Un muchacho indígena de 24 años llevó a su padre de 67 años durante horas por el bosque; la foto fue registrada por personal sanitario que elogió la actitud
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Una fotografía de un indígena cargando a su padre sobre su espalda para ir a vacunarse contra la covid-19 llamó la atención de miles de personas en Brasil en las redes sociales.
La imagen muestra a Tawy Zó'é, de 24 años, luchando por cargar a Wahu Zó'é, de 67.
El joven caminó durante horas por el bosque, por un camino con cerros, arroyos y otros obstáculos hasta llegar a la base del equipo de salud en la región.
La escena conmovió al médico Erik Jennings Simões, quien registró el momento en una fotografía. Para el profesional de la salud, el compromiso del joven indígena de inmunizar a su padre fue uno de los momentos más destacables que presenció en 2021.
El registro se realizó en enero de 2021, al inicio de la vacunación contra la covid-19 en el país. Sin embargo, el médico recién lo compartió en las redes sociales la semana pasada, casi un año después.
“Quería enviar un mensaje positivo a principios de año”, le dice el médico a Vinícius Lemos, periodista de BBC News Brasil.
“También era una forma de tratar de enviar un mensaje del pueblo zó'é, porque siempre preguntan si los blancos se están vacunando y si se acabó la covid-19″, agrega Erik.
El pueblo indígena zó'é habita en unas 669.000 hectáreas en el estado de Pará, en el norte de Brasil, cerca del río Amazonas, en un área de selva considerada altamente preservada y con una enorme biodiversidad.
Según los agentes de salud que trabajan en la región, la población zó'é está compuesta por unos 325 indígenas que viven dispersos por el territorio en más de 50 caseríos. A lo largo del año, suelen trasladarse a diferentes lugares de la zona en la que viven.
Se les considera un pueblo con contacto externo reciente, normalmente solo a través de la Secretaría Especial de Salud Indígena (Sesai) o de la Fundación Nacional del Indígena (Funai).
Impacto de la pandemia en las comunidades indígenas
Desde el inicio de la pandemia, según datos oficiales, el pueblo no ha registrado ningún caso de covid-19.
Es una realidad diferente al contexto general de la pandemia entre los indígenas de todo el país.
Según los datos más recientes de Sesai, desde marzo de 2020 se han registrado 57.100 casos de covid-19 entre indígenas en Brasil y 853 muertes por la enfermedad.
Las entidades indígenas, por otro lado, señalan que los datos de Sesai son limitados ya que solo incluyen a los indígenas en aldeas.
La Articulación de los Pueblos Indígenas de Brasil (APIB) realizó su propia encuesta sobre el tema y señaló que el país alcanzó la marca de los mil indígenas muertos por la enfermedad causada por el nuevo coronavirus en marzo de 2021.
Tácticas para enfrentar la pandemia
Erik, de 52 años, ha sido el médico a cargo del pueblo zó'é durante casi dos décadas. Trabaja junto a un equipo de técnicos de enfermería, enfermeros y odontólogos, quienes llegan al sitio en avión y brindan atención en una base creada dentro del área de estos indígenas.
Al inicio de la pandemia, según el médico, el pueblo zó'é creó una estrategia para evitar que la covid-19 se propagara en su zona.
“Estaban divididos en grupos de aproximadamente 18 familias, aislados en los pueblos más alejados y evitando cualquier tipo de contacto con el equipo de salud”, explica el médico.
“Adoptaron una estrategia de no cruzarse entre ellos y evitaron el acercamiento con los blancos. Es una táctica milenaria para evitar una pandemia, decidida e iniciada por ellos mismos”, añade.
Según él, existen numerosos senderos en toda la zona forestal y solo los indígenas conocen cómo recorrerlos y evitar que los grupos se crucen entre sí.
Cuando comenzó la vacunación contra la covid-19 en el país, los indígenas eran considerados grupos prioritarios.
Para el equipo de salud que acompaña al pueblo zó'é se planteó un desafío: cómo inmunizar a esta población, reduciendo al máximo la posibilidad de infección por el coronavirus.
Incluso con los miembros del equipo dando negativo para covid-19, usando el equipamiento de protección personal apropiado y parcialmente vacunado, los profesionales de la salud decidieron discutir con los indígenas la forma más segura de aplicar la inmunización.
Una evaluación técnica señaló que sería inviable que el equipo de salud fuera a cada aldea a aplicar la primera dosis. Esto porque analizaron que llevaría semanas vacunar a todos, debido al desplazamiento en la región.
“Además, tendríamos que caminar con equipos de protección pesados en el bosque y necesitaríamos la compañía del pueblo zo’é para guiarnos. Eso aumentaría el contacto con los indígenas y la posibilidad de contaminación, precisamente lo que estaban evitando”, dice el médico.
El equipo también necesitaría dormir en los pueblos, debido a las largas distancias en la región, aumentando los riesgos de posible contagio por covid-19.
Se decidió que el equipo utilizaría tres cabañas cercanas a la base de salud, en lugares abiertos y aireados. Ningún indígena durmió en el lugar y cada familia fue vacunada por separado.
Al llegar al sitio de inmunización, cada indígena era responsable de caminar por el bosque para evitar encontrarse con otros grupos de personas.
El 22 de enero de 2021 fue el turno de Wahu y Tawy de recibir la primera dosis de la vacuna. Según el médico, padre e hijo siempre han tenido una intensa relación de cariño y respeto.
Una acción común de los jóvenes, incluso antes de la pandemia, era cargar a su padre en una especie de jamanxim, una forma de mochila o canasta hecha por los indígenas.
“El padre (Wahu) tenía mala vista, ya casi no podía ver nada y también tenía un problema crónico grave en el tracto urinario. Como resultado, era casi completamente incapaz de caminar en el bosque”, dice Erik.
“Entonces, lo que iba a funcionar allí era llevar a los padres a la espalda. Eso es lo que funciona en el bosque, porque no hay ambulancia u otro medio de transporte”, agrega.
La llegada del hijo cargando a su padre a la espalda conmovió a Erik y a los demás profesionales de la salud. “Fue una escena muy bonita, de la relación amorosa entre ellos”, relata el médico. Erik estima que padre e hijo tardaron de cinco a seis horas a través del bosque en llegar al sitio de inmunización.
Poco después de ser vacunado, Tawy volvió a poner a su padre sobre su espalda y se dirigió hacia el bosque. Dijo que no podía tardar mucho, ya que tenía que llegar al pueblo antes del anochecer.
Cuando padre e hijo salían de la base de atención médica, Erik tomó la fotografía.
“Quise registrarlo porque fue una escena muy bonita y porque demuestra la preocupación por vacunarse. Además, la imagen ilustra la estrategia adoptada articulando los conocimientos de la población con los nuestros en busca de evitar la covid entre el pueblo zo’é”, cuenta el médico.
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