América Latina: la lucha contra la corrupción está en retroceso en un momento crítico
Parecen siglos desde que la expresión Lava Jato, el nombre de la operación contra la corrupción más importante de la historia de Brasil -que mandó a la cárcel a dirigentes y empresarios supuestamente intocables-, se convirtió en sinónimo y bandera de esa misma lucha contra la delincuencia en la función pública en toda América Latina.
La sociedad exigía justicia y los jueces y fiscales la hacían cumplir, dejando de lado sus miedos y desafiando los intereses creados. Pero esas palabras mágicas que irradiaron al resto del continente, y que inspiraron campañas en tantos países, van perdiendo su eficacia.
Así lo revela el Índice de Capacidad para Combatir la Corrupción 2020 -elaborado por la Americas Society/Council of the Americas (AS/COA) y la consultora Control Risks-, un estudio que alerta sobre el retroceso en toda la región en esa cruzada contra la corrupción.
The biggest declines came in Brazil, Guatemala & Venezuela. Peru was the only country that saw its score improve. Reminder: The index measures not the amount of corruption, but a country's "ability to detect, punish and prevent corruption" - based on 14 different areas pic.twitter.com/ueUoI4iajy&— Brian Winter (@BrazilBrian) June 8, 2020
Uruguay encabeza el índice como el país mejor parado para enfrentar la corrupción. Lo siguen Chile, Costa Rica, Brasil y Perú. La Argentina entra en sexto lugar, en una situación de "estancamiento". Última en la escala de los 15 países medidos, como en tantas otras escalas, como economía, democracia y seguridad, quedó una vez más Venezuela.
"Nosotros describimos una tendencia de retroceso de forma general en la región. Los casos más evidentes fueron por ejemplo Brasil, Venezuela y Guatemala", dijo a LA NACION el investigador de fraudes y corrupción holandés Geert Aalbers, socio de Control Risks y coautor del informe.
Según el estudio, la sociedad sacó la lucha contra la corrupción de sus prioridades inmediatas, presionada por otras urgencias, desde los bolsillos flacos hasta la pandemia de coronavirus. Lo mismo sucede con las instituciones que deben velar por la transparencia y la legalidad. De ahí el riesgo de que aumenten los intercambios de favores, sobreprecios, cuentas secretas, bóvedas ocultas, bolsos voladores y demás símbolos de la corrupción.
Uruguay lidera la lista gracias a sus mecanismos de control en el sector público, señala el informe, además de contar con instituciones democráticas bien establecidas, una sociedad civil activa y una prensa vigilante. Y mientras la región sufre una profunda polarización, el presidente de centroderecha Luis Lacalle Pou accedió al poder con la promesa de trabajar con la oposición del Frente Amplio, añade el estudio, lo que se confirmó con la crisis del coronavirus, donde se dieron diálogos, sugerencias y consensos entre las dos fuerzas.
"El problema seguirá existiendo, como existe en Noruega, en Suecia o en Australia. Pero en América Latina la cuestión es cómo podemos controlar y crear maneras de poner la ley y crear democracias mucho más efectivas y mejores, economías mucho mejores también, con menores niveles de corrupción", dijo el investigador brasileño Roberto Simon, jefe del grupo de trabajo de anticorrupción de AS/COA y también autor del informe.
Sobre la Argentina, "la información indica un marcado declive en la variable de la movilización social contra la corrupción, mientras los cambios de gobierno y el deterioro de la economía viraron parte de la atención del público general fuera de la lucha contra la corrupción", dice el informe, que advierte sobre el futuro de la Oficina Anticorrupción y otras agencias de control de la administración pública. .
Brasil, que inauguró la movida regional con el Lava Jato, bruscamente en su capacidad para combatir la corrupción, un 10%. La llegada al poder de Jair Bolsonaro a principios de 2019, con un discurso de orden y progreso, y presentándose como la contracara de los "ladrones" del Partido de los Trabajadores, no equipó mejor al país contra la corrupción. Al contrario.
"Prefiero un presidente homofóbico o racista a uno que sea ladrón", dijo una votante de Bolsonaro el día de la victoria, cuando salía del cuarto oscuro. Según señaló el estudio, pasó un año y medio desde la toma de mando, y el sistema social y político se muestra más desarmado y menos eficaz que antes para detectar a los ladrones que vayan asomando.
"En México y Brasil fueron elegidos líderes populistas que utilizaron una revuelta de la opinión pública contra la corrupción. Pero eso fue canalizado de alguna manera en una lucha contra el establishment y las instituciones, y no en una discusión de reformas", dijo Simon, en referencia al mexicano Andrés López Obrador y a Bolsonaro.
El exjuez estrella Sergio Moro, por ejemplo, que lideró el Lava Jato y pasó al gabinete de Bolsonaro como ministro de Justicia, renunció denunciando la presión del presidente sobre la Policía Federal, con seguridad para desactivar investigaciones a familiares y amigos.
Mención aparte merece el coronavirus, según el informe. El impacto económico desvió todavía más el interés en la lucha regional contra la corrupción; el daño fiscal anticipa menos recursos destinados a esa causa, y las compras de emergencia relajaron los controles y dieron lugar a abusos. Una vez más, como siempre, la ocasión hace al ladrón.
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