Costa, un estratega experto en lograr consensos imposibles
LISBOA.- Con el estilo jovial que lo caracteriza, el primer ministro portugués, Antonio Costa, se enfrenta a un fuerte desafío tras resultar victorioso en las elecciones parlamentarias: mantener su habilidad de estratega para conciliar el esquema presupuestario europeo y sostener la unidad de la izquierda para alcanzar una mayoría dentro del Parlamento.
Antonio Costa nació el 17 de julio de 1961 en Lisboa dentro de los círculos intelectuales que frecuentaban sus padres, la periodista María Antonia Palla, socialista, y el escritor comunista Orlando da Costa, descendiente de una familia de Goa, excolonia de Portugal en la India.
A los 14 años, Costa ya participaba de la política, ya que se unió a la Juventud Socialista. Luego comenzó la carrera de Derecho y Ciencias Políticas, y se convirtió en abogado en 1988.
En 1995, a los 34 años, fue nombrado secretario de Estado para Asuntos Parlamentarios, un puesto clave en el gobierno de Antonio Guterres (actual secretario general de la ONU), y luego fue ministro de Justicia en 1999.
Más tarde, pasó un breve período en el Parlamento Europeo y después regresó a su país, en 2005, como ministro del Interior del gobierno de Sócrates, pero dejó el gobierno después de dos años para lanzarse como candidato para la alcaldía de Lisboa, donde dio sus primeros pasos al frente de una unión de la izquierda y consolidó su popularidad tras ocho años de mandato.
En ese momento, se distanció del exprimer ministro José Sócrates, que fue apartado del poder en 2011 y luego procesado por corrupción, en noviembre de 2014. Costa salió airoso del escándalo y ese mismo año encabezó el liderazgo del Partido Socialista.
El abogado de 58 años que había perdido las elecciones formó un gobierno en Portugal a partir de concretar con su gobierno socialista una impensada pero eficaz alianza con sectores de izquierda radical.
Esta maniobra le generó fuertes críticas por parte de la derecha, pero le dio resultado. A Costa lo bautizaron la "jerigonza", algo así como un "engendro", destinado al desastre en un país que venía de la quiebra y sufría los estragos de un ajuste monumental.
Pero al cumplir dos años en el poder, este aficionado de la cocina, el cine y el fado, se convirtió en 2015 en el primer ministro de Portugal, con fuertes niveles de popularidad gracias a un fuerte revés en el andar de la economía.
Entre las medidas que llevaron su prestigio a lo alto, Costa gobernó durante la recuperación económica posterior a la crisis global de 2008 y el traslado a Europa de la crisis subprime.
El primer ministro pudo eliminar las medidas de ajuste implementadas por la derecha y continuó el camino para mejorar las cuentas públicas de manera de adaptarlas las normas presupuestarias europeas. Por eso se lo denominó en varias oportunidades el responsables del llamado "milagro" económico portugués.
Portugal creció por encima del promedio europeo (3,5% en 2017 y 2,4% el año pasado) y redujo el desempleo, que pasó del 18%, cuando asumió Costa, al 7% que se registra actualmente. En tanto, el déficit, que superaba el 7% en 2014, cayó hasta niveles mínimos. Además, se consolidó el turismo del exterior (que representa el 17% del PBI) y se incrementó el salario mínimo de 600 a 690 euros mensuales.
Pese a que la deuda pública de Portugal ronda el 120% del PBI y es el tercero más alto en la eurozona, el Fondo Monetario Internacional presenta al país como un ejemplo del que aprender. Según las previsiones del organismo, Portugal terminará este año con "un pequeño déficit, y se espera que el saldo primario alcance su nivel más alto desde 1992".
Los distintos analistas políticos coinciden en la capacidad de Costa de generar consensos, el rasgo distintivo que lo ha llevado a la popularidad. "Antonio Costa es un excelente negociador, una persona muy pragmática y un político nato que ha sido activista del Partido Socialista desde su adolescencia", expresó Marina Costa Lobo, analista de la Universidad de Lisboa.
En tanto, el presidente portugués Marcelo Rebelo de Sousa, su antiguo profesor de la Facultad de Derecho en Lisboa, se burló una vez de su "optimismo crónico y un poco molesto", a lo que Costa reivindicó su "optimismo militante".
Sus detractores no titubean al calificarlo como manipulador y maquiavélico, pero otros aseguran que sus características lo vuelven un político hábil. "Costa tuvo la claridad de comprender que podía unir a la izquierda sin hacer demasiadas concesiones", explicó el politólogo Antonio Costa Pinto.
Es aficionado del club de fútbol Benfica, está casado con una maestra y es padre de dos hijos. Entre sus hobbies preferidos destacó el armado de rompecabezas, una práctica que requiere la misma paciencia con la que, dice, ha construido su carrera política.