Crece el rechazo a la reelección de Ortega y la Argentina se mantiene en silencio
Estados Unidos, la Unión Europea y gobiernos de la región se expresaron en contra; el eje bolivariano mantuvo su adhesión al régimen
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SAN JOSÉ.– “Son batallas y victorias de un modelo formidable de dignidad y soberanía nacional”, festejó este lunes la ya “copresidenta” Rosario Murillo tras conocerse el segundo boletín informativo de las llamadas “elecciones soberanas, las primeras de la historia”. El epílogo de la parodia electoral nicaragüense, con los resultados oficiales del Consejo Supremo Electoral (CSE) al casi 98% de las actas computadas, provocó un aluvión de rechazo de buena parte de la comunidad internacional, con las clásicas excepciones del eje bolivariano.
Estados Unidos y Costa Rica lideraron la respuesta apenas cerraron los comicios, y este lunes se sumaron varios países de la región –como Chile, Colombia y Uruguay– y también la Unión Europea (UE) y sus 27 países, con España a la cabeza. El jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, dijo que “los resultados carecen de legitimidad”.
Todavía falta conocer, con la consiguiente expectativa, el pronunciamiento de los gobiernos de México y la Argentina, que participan en el Grupo de Puebla y son cercanos al eje bolivariano.
La gran sorpresa la protagonizó el gobierno peruano, cuya cancillería publicó un comunicado en el que denuncia que no se cumplieron “los criterios mínimos de elecciones libres, justas y transparentes que establece la Carta Democrática Interamericana”. La decisión del canciller Óscar Maúrtua profundiza aún más lo que ya parece un divorcio político entre Pedro Castillo y el radical Vladimir Cerrón, que tardó pocos minutos en aplaudir la “victoria” de Daniel Ortega.
Ajeno a las miradas críticas del planeta, el CSE comunicó al país lo que ya todos sabían y que incluso ya se celebraba por adelantado en zonas sandinistas: el “triunfo” de la fórmula electoral conformada por Daniel Ortega y su mujer.
Los magistrados adjudicaron a la candidatura sandinista el 75,92% de los votos. Esa parte de la ecuación tiene su lógica, porque el caudillo sandinista competía contra cinco falsos rivales, comparsas del “circo” electoral. El que obtuvo mejor resultado fue Walter Espinoza, del Partido Liberal Constitucionalista (PLC), aliado histórico de la revolución, que alcanzó el 14,15% frente al 15,03% de los últimos comicios.
El CSE también repartió los escaños del Parlamento como estaba previsto, con 75 para el sandinismo y 10 para el PLC. Al resto de los partidos “zancudos” los conformaron con seis actas.
Modelo autoritario familiar
“Ortega con su autoproclamación pretende consolidar su modelo autoritario familiar centrado en un partido único. Hoy más que nunca necesitamos el apoyo de la comunidad internacional para liberar a Nicaragua”, imploró desde el exilio María Asunción Moreno, una de la candidatas presidenciales, que logró huir antes de ser detenida.
El dato que no tiene ninguna credibilidad para opositores, sociedad civil y comunidad internacional, que vieron durante todo el domingo las calles semivacías y los centros de votación bajo mínimos, es el de la participación. Según el CSE, alcanzó el 65,23%, todo un “éxito” dadas las circunstancias. Los números contrastan de forma radical con los cálculos realizados por Urnas Abiertas, que estima que la abstención nacional osciló en torno al 82%, con lo que no alcanzaría ni siquiera el 20% de participación. La organización independiente contó con la ayuda de 1450 observadores por todo el país.
“La abstención ciudadana ha sido monumental, una cachetada al régimen. Se ha demostrado que la sociedad civil no solo está viva y coleando, sino que la oposición en Nicaragua tiene un vigor inusitado y tiene liderazgo”, destacó la socióloga Sofía Montenegro.
Los centros electorales aparecían tan desolados que hasta a los invitados por el gobierno, acompañantes amigos del eje bolivariano, se les escapó tal hecho en sus entrevistas por televisión. “En esta elección no había filas, y eso es importante. Solo había que esperar cinco minutos. En Ecuador y Bolivia, elecciones también transparentes, había que esperar varias horas. Es impresionante, otro ejemplo de un proceso bien organizado”, tartamudeó Ben Norton, comunicador de la izquierda estadounidense en uno de los canales públicos.
Precisamente fue su presidente, Joe Biden, quien no esperó a conocer los resultados oficiales para disparar el primer “torpedo” político contra Managua. Las nuevas sanciones de Washington parecen inminentes tras la “pantomima” llevada a cabo por los “autócratas” Ortega y Murillo, según los definió Biden. De inmediato, el gobierno de Costa Rica, un oasis de estabilidad democrática en América Central, desconoció los resultados. Para el miércoles está previsto que la Organización de los Estados Americanos (OEA) debata la farsa de Ortega, con varios miembros que amagan con exigir la salida de Nicaragua del organismo.
En el bando revolucionario están los de siempre, con Nicolás Maduro a la cabeza. El “hijo de Chávez” no cumplió el protocolo y se adelantó varias horas para felicitar a Ortega: “Nicaragua tiene quien la quiera”. También lo hicieron Cuba y Bolivia; incluso el expresidente Evo Morales recuperó viejos códigos para justificar su apoyo: “El triunfo de Ortega es la derrota del intervencionismo yanqui”.
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