Coronavirus: un brote que pone a prueba el desvencijado orden mundial
LONDRES.- El pico de casos de coronavirus en Irán hace temer que el contagio se extienda por Medio Oriente, y en Italia, una de las mayores economías de Europa, las autoridades hacen frenéticos esfuerzos para que la epidemia no paralice el centro comercial de Milán. Por su parte, las bolsas de Nueva York, Londres y Tokio se desplomaron, ante la perspectiva de que el virus también deje de cama a la economía global.
Desde Asia y Europa hasta América del Norte, desde anteayer el avance imparable del letal coronavirus se aceleró y agregó una nueva fuente de tensiones a un orden mundial ya fracturado por las guerras comerciales, