Las presiones para abrir los templos generan tensión y riesgo en Europa y Medio Oriente
BERLÍN.- Mientras otros países sopesaban las ventajas y desventajas de reanudar algunas actividades sociales tras haber controlado el brote, Alemania había empezado a reabrir los lugares de culto y permitir que se congregara un gran número de fieles.
Pero esa decisión tuvo consecuencias cruciales, con la aparición de una nueva cadena de contagios: las autoridades alemanas informaron el viernes que 40 fieles dieron positivo después de asistir a un servicio religioso en una iglesia bautista el 10 de mayo. Según Wladimir Pritzkau, pastor de esa iglesia, 6 de los parroquianos debieron ser hospitalizados. "Seguimos todas las reglas", dijo Pritzkau. Y agregó que la iglesia no sabía cuánta gente había asistido al servicio de hace dos semanas.
El estado de Hesse, donde ocurrieron esos contagios, ha permitido los servicios religiosos bajo ciertas normas especiales, incluido solicitarles a los fieles que se mantengan a 1,5 metros de distancia y a los templos que pongan sanitizante a disposición de los asistentes. Ahora la iglesia en cuestión tuvo que cancelar esos servicios presenciales de los fines de semana, que se celebran en ruso y en alemán, y volver a realizarlos online.
La nueva cadena de contagios es un buen ejemplo del peligro que entraña intentar volver a una apariencia de normalidad en medio de una implacable persistencia del virus. El sábado, Alemania reportó 431 nuevos casos de coronavirus, llevando el número total de contagios a 178.281, con 8247 muertes.
En Estados Unidos, el presidente Donald Trump viene presionando a los gobernadores para que declaren como "esenciales" a las instituciones religiosas y permitan las reuniones de culto. La disputa ha pasado a engrosar la guerra política y cultural en la que está sumido Estados Unidas, donde los críticos de Trump lo acusan de intentar frenar la sangría de su base electoral. Pero algunas iglesias fuerzan por su lado en contra de las restricciones a las celebraciones presenciales colectivas, mientras que otras siguen orando a través de Facebook o YouTube.
En Jerusalén, la Iglesia del Santo Sepulcro reabrió tras dos meses cerrada. En Cisjordania, el domingo hubo una manifestación en reclamo de la reapertura de las mezquitas para el festival de Eid al-Fitr, que marca el fin del mes de ayuno de Ramadán. Y este fin de semana, en Francia, los fieles dieron el primer paso tentativo de celebración colectiva después de la cuarentena, aunque observando el distanciamiento y usando máscara. Algunas iglesias pequeñas abrieron el sábado y la primera misa se celebró el domingo. Lo hicieron después de un fallo del Consejo de Estado que desafió la prohibición sobre el culto grupal del gobierno francés, que tenía planeado levantarla recién después de mayo.
El lunes pasado, el Consejo de Estado, máximo tribunal administrativo de Francia, ordenó al gobierno de Macron la reapertura de las iglesias, mezquitas y sinagogas en el plazo de ocho días, señalando que el culto es una libertad fundamental que no contradice la necesidad de adecuadas medidas de protección sanitaria. El decreto de levantamiento de la prohibición entró en vigor no bien fue emitido, el viernes por la noche, así que la mayoría de las instituciones de Francia no tuvo tiempo de prepararse.
"New Coronavirus Cases and Tensions Emerge in Push to Reopen Houses of Worship" by BY CHRISTOPHER F. SCHUETZE, CONSTANT MÉHEUT AND ADAM RASGON via NYT New York Times https://t.co/broEjXUIBY&— Arturo Cabezas (@Arturo8574) May 24, 2020
"Fue una agradable sorpresa", reconoció el párroco Antoine De Folleville. Y añadió que había coincidido con la festividad del Día de la Ascensión. "Fue una alegría inmensa poder reunirnos finalmente con nuestra congregación".
