En plena campaña, cortocircuito diplomático entre EE.UU. y el Vaticano por la relación con China
ROMA.- La administración de Donald Trump y el Vaticano nunca se tiraron flores. Son muchos los temas en los que discrepan, empezando por el de los inmigrantes. Pero el secretario de Estado norteamericano, Mike Pompeo, de visita en Roma, provocó hoy nuevas tensiones en la relación bilateral al criticar la posición del Papa en cuanto a China y al pedirle al Vaticano sumarse a Estados Unidos en la denuncia de las violaciones de la libertad religiosaen la potencia asiática con la que se enfrenta.
Todo esto, en plena campaña electoral por la reelección de Trump y justo en momentos en que el Vaticano está por renovar la firma de un histórico "acuerdo provisional" para la designación de obispos sellado con el país comunista –con quien no tiene relaciones diplomáticas desde hace casi 70 años-, el 22 de septiembre de 2018.
"Pido a todos los líderes religiosos encontrar el valor para enfrentar las persecuciones religiosas de sus propias comunidades, y las de otras profesiones de fe", dijo Pompeo, al hablar en un simposio sobre libertad religiosa organizado por la embajada estadounidense ante la Santa Sede, al que asistieron sus homólogos del Vaticano, el cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado y número dos de Francisco, y el arzobispo británico Paul Gallagher, el "canciller" del Papa.
"Los líderes cristianos deben defender a sus hermanos y hermanas en Irak, Corea del Norte y Cuba", agregó Pompeo, que en su intervención disparó munición gruesa contra China, a la que acusó de reprimir a las minorías católica, budista tibetana y musulmana uigur. Pompeo, ferviente cristiano evangélico, incluso habló en forma explícita de la necesidad de un "cambio de régimen": "los actores que pueden poner fin a este régimen autoritario del Partido Comunista chino deben hacerlo". Y hasta contrapuso la actual cúpula del Vaticano a la del pontificado de Juan Pablo II "que hizo de la Iglesia un baluarte de la libertad religiosa" y que citó al menos siete veces.
Malestar
Al salir del encuentro Gallagher, que en su discurso no mencionó a China ni a ningún otro país, no ocultó el malestar que reina en la Santa Sede con la potencia de Occidente. Y explicó que si el Papa no recibirá mañana a Pompeo –que será recibido por Parolin y él-, es porque no suele recibir nunca a políticos durante una campaña electoral.
El cortocircuito entre el Vaticano y la administración Trump por China en verdad se remonta a semanas atrás, cuando Pompeo publicó en First Things (revista religiosa de derecha estadounidense y anti-Francisco), un ensayo en el que planteó que si el Vaticano renovaba su acuerdo con China ponía en duda su autoridad moral. "Hace dos años, la Santa Sede alcanzó un acuerdo con el Partido Comunista Chino, esperando ayudar a los católicos en China. En cambio, los abusos del partido sobre los creyentes solo empeoraron. Si renueva el acuerdo, el Vaticano pone en riesgo su autoridad moral", resumió Pompeo en un tuit el artículo.
Gallagher admitió hoy que semejante declaración fue recibida "críticamente" por el Vaticano. Explicó que si en su intervención en el simposio sobre libertad religiosa no mencionó a China ni a ningún otro país es porque "uno de los principios de la diplomacia del Vaticano es no nombrar y no culpar" y lamentó como se había manejado todo. "Normalmente cuando se preparan estas visitas entre altos funcionarios se negocia una agenda de lo que se va a hablar en privado, en forma reservada. Es una de las reglas de la diplomacia", dijo el arzobispo.
Hablando con periodistas al margen del acto, también el cardenal Parolin dejó en claro su perplejidad. Reconoció, de hecho, que el artículo de Pompeo había causado "sorpresa" en el Vaticano, "no irritación".
"Aunque conocemos desde hace mucho tiempo la posición de la administración Trump y en particular del secretario Pompeo sobre este tema, no nos esperábamos esa salida, sobre todo porque ya estaba prevista una visita al Vaticano, que es la sede más oportuna para hablar de estas cosas y lo haremos mañana", dijo Parolin.
El cardenal, por otro lado, al dejar en claro que el Vaticano no se deja presionar, confirmó que la Santa Sede seguramente renovará el acuerdo con China sobre la designación de obispos –que expira el 22 de octubre-, más allá de las críticas y cuestionamientos. "Hemos decidido seguir adelante, después de una reflexión pensada y de muchos años de camino hecho en esta dirección. Sabemos que hay muchas resistencias, mucha oposición, muchas críticas y las tenemos en cuenta porque se trata de una materia muy delicada, pero creemos que este es el camino, aunque otros no lo compartan", adelantó.
"Todos queremos libertad religiosa, el problema es la modalidad con la que se puede realizar. Para nosotros es importante dialogar", agregó, en sintonía con la posición de Francisco, que siempre expresó su deseo de visitar China.
La tensión Vaticano-Estados Unidos tuvo mucha repercusión en la prensa italiana, con el Corriere della Sera que habló de "choque sin precedente". El teólogo e historiador católico, Massimo Faggioli, docente universitario en Estados Unidos, en tanto, no dudó en opinar en un tuit que la estrategia de Trump es "usar la política exterior del Vaticano, especialmente con China, como un medio para convertir los sentimientos anti-Papa que hay en Estados Unidos, en ámbitos conservadores cristianos y nacionalistas, en votos para el actual presidente".
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