad.
En Japón, Vietnam y las Filipinas, Trump tratará de convencer a sus respectivos mandatarios de que Washington sigue comprometido con sus relaciones comerciales y sus inversiones en la región, a pesar de su decisión de retirar a Estados Unidos del histórico tratado de comercio regional conocido como Acuerdo Transpacífico (TPP, por sus siglas en inglés). El presidente seguirá presionando al primer ministro japonés, Shinzo Abe, para trabajar en pos de un nuevo acuerdo comercial entre sus países, por más que Abe intenta sacar adelante el TPP sin Estados Unidos.
Trump también procurará asegurarles a Abe, al surcoreano Moon Jae-in y a los líderes con los que se encontrará en la cumbre del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico en Vietnam y en la reunión de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático, que Estados Unidos sigue comprometido con servir de contrapeso a la expansión de la influencia de China en toda la región. Trump fracasará en todos esos intentos.
La visita a Japón saldrá bien, porque Trump y Abe cimentaron una fuerte relación personal, pero sus intereses, en especial los comerciales, son demasiado divergentes como para que cualquier avance que se logre en la reunión siga en pie luego de la visita. Y todos los líderes con los que se encontrará el norteamericano saben que Trump aún es impopular en Estados Unidos, que está en franca disputa con un porcentaje significativo de los legisladores de su propio partido y que demostró escasa o nula capacidad o voluntad de trabajar con los legisladores de la oposición para construir consenso sobre las políticas de las que justamente depende una exitosa política exterior.
Impacto
Los mandatarios asiáticos también saben que la investigación de Robert Muellen sobre la posible connivencia entre el equipo de campaña presidencial de Trump y el gobierno de Rusia apenas empezó a generarles distracciones al presidente y sus allegados, y que en poco tiempo más Trump podría contar con aún menos capital político que ahora.
También saben que las elecciones legislativas de 2018 en Estados Unidos empujarán aún más a Trump a volcarse a la estrategia política en desmedro de su programa de medidas y que el mensaje del norteamericano será todavía menos coherente, en especial respecto de China, si cree que eso ayudará a su partido a cosechar más votos.
Los líderes asiáticos también ven que el presidente norteamericano se está debilitando políticamente en un momento de histórica fortaleza y seguridad de Xi. En efecto, el líder chino logró usar el reciente XIX Congreso del Partido Comunista de China para apuntalar su liderazgo con aliados políticos confiables, que no sólo adhieren a su agenda de reformas internas, sino también a la figura personal del presidente.
La inclusión formal de los principios de gobierno de Xi a la Constitución china confirma que tiene un control casi absoluto de la agenda política de su país. La reticencia de Xi a designar sucesor deja entrever que el presidente podría permanecer en el poder más allá de su segundo mandato de cinco años y que incluso después de optar por entregar el poder formalmente su influencia seguiría siendo formidable.
Esa disparidad de fuerzas entre el presidente chino y el norteamericano no podría ser más clara, y todos y cada uno de los gobiernos del este y sudeste asiáticos tendrán en cuenta esa realidad a la hora de planificar sus relaciones con ambas potencias? mucho después de que la gira de Trump por Asia haya concluido.
Traducción de Jaime Arrambide
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