Cortocircuito entre EE.UU. y China por un masivo ciberataque
Washington sospecha que hackers chinos robaron datos de cuatro millones de norteamericanos; Pekín lo niega
WASHINGTON.- Por tercera vez la relación entre China y Estados Unidos entra en cortocircuito por un caso de espionaje cibernético de lo más intrigante. Fue masivo, con más de cuatro millones de personas afectadas, en una intrusión por la que Washington acusa a Pekín, y el régimen chino no sólo lo niega, sino que le reprocha su "paranoia".
Ya se sabe: el ciberespionaje es casi una nueva forma de ofensiva entre países, y los expertos en seguridad de Estados Unidos se inquietan ante la vulnerabilidad a la que a veces quedan expuestos.
Este nuevo caso ocurrió meses atrás, aunque recién se reveló ahora. Los piratas informáticos accedieron a un blanco enorme: los datos de no menos de cuatro millones de empleados públicos de todos los niveles. Se trata de una intrusión masiva, uno de los mayores robos de documentos de la administración federal. Pero nadie sabe muy bien para qué ni cuál era el objetivo definitivo de ese acceso.
Mientras ese misterio es campo de las conjeturas más variadas, lo que está claro es que los dos gobiernos vuelven a desconfiar uno del otro.
Oficialmente, la administración de Barack Obama sostuvo que lo ocurrido se está investigando. Pero deslizó, subrepticiamente, que los autores fueron piratas chinos y que, por cierto, no es la primera vez que acceden ilegalmente a bases de datos de Estados Unidos.
"Tenemos toda la impresión de que esto vino desde China", dijo la senadora republicana Susan Collins, que integra la Comisión de Inteligencia del cuerpo. "Estamos frente a otra muestra de la vulnerabilidad que tenemos ante potencias extranjeras", añadió.
Pero Pekín no acepta esas acusaciones ni que se hagan en forma potencial. "Yo le sugiero a Washington que sea un poco menos paranoico y menos suspicaz", ironizó un vocero de la cancillería china.
"No se trata aquí de blandir acusaciones no comprobadas, sino de tener confianza mutua y cooperación" para enfrentar ataques de los que son víctimas "todos los países, incluido China", añadió.
En total, se accedió a los datos de cuatro millones de empleados públicos, almacenados en la base de la Oficina de Administración de Personal (OPM, por su sigla en inglés) o, dicho de otro modo, el departamento de recursos humanos del gobierno federal de Estados Unidos.
"No está muy claro para qué querían esos datos, pero se trata de un robo masivo e importante", dijo el presidente de la Comisión de Seguridad Nacional del Senado, el republicano Ron Johnson. "Es alarmante no sólo que esto ocurra, sino que sea un capítulo más en la seguidilla de ataques a la misma oficina", añadió.
Al cierre de la jornada, el diario The New York Times vinculó la incursión en la oficina de recursos humanos con las que, en los últimos meses, padecieron gigantes de la industria financiera y de los seguros de salud, a los que se les habrían quitado datos de millones de personas y que, al parecer, tuvieron el mismo origen.
En esos casos, el gobierno pidió formalmente a China la investigación de lo ocurrido. Esta vez, en el terreno de lo formal, la Casa Blanca pareció quedarse un paso atrás.
"Estamos haciendo la investigación del caso, pero todavía no hemos llegado a una conclusión", dijo el vocero Josh Earnest. La pesquisa está a cargo de expertos informáticos del FBI y "todavía hay mucho por hacer", añadió. Pero, por lo bajo, el dedo apuntaba, indudablemente, hacia el gigante asiático.
Alta sensibilidad
El episodio se conoce en un momento de alta sensibilidad frente al tema, con nuevas revelaciones del ex contratista de seguridad Edward Snowden, en el sentido de que, pese a las expresiones en contrario, la administración mantiene sus planes masivos de vigilancia ciudadana y de acceso a datos privados.
Pero, como suele suceder en política, también generó una oportunidad. De hecho, el propio Earnest usó el golpe sufrido por la oficina de personal para exhortar a los legisladores a que "salgan del oscurantismo" y pongan manos a la obra con nuevas normas contra la piratería.
"Necesitamos que el Congreso de Estados Unidos salga del oscurantismo y entre en el siglo XXI para asegurarnos de que tenemos todas las defensas necesarias para proteger los sistemas informáticos modernos", dijo el vocero de la Casa Blanca.
La vicepresidenta de la Comisión de Inteligencia del Senado, la demócrata Dianne Feinstein, se sumó a la petición del gobierno.
"El Congreso debe actuar" para acelerar las notificaciones sobre fallas e incrementar la cooperación entre el gobierno y las empresas privadas, dijo. "Es imposible obviar esta amenaza", lanzó.
"Miles de millones de dólares, la información confidencial de cada norteamericano, incluso la seguridad de infraestructura clave como nuestra red energética, plantas nucleares y agua potable están en riesgo", advirtió.
Lo cierto es que, al caer el día, seguía siendo imposible para los políticos en Washington determinar con exactitud qué es lo que se proponen hacer los hackers con los datos personales de millones de norteamericanos. Pero muchos empiezan a ponerse nerviosos.
La NSA amplió el espionaje en Internet
- Dos días después de que el Congreso norteamericano limitó el espionaje telefónico de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA por sus siglas inglesas), nuevos documentos clasificados revelaron que ese organismo extendió en los últimos años sus tentáculos de vigilancia.
- El Departamento de Justicia aprobó en secreto en 2012 que la NSA escrutara, sin una orden judicial, el tráfico internacional en Internet de ciudadanos estadounidenses en busca de actividades sospechosas de piratería informática, según documentos filtrados por el ex analista Edward Snowden al diario The New York Times y la organización periodística ProPublica.
- La Administración de Barack Obama permitió a la agencia -una de cuyas funciones es proteger redes militares y de inteligencia contra incursiones externas- analizar cables de Internet en territorio norteamericano para hallar información de ataques informáticos originados en el extranjero.
lanacionardel editor
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