Coronavirus: Una situación caótica en la que todos quieren sacar su tajada
RÍO DE JANEIRO.- Al profesor San Tiago Dantas se le atribuye una observación mortífera: "La India tiene una gran elite y un pueblo de mierda, Brasil tiene un gran pueblo y una elite de mierda". San Tiago aseguraba que "en Brasil desde hace siglos hay en marcha un proceso social de desorientación continua de las elites, que las fue apartando de la prueba cultural y política de los valores nacionales". En su discurso inaugural que no vivió para leer, Tancredo Neves -electo presidente de Brasil en 1985- decía lo mismo: "Hemos construido esta nación con éxitos y dificultades, pero quienes saben analizar la historia con imparcialidad no tienen dudas de que nuestro progreso político se debe más a la fuerza reivindicadora de los hombres del pueblo que a la conciencia de las elites".
Y las elites nacionales nunca habían ofrecido un espectáculo tan lamentable como el de los tres poderes de la República y buena parte de las cúpulas dirigentes desde que se desató la pandemia. Brasil fue uno de los últimos países que abolió la esclavitud. Durante el siglo XX, tuvo 36 años de dictadura.
Es historia vieja, podríamos haber aprendido. Ya murieron más de 1200 personas y la epidemia de oportunismo no hace más que agravarse. El presidente Jair Bolsonaro dice que el Covid-19 es una "gripecita", desafío y ofensa para la ciencia y la opinión pública. El ya exministro de Salud Luiz Henrique Mandetta fue hostigado por la murga del Planalto por defender el aislamiento. Los enemigos de Bolsonaro pasaron a ser Mandetta y los gobernadores de San Pablo y de Río. Pero al Covid-19 le tiene comprensión. Del otro lado del balcón, el Parlamento aprobó un paquete de ayuda a los estados que es considerado una bomba fiscal, y el Ministerio de Economía ya avisa que el Ejecutivo tendrá que vetarlo.
Es como si Brasil se hubiese convertido en un gran jamón: todos pasan a buscar su tajada. Supongamos que todos tienen razón, incluso Bolsonaro con su "gripecita". Si cada uno sigue gritando su verdad, el que gana es el virus.
Todos creen tener razón, pero nadie se sienta a conversar. A primera vista uno diría que se debe a la polarización bolsonariana. Como explicación no alcanza. En 1830, el diputado Antônio Ferreira França presentó un proyecto de abolición gradual de la esclavitud, que se habría terminado en 1951. En cambio, terminó en 1888, porque había gente interesada en que así fuera. Y hay hospitales públicos que se están negando a recibir pacientes. ¿Por qué? Porque llegan muertos.
Traducción de Jaime Arrambide
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