Aumentó la propagación del coronavirus; la protección débil de las inoculaciones podría ayudar a ralentizar la propagación de la infección según los especialistas
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Cuando la variante ómicron surgió por primera vez en Sudáfrica en noviembre de 2021, hubo gran alarma ante la propagación exponencial de la infección. Esa fenomenal velocidad de propagación sobrepasa lo que hemos observado en variantes anteriores.
La tendencia se ha visto replicada en otras partes del mundo, incluyendo Reino Unido donde el número de infecciones se vio doblada cada dos días a comienzos de diciembre. Lo que aumentó la preocupación fue que esta rápida propagación estaba ocurriendo entre una población altamente vacunada (y por ende, en teoría, altamente inmune). ¿Estaría fallando la protección que nos daba la vacuna?
A simple vista, parecía que las vacunas no estaban funcionando. Pero eso depende de cómo se define la protección de una vacuna. Primero, ¿protege la vacuna contra la infección?
Actualmente hay amplia evidencia que muestra que las vacunas no son muy efectivas para evitar la infección de personas vacunadas o que propaguen la infección.
Eso estuvo gráficamente ilustrado por el evento súper propagador que tomó lugar en las Islas Feroe donde 21 de 33 trabajadores de la salud que estaban triple vacunados y asistieron una reunión privada se contagiaron de ómicron. Además, sucedió a pesar del hecho que varios se habían hecho una prueba PCR o de antígeno 36 horas antes del evento.
Algunos -especialmente los antivacuna- podrían tomar esto como prueba de que las vacunas no funcionan. Sin embargo, eso no es inesperado. Aún contra otras variantes, como delta, se sabe que las vacunas no ofrecen “inmunidad esterilizadora”, o sea, una prevención total de la infección.
Nadie ha afirmado que las vacunas de covid ofrecen inmunidad esterilizadora y que puede ser una meta alcanzable. En el mejor de los caos, ofrecen protección débil contra la infección. No obstante, esta protección débil podría ayudar a ralentizar la propagación de la infección.
Algunos -especialmente los antivacuna- podrían tomar esto como prueba de que las vacunas no funcionan. Sin embargo, eso no es inesperado. Aún contra otras variantes, como delta, se sabe que las vacunas no ofrecen “inmunidad esterilizadora”, o sea, una prevención total de la infección.
Nadie ha afirmado que las vacunas de covid ofrecen inmunidad esterilizadora y que puede ser una meta alcanzable. En el mejor de los caos, ofrecen protección débil contra la infección. No obstante, esta protección débil podría ayudar a ralentizar la propagación de la infección.
Felizmente, esta protección de la vacuna fue restablecida rápidamente por la dosis de refuerzo, y por eso está la urgencia de “reforzar” a la población.
Esto es especialmente importante para lo que son más vulnerables, como los ancianos, que, comparados con la población en general, para empezar corren riesgos más altos de contraer covid severa. Una persona de 80 años de edad tiene un riesgo 300 veces más alto de contraer covid severa comparada a una adulta menor de 40 años.
También es vital no olvidar que mientras ómicron puede ser menos severa para los vacunados, sigue siendo una infección peligrosa para los no vacunados.
El hecho que la inmunidad esterilizadora contra covid no exista actualmente probablemente pone en duda si la “inmunidad de rebaño” pondrá fin a la pandemia.
Lo que se cree aquí es que si suficiente gente adquiere inmunidad y esta inmunidad bloquea la transmisión, el virus se irá muriendo pues habrá menos y menos gente que infectar.
Sistemas de salud bajo presión
Sin embargo, como lo ha demostrado ómicron, las reinfecciones pueden ocurrir aún entre las poblaciones altamente vacunadas como las de Reino Unido e Israel. Se informa que ómicron tiene una tasa más alta de reinfección que otras variantes, y cinco veces más comparada con delta.
Aunque las infecciones de ómicron parecen ser menos severas, su mayor riesgo de contagio significa que más personas se están infectando. Es más, Reino Unido está registrando sus niveles más altos de infección en los últimos dos años.
Mientras que estos no se están traduciendo en niveles más altos de ingreso a la unidades de cuidado intensivo, el gran número de pacientes con una enfermedad menos severa todavía puede ejercer mucha presión sobre los ya menguados servicios de salud.
Además de eso, los más altos niveles de enfermedad entre el personal y más el que tiene que aislarse debido a la infección añaden más presión al sistema de cuidados de la salud.
Este problema no está limitado sólo al cuidado de salud sino a lo ancho y largo de la sociedad en general donde las altas cifras de infección pueden causar alteraciones significativas.
De manera que las vacunas no son la única solución. Otras medidas de protección, como las mascarillas, más pruebas y mejor ventilación, juegan un papel importante.
Las semanas venideras auguran ser un desafío a medida que la gente regresa al trabajo y las escuelas después de las vacaciones, lo que podría conducir a más infecciones.
Mejor que hace un año
Pero no todo el panorama es pesimista, y la situación actual es ciertamente mejor que hace un año. En muchos países de altos ingresos que tienen amplia cobertura de inmunización, la pandemia está gradualmente haciendo la transición hacia una situación endémica.
En ese momento, el virus todavía estará presente, pero la enfermedad será más predecible. Habrá niveles altos de la población con inmunidad ya sea por vacunación o infección natural que significarán menos hospitalizaciones y muertes relacionadas al Covid.
Se requerirán inmunizaciones anuales contra Covid, particularmente de los más vulnerables, para mantener una protección de inmunidad para ellos. Pero todavía no hemos llegado a eso.
Los virus mutan todo el tiempo y probablemente otras variantes de Covid surgirán en el futuro que puedan evadir la inmunidad y causar reinfecciones, como pasa con los coronavirus humanos comunes y la gripe de la influenza.
Aunque por suerte ómicron parece ser menos severa, permanece el riesgo del surgimiento de más variantes que puedan incluir una más severa. Las vacunas siguen siendo la mejor opción contra estas.
Andrew Lee
The Conversation
*Andrew Lee es profesor de Salud Pública de la Universidad de Sheffield, Reino Unido. Su artículo original fue publicado en The Conversation cuya versión en inglés puedes leer aquí
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