Coronavirus: vuelta a clases con acrílicos entre los bancos, un plan que baraja Italia
ROMA.- Desde el 4 de marzo, cuando se suspendieron las clases en toda Italia para frenar el contagio de coronavirus, los chicos nunca regresaron al colegio, sino que debieron adaptarse a la didáctica a la distancia, online. El lunes próximo terminarán las clases del inédito ciclo lectivo 2019-2020 con una huelga del personal docente que protesta por lo que pasará en septiembre. Entonces comenzará el nuevo ciclo lectivo presencial y los chicos podrían volver a las aulas con paneles de acrílico entre los bancos.
Se trata de una hipótesis, de lo más controvertida, que presentó ayer la ministra de Eduación, Lucia Azzolina, en una reunión que mantuvo con el primer ministro Giuseppe Conte y los sindicatos, sobre la vuelta a clases presenciales. Uno de los temas más sensibles de la post-pandemia, aún irresuelto.
Salvo cines, teatros y fútbol, en efecto, casi todo ha vuelto a activarse en Italia, que el 4 de mayo comenzó un gradual desconfinamiento que culminó el miércoles pasado con la reapertura de las fronteras internas y externas. Pero la escuela quedó en un virtual limbo y los chicos nunca más pisaron sus colegios, un drama para muchos, sobre todos los más pequeños y los que egresan.
"El objetivo es volver a llevar a todos a una escuela presencial, con especial atención a los más pequeños, que son los que más sufrieron en este período", dijo Azzolina, que en los últimos meses, de acuerdo a cómo seguía la curva de contagios, planteó diversos escenarios. Entre ellos, uno –el peor– que contemplaba que los chicos se vieran obligados a continuar con la aquí llamada "dad", didáctica a distancia; otro que implicaba un mix entre "dad" y presencial y otro que preveía la división de los cursos en dos grupos, que en forma alternada irían al colegio, para evitar aglomeraciones en las clases.
En un clima aún marcado por la incertidumbre Azzolina, que junto a Conte apuesta por una vuelta a clases presenciales, indicó que, de acuerdo al espacio de cada establecimiento educativo, habrá casos en los que será necesario intervenir para que pueda respetarse la distancia interpersonal de seguridad. "Tenemos diversos tipos de aulas y de institutos, la situación es distinta en todo el país y no en todos lados existe la posibilidad de mantener a los estudiantes a un metro de distancia", explicó la ministra.
Fue así que lanzó la hipótesis de "compartimentar los bancos" a través de paneles de plexiglás, una iniciativa considerada factible a nivel presupuestario, utilizando fondos de ayuda erogados por el gobierno para enfrentar la emergencia. Las barreras se han vuelto una solución utilizada para la protección de cajeros de diversos negocios e incluso para separar mesas de restaurantes.
Azzolina, una figura que en las últimas semanas recibió amenazas en las redes sociales, por lo que el gobierno decidió ponerle custodia, planteó, además, el uso de viseras en lugar de barbijos, pensando en las dificultades de estudiantes hipoacúsicos y con problemas respiratorios.
La propuesta no fue bien recibida por el rubro educativo, que sigue en pie de guerra. Reclaman "más personal, más espacio y más recursos" para que todos, alumnos y docentes, puedan regresar en septiembre a la escuela "con seguridad". Por eso programaron para el lunes –paradójicamente, el último día de clases de un ciclo lectivo que quedará en la historia por ser el más corto a nivel presencial–, una huelga en todo el país, para protestar por lo que consideran una falta de estrategia del gobierno para una cuestión tan crucial como la educación.
Debido a la pandemia, que trastocó todo, el ministerio de Educación decidió que todos pasarán de grado, incluso quienes tienen insuficiencias, que podrán recuperar la materia a través de planes especiales en septiembre. Sólo serán aplazados casos muy especiales de alumnos que ya en el primer cuatrimestre del año, es decir, antes del coronavirus, tuvieron demasiadas ausencias o medidas disciplinares extraordinarias.
¿Cómo se darán las notas? No deberán basarse sobre un promedio matemático, –ya que con la didáctica a distancia es más difícil todo lo que tiene que ver con las pruebas–, sino que serán fruto de una evaluación de las competencias del alumno y de su compromiso y atención durante las clases a distancia.
Los alumnos del último año del secundario, que deben enfrentar a partir del 17 de junio el aquí mítico "esame di maturitá" (examen de madurez), sólo tendrán una prueba oral, presencial y bajo estrictas medidas anti-coronavirus.
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