Covid-19. La historia de la funeraria que rechaza clientes por primera vez
LOS ÁNGELES (AFP).- A poco de decretarse la pandemia en marzo del año pasado, Estados Unidos se posición como el país más afectado tanto en cantidad de enfermos como de muertes y hoy, a diez meses de ese anuncio, el país sigue en el mismo lugar e incluso atraviesa una segunda ola del brote que colapsa los servicios de salud en varios estados. California es uno de ellos, en donde una funerario incluso admitió que ya no puede seguir aceptando trabajo.
Boyd Funeral Home, una pequeña funeraria familiar en Los Ángeles, afirmó estar tan saturada de víctimas de Covid-19 que debió empezar a rechazar clientes por primera vez en su historia. "El fin de semana anterior rechacé a 16 familias para las que no podía prestar servicios", dice la propietaria Candy Boyd. "Es triste. Pero así es como es ahora", agrega al tiempo que se ven ataúdes en la sala de descanso y filas de espera y cuerpos embalsamados en el garaje.
En las últimas dos semanas el coronavirus hizo estragos en la ciudad de Los Ángeles y alrededor del 80% de los fallecidos que llegaron a este lugar murieron a causa del virus. De hecho, las estadísticas indican que uno de cada 10 residentes de la segunda ciudad más grande del país ya se infectó y que casi 300 personas murieron por día la semana pasada a medida que aumentaban los contagios.
En medio de esta crisis, en la recepción de Boyd, los teléfonos no paran de sonar, pero aquellos que llaman no obtienen respuesta porque el personal solo puede decir una cosa, la verdad: no hay lugar para todos. Si quieren hacerlo, pueden presentarse y hacer fila.
"Las cosas están cada vez más fuera de control", cuenta Boyd y afirma que incluso reciben llamadas de familias de otros condados, a más de una hora en auto. Asimismo muchas morgues de hospitales también están llenas, con forenses que utilizan camiones refrigerados para acomodar víctimas y algunos cementerios advierten de listas de espera de dos semanas.
"Esta habitación es nuestra área de almuerzo, sin embargo, tenemos que usar esta sala como espacio para ataúdes", explica la propietaria. "Hicimos los servicios, pero el cementerio está tan ocupado que tenemos que retenerlos aquí hasta que tengan tiempo de hacer el entierro".
Al hablar sobre esta saturación del sistema en general, Boyd explica que como la cámara frigorífica de la funeraria está constantemente llena, hace dos semanas pidió a un grupo de carpinteros para que construyera dos grandes estructuras de madera en el garaje de la empresa para almacenar cuerpos embalsamados. "Nunca me hubiera imaginado tener que construir eso, ni en mis sueños más locos".
Eso sí, la mujer resalta que si bien algunas funerarias informaron de una escasez de ataúdes debido a la falta de madera, su proveedor se mantiene al día con los pedidos siempre que se realicen con suficiente antelación.
El principio
Los problemas para esta funeraria llegaron ni bien comenzó el brote. Preocupada porque sus cinco empleados se contagiaron del virus al comienzo de la pandemia, Boyd se negó inicialmente a aceptar a las víctimas de Covid. "Tenía pesadillas. No podía comer, no podía dormir", recuerda.
Desde entonces, para evitar más contagios, creó protocolos de seguridad y ahora se siente cómoda lidiando con la afluencia, aunque insiste en que "no se trata de un tema de dinero". "Se trata de ayudar a las familias. Tengo que mantener una cara impasible porque tengo que estar ahí para la familia", dice.
A veces, los clientes son personas a las que conoce personalmente desde hace mucho tiempo. Otras, Boyd se encuentra con familias que aún se niegan a usar tapabocas o respetar la distancia física, incluso cuando hacen los trámites para enterrar a sus seres queridos.
"Los números no mienten. Es verdad. Es real", dice Boyd sobre la pandemia y aunque no hace referencia al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, que por mucho tiempo rechazó admitir la importancia de esta enfermedad, sus palabras resuenan y hacen pensar en las muchas manifestaciones de seguidores del republicano en que los participantes ni respetaban la distancia social ni tomaban medidas para evitar contagios.
En California los casos se duplicaron desde principios de diciembre y llegaron a 2,8 millones de positivos. Y los muertos están cerca de llegar a los 34 mil.
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