Crece la tensión en la frontera con Bielorrusia: duros choques entre las fuerzas polacas y migrantes
La policía polaca dispersó a migrantes que lanzaban piedras desde el otro lado de la frontera; los países occidentales prometen nuevas sanciones a Minsk
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PARÍS.– Lejos de apaciguarse, la situación en la frontera entre Polonia y Belarús parecía ayer más tensa que nunca, después que las fuerzas de seguridad polacas utilizaron cañones de agua y gases lacrimógenos contra miles de migrantes que, desde territorio bielorruso, intentan forzar la entrada a la Unión Europea (UE). Bajo la amenaza de nuevas sanciones occidentales, el autócrata Alexander Lukashenko prometió “reenviar a sus países” a toda esa gente, sin convencer demasiado a nadie.
En las imágenes tomadas ayer por un dron y difundidas por Varsovia, militares polacos utilizan cañones de agua durante un enfrentamiento entre migrantes y guarda-fronteras polacos en la frontera entre ese país y Belarús, cerca de Grodno. Las autoridades polacas justifican esa intervención acusando a unos 2000 migrantes de haber atacado a sus soldados con piedras y palos, en un intento desesperado por querer atravesar la línea de demarcación, protegida por un sólido alambrado de púas.
En los enfrentamientos, un policía polaco resultó gravemente herido, probablemente víctima de una fractura de cráneo. Por la mañana, el ministro de Defensa polaco había anunciado en un tuit:
“Kuznica: migrantes atacan a nuestros soldados y oficiales con piedras e intentan destruir la barrera para entrar en Polonia. Nuestras fuerzas utilizaron gases lacrimógenos para poner fin a la agresión”.
El ministro también declaró que las fuerzas bielorrusas intentaron destruir las barreras a lo largo de la frontera común entre ambos países, mientras que el ministerio del Interior publicó un video donde migrantes intentan destruir el alambrado.
Gran aliado del déspota bielorruso, Moscú denunció ayer el uso de cañones de agua y de gases lacrimógenos por parte de Polonia.
“El comportamiento polaco es absolutamente inaceptable”, estimó el ministro ruso de Relaciones Exteriores, Sergueï Lavrov. “Violan todas las normas jurídicas”, insistió.
La UE y Washington, por su parte, acusan a Lukashenko de haber orquestado la crisis migratoria actual para vengarse de las sanciones occidentales decididas tras la represión sin precedentes de su régimen contra las protestas populares que provocó su reelección fraudulenta en agosto del año pasado.
Reunidos anteanoche en Bruselas, los ministros de Relaciones Exteriores del bloque decidieron que la UE adoptará nuevas sanciones “en los próximos días”. Las mismas recaerán sobre “un número importante” de personas y entidades, señaló ayer el jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell.
Spoke to Foreign Minister Makei as a follow up to #FAC discussion on #Belarus.
— Josep Borrell Fontelles (@JosepBorrellF) November 16, 2021
I called for urgent action to restore security at Belarus border areas with EU and address humanitarian plight of stranded persons there.
“En coordinación con la UE”, Estados Unidos también anunció “preparar” sanciones suplementarias contra Belarús para denunciar la explotación “inhumana” de los flujos migratorios por parte del régimen de Lukashenko y, más ampliamente, por “sus persistentes ataques contra la democracia, los derechos humanos y las normas internacionales”.
Lukashenko, cuya reelección no fue reconocida por la UE, niega con vehemencia toda responsabilidad en la crisis. El lunes, incluso aseguró que hará todo lo posible para convencer a los migrantes de “regresar a sus países”.
“Estamos dispuestos a ponerlos en aviones que los lleven a sus casas. Trabajamos activamente en eso”, aseguró. “Pero no quieren regresar. Es claro que no tienen adónde ir. Ni domicilio fijo ni comida para alimentar a sus hijos”, agregó.
Sus propósitos no parecen haber convencido a los occidentales: “No tengo ninguna razón para creer que Lukashenko dice la verdad”, repitió el lunes el jefe de la diplomacia lituana, Gabrielius Landsbergis, cuyo país, fronterizo con Belarús, también está en primera línea de la crisis migratoria.
Por su parte, Polonia anunció anteayer que comenzará en diciembre la construcción de un largo muro en su frontera con Belarús, que debería estar terminado en el primer semestre del año que viene.
En todo caso, la amenaza de nuevas sanciones contra su país parece haber suavizado las ínfulas del dictador de Minsk. Anoche, Lukashenko aseguró querer evitar que la crisis migratoria degenere en confrontación con sus vecinos europeos.
“Lo esencial hoy es defender nuestro país, nuestro pueblo y evitar la violencia”, dijo, según la agencia de Estado, Belta. “No hay que dejar que este problema se convierta en una ardorosa confrontación”, insistió.
Convencidos sin decirlo en voz alta de que Vladimir Putin ha sido probablemente el inspirador de la actual “guerra híbrida” migratoria —como la califica Varsovia—, los europeos multiplicaron en los últimos días los contactos con el jefe del Kremlin. Según el palacio del Elíseo, el presidente ruso prometió “hablar” con su homólogo bielorruso, atado de pies y manos a las decisiones de su poderoso vecino y único aliado.
El Kremlin juzga sin embargo “erróneo” imputar a Minsk la responsabilidad de la crisis. Haciendo gala de su tradicional sarcasmo, lamentó que la UE “haga abstracción de los ideales europeos de humanismo” y deje a los migrantes bloqueados en la intemperie.
Varsovia se niega a dejar entrar a miles de personas en la UE, desestabilizada a partir de 2015 por el flujo de centenares de miles de migrantes que huían de la guerra y la miseria en Medio Oriente o Afganistán. Y si bien ciertos grupos lograron atravesar la frontera estos últimos días, casi siempre fueron detenidos y renviados a Belarús.
La UE también multiplicó las gestiones ante las autoridades de los países de origen y sus respectivas compañías aéreas, para que cese la ola interminable de vuelos organizados hacia Minsk. La compañía aérea bielorrusa Belavia anunció ayer que sirios, iraquíes, afganos y yemenitas tienen ahora prohibido volar desde Dubai hacia Minsk, “por decisión de las autoridades de los Emiratos Árabes Unidos”. Turquía impuso las mismas restricciones la semana pasada, mientras que el gobierno de Irak anunció para el jueves un primer vuelo de repatriación “voluntaria” de migrantes iraquíes.
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