Crecer a lo largo de tres guerras de Gaza y contarlo en Twitter
Con tan sólo 16 años, Farah Baker relató el conflicto desde la Franja; pasó de tener 800 a 20.000 seguidores
JERUSALÉN.- "Me llamo Farah Baker, tengo 16 años; desde que nací sobreviví a tres guerras y creo que ya es suficiente."
Eran los días más duros de la ofensiva en Gaza, esos que quedaron atrás mientras Hamas e Israel negocian una tregua permanente, y una adolescente quiso describir al mundo en 140 caracteres las bombas, el miedo, la frustración, el encierro y la muerte que la rodeaban.
En pocas semanas, Farah(@Farah_Gazan) se convirtió en un fenómeno en Twitter. De 800 seguidores pasó a más de 200.000, los periodistas la buscan y se volvió célebre entre vecinos y amigos.
"No podía quedarme sin hacer nada mientras veía lo que ocurría a mi alrededor. En las otras operaciones militares israelíes era demasiado pequeña, pero ahora creo que estoy haciendo lo correcto. Explico al mundo lo que pasa en Gaza, les describo mi mundo", explica a la nacion por teléfono desde Gaza.
Farah tuitea en inglés para seguidores de países tan diferentes como Australia, Brasil, Italia, Estados Unidos o Arabia Saudita, que le envían diariamente mensajes de solidaridad y apoyo. "Hay gente que se pregunta por qué hablo bien inglés. Pese a lo que pueda parecer, en Gaza tenemos excelentes maestros", se defiende. Su voz dulce, propia aún de una niña, y sus ojos azules contrastan con un discurso firme y serio.
Su padre es neurocirujano en el gran hospital Shifa de la ciudad de Gaza y la familia Baker vive a poca distancia del centro médico. En numerosas noches en vela y gracias al generador que hay en su casa, Farah se convirtió sin quererlo en una periodista ciudadana que con sus videos, fotos y testimonios permitía a gente del mundo entero vivir los bombardeos casi en directo a través de la mirada de una adolescente asustada, pero valiente.
"No puedo parar de llorar, podría morir esta noche"; "Un edificio cerca de mi casa acaba de ser bombardeado"; "Ese resplandor es una explosión a pocos metros de mi casa"; "Los F16 israelíes volvieron"; "Seguimos resistiendo"; "Estoy viva, hemos sobrevivido a la noche", escribió en las últimas semanas.
En sus mensajes, las imágenes de niños muertos, entierros colectivos, barrios enteros destruidos, pedazos de cráneo dispersados por las bombas y explosiones se mezclan con comentarios más propios de una adolescente: "Echo de menos el mar, a mis amigos, comer un helado".
"Sólo cuento lo que veo y lo que siento. Mi familia está algo asustada al comprobar toda la gente que me sigue en Twitter y darse cuenta de que mi nombre empieza a ser conocido, pero finalmente me apoyan, creen que estoy haciendo un gran trabajo", asegura y subraya que no recibió "ninguna amenaza de nadie" a raíz de esta fama en las redes sociales.
Como la mayoría de los 1,8 millones de habitantes de Gaza, Farah también sufrió el dolor y la pérdida de seres queridos en las más de cuatro semanas de ofensiva. Su madre fue herida en un brazo en una explosión ocurrida cerca de su casa y los cuatro niños que murieron en un bombardeo en la playa de Gaza el 16 de julio pertenecían a su familia.
Con tono serio, la joven asegura que estos días fueron los más duros de su vida. "Fue terrible. Las bombas caían por todas partes. Recuerdo que la noche del 28 de julio pensé que iba a morir. No teníamos electricidad y los bombardeos se oían cada vez más cerca", describe.
Farah estudia en uno de los colegios católicos de Gaza y sueña con "ser abogada y viajar a España". En sus tuits refleja el ahogo que siente una adolescente encerrada que sólo ve el mundo a través de la televisión e Internet. En sus 16 años pudo salir de los 360 km2 de Gaza dos veces a Egipto y una a Dubai.
"Los sionistas pueden escapar de la guerra viajando o escondiéndose en sus refugios, pero nosotros no podemos viajar porque la frontera está cerrada y no tenemos refugios", escribe crudamente en Twitter.
"Cuando alguien cierra una puerta de golpe, la primero que pienso es que es una bomba; cuando un coche pasa muy rápido por la calle, creo que es un cohete; cuando veo una nube gris, pienso que es humo de una explosión", explica, tristemente.
Animada con la perspectiva de una tregua duradera que le permita salir de casa, ver a sus amigos y recuperar una vida relativamente normal, Farah explica que por ahora ni siquiera podrá volver a la escuela, convertida en un centro de acogida para palestinos que perdieron su hogar en la ofensiva. "Las clases iban a empezar el 10 de agosto, pero ahora ya no sabemos cuándo podremos volver", se despide.
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