El domingo, en la abadía parisina de Saint-Germain-des-Prés, los fieles volvieron a celebrar la misa con una mezcla de alegría y nerviosismo, tras dos meses de receso. "¿Cómo van a dar la comunión? ¿Con pinzas?", le preguntó una mujer al párroco De Folleville. "No, nos vamos a higienizar las manos con alcohol en gel antes de alzar la hostia", le respondió el sacerdote, mientras se preparaba para celebrar su primera misa pública en más de 10 semanas.
Italia y Austria este mes también levantaron las restricciones al culto público. En España, los lugares de culto fueron abriendo progresivamente desde principios de este mes, con el límite de un tercio o la mitad de la capacidad total del local, según cada región. Para ayudar a reducir el riesgo de contagio, la Iglesia Católica de España implementó medidas de seguridad, como mantener la suspensión de los coros, debido a la dificultad para mantener la distancia entre los cantantes. Pero Gran Bretaña todavía no permitió la reapertura de los lugares de culto.
Francia es uno de los últimos países de Europa en reabrir sus lugares de culto, casi dos semanas después de la flexibilización del confinamiento. Hacía tiempo que los católicos franceses pedían esa reapertura, argumentando que las misas podían reanudarse sin problemas si se tomaban las precauciones correspondientes. Los judíos y musulmanes franceses adoptaron una postura más cauta y dijeron que las sinagogas y las mezquitas recién abrirían a principios de junio.
El domingo a la mañana, el atrio adoquinado de la abadía de Saint-Germain-des-Prés, en París, fue el escenario de una especie de ballet de fieles, que intentaban nerviosamente ajustarse el barbijo mientras voluntarios con chalecos de color rosa fosforescentes distribuían alcohol en gel en todas las manos. En el interior, dos de cada tres asientos estaban marcado con un cartel de "no sentarse" para garantizar que los fieles mantuvieran la distancia. La misa congregó a unas 200 personas, en un lugar con capacidad para 800. "Volver acá es casi un renacimiento, algo que realmente necesitábamos", contó Franck Huillo, de 56 años.
Monseñor Matthieu Rougé, el obispo francés a cargo de coordinar la reapertura de las iglesias, dijo que "las religiones tienen que ocupar el lugar que por derecho les corresponde para contribuir con la renovación del país" tras la crisis. "No podemos vivir con miedo constante", consideró Rougé. Y agregó que se asegurará personalmente de que todas las iglesias de su diócesis cumplan con las medidas de precaución. "No puede ser que los negocios estén llenos y las iglesias cerradas", exclamó el obispo.
Rougé entiende los temores a que las iglesias se conviertan en nuevos focos de contagio. A mediados de febrero, una gran concentración de 2000 fieles en una iglesia evangélica del este de Francia, la segunda región más afectada de Francia, después de París, se convirtió en un foco de propagación del virus hacia todo el país.
En un comunicado difundido el sábado, Chems-Eddine Hafiz, rector de la Gran Mezquita de París, dijo que seguirían "privilegiando la salud de los fieles por encima de cualquier otra consideración". Y alentó a los musulmanes a celebrar el Eid al-Fitr en sus hogares.
Pero el domingo a la mañana, miles de palestinos salieron a las calles de Cisjordania y muchos de ellos reclamaban que la Autoridad Palestina reabriera las mezquitas. La Autoridad Palestina informó que en Cisjordania 368 personas contrajeron el virus. El sábado, Gaza reportó la primera muerte por Covid-19.
Pero en algunas ciudades de Cisjordania, como Tulkarem y Qalqilya, los manifestantes ingresaron de prepo a las mezquitas y en otras se manifestaron al grito de "¡Abran la ciudad!". Las autoridades de Hebrón finalmente cedieron a las demandas y abrieron las mezquitas más grandes, los patios escolares y las canchas de fútbol para las plegarias que marcan el fin del Ramadán. "Las presiones eran enormes", contó Khaled Dodeen, vicegobernador de la Autoridad Palestina en Hebrón.
The New York Times
Traducción de Jaime Arrambide
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