Cortes de ruta y detenciones: la persecución sin límites del chavismo para contener la masiva campaña opositora
Bloqueo de carreteras, destrucción de tramos de caminos, cierre de puentes y de restaurantes y hoteles que le dan comida y albergue son algunas de las medidas desesperadas que busca el oficialismo para frenar a María Corina Machado
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BOGOTÁ.- Con una mochila a su espalda y el país en el corazón. La líder opositora María Corina Machado bajó de su vehículo, en medio de un bloqueo de carreteras, caminó en zigzag para superar los carros que estaban delante del suyo y, entre aplausos, vítores y el sonar rebelde de las bocinas, llegó hasta donde el sábado un despliegue de policías y militares revolucionarios había cortado la ruta que une Caracas con Valencia, a dos horas y media de la capital.
Y se encaró con ellos. “Faltan 15 días, 15 días para la libertad”, afirmó la mujer que ha desafiado a la todopoderosa revolución y ha conseguido el respaldo del 80% del país para su mensaje de cambio, en tándem con el candidato democrático Edmundo González Urrutia. Machado se topó con las miradas huidizas de los agentes, a quienes aseguró que el fenómeno de masas que la acompaña no les excluye. “Esto lo estamos haciendo por ustedes, muchachos. Esto es para que nunca más vuelvan a trancar arbitrariamente en contra de los derechos de los ciudadanos por órdenes de sus superiores. Y ustedes van a ver que en 15 días Venezuela va a cambiar”, concluyó.
Machado continuó a pie, pese a que desde Tejerías hasta Valencia distan 100 kilómetros. Y en esas apareció a la carrera una mujer junto a su hijo, corriendo como si la vida le fuera en ello hasta alcanzar a la dirigente opositora. “¡Eres una dura (con mucho coraje)!”, gritó la mujer, quien incluso se arrodilló mientras abrazaba a la persona que representa la esperanza para un país que parecía derrotado. “Por nuestros hijos, tenemos fe en ti. Sí vas a llegar a donde vas, porque aunque sea caminando, te acompañamos”, sostuvo la mujer entre lágrimas.
Muchos kilómetros para ir a pie, pero no hizo falta. Un grupo de motociclistas se acercó hasta el lugar para recoger a Machado, quien no lo dudó ni un segundo. Con sus nuevos acompañantes superó incluso otra alcabala en el túnel de La Cabrera, que es como en Venezuela denomina a los controles que militares y policías imponen en rutas y caminos, que en estos años se han convertido en lugares para la extorsión y la amenaza.
“Meterle el pie a otro para que no pueda llegar a su destino no es rivalidad, es malicia”, resumió el archipopular cantante Danny Ocean, uno de los más seguidos del país y que en abril ya había llamado a las urnas durante una ceremonia de los Grammy latinos en Las Vegas.
Al final del camino otra batalla estaba en disputa. Las huestes del gobernador Rafael Lacava, a quién le gusta hacerse pasar por un Drácula reguetonero, cortaron ramas y árboles para dificultar el paso del enorme gentío que buscaba el lugar propuesto para la concentración de la oposición en Valencia. Incluso aparecieron con camiones llenos de tierra y la volcaron en una avenida, sin querer aceptar que a un huracán no se le frena con ventanas de papel.
“¡Vamos, lo conseguimos!”, gritó entusiasmado el primer grupo en atravesar la trampa de tierra. Una de las mujeres portaba una pancarta, escritas a mano como todas en estas marchas, que resumía el sentimiento que ha invadido a millones de venezolanos en estos días: “Cuando muere el miedo, nace la libertad”.
“Seguimos adelante, superando obstáculo tras obstáculo. Vamos a liberar Venezuela”, constató Machado minutos después en sus redes sociales, ya a punto de ingresar en las calles de la capital de Carabobo.
Cuando faltan sólo 15 días para las elecciones, el régimen bolivariano no consigue detener al tándem Machado y Edmundo, pese a los inventos sin límites, que rozan lo bizarro: bloquea carreteras, destruye tramos de caminos, cierra puentes, decomisa motocicletas, sustrae los camiones para ganado que llevan al pueblo a los mítines opositores, impide viajar en avión a Machado, cierra los restaurantes y hoteles que le dan comida y albergue, decomisa los equipos de sonido y encarcela a dirigentes y activistas.
La última víctima es el empresario Ricardo Albacete, quien a falta de hoteles decidió acoger en su hogar a Machado durante su estancia en la fronteriza San Cristóbal. Días después aparecieron agentes del Servicio Bolivariano de Inteligencia (Sebin) para asaltar su vivienda y su empresa. Albacete está hoy preso en la siniestra cárcel del Helicoide, acusado de participar en una conspiración contra el gobierno de Nicolás Maduro.
Por las mazmorras bolivarianas también ha pasado el ingeniero Jesús Guerrero, quien paseó al diplomático González Urrutia en su motocicleta antes de la multitudinaria marcha de Barinas de la semana pasada. El Sebin se llevó incluso a los caballos que aquel día trotaron junto a la caravana, con sus dueños sobre los lomos.
“Le construyen la épica y hacen que la gente sea parte de ella. Son unos genios”, ironizó desde su exilio en Europa el exministro chavista crítico Andrés Izarra. El régimen ha colaborado con sus acciones represivas y su persecución a la leyenda que se ha creado en torno a María Corina Machado, quien ha sabido conectarse emocionalmente con la Venezuela profunda más devastada por la revolución.
Incluso ayer varias mujeres chavistas de gran volumen intentaron amedrentar al tándem opositor y a sus equipos mientras comían tras el gran mitin de Valencia. Para ello contaron con la connivencia de miembros de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB), que grabaron con sus celulares las provocaciones con insultos y empujones de las bolivarianas.
Ya desde el año pasado, el chavismo ha diezmado al círculo de dirigentes más cercano a Machado. En la Embajada de Argentina en Caracas permanecen bajo asedio seis figuras clave en el entramado político y electoral de la líder de Vente Venezuela (VV), desde su mano derecha, Magalli Meda, hasta su jefa de Comunicación, Claudia Macero, además de su experto en política internacional, Pedro Urruchurtu, y el cerebro electoral, Humberto Villalobos.
Por prisión han pasado este año más de 40 dirigentes, activistas, periodistas y ciudadanos, algunos de ellos simplemente por asistir a una marcha. Entre ellos Henry Alviarez, coordinador nacional de VV, ya cuatro meses entre rejas.
Según el Laboratorio de Paz, en 10 días de campaña hubo 71 detenciones arbitrarias de activistas opositores o trabajadores vinculados a la campaña opositora (66 hombres y 5 mujeres), 26 casos de hostigamiento por parte de policías, militares y otros funcionarios del régimen, 13 casos de incautación de bienes como camiones de sonido o cierres de comercios por brindar servicios a la campaña opositora, 20 casos de violaciones a la libertad de expresión e información, incluido el cierre de una emisora de radio, y cuatro nuevos bloqueos a portales informativos, sumando un total de más de 50 medios bloqueados.
La persecución constante contra los opositores es solo una de las herramientas para el fraude electoral puesto en marcha por Maduro. No sólo porque el 28J no sea Machado la candidata, inhabilitada de forma ilegal. Sobre todo porque a cinco millones de venezolanos en el exterior con derecho a voto se les ha impedido registrarse, sólo 69.000 pueden votar. También jóvenes que lo querían hacer dentro del país, varios cientos de miles, no podrán hacerlo.
Dos ejemplos bastan para medir la dimensión de la trampa revolucionaria: de los 2,8 millones de emigrantes en Colombia, sólo están registrados 7012; del cuarto de millón que vive en la Argentina, apenas 2639 están llamados a las urnas.
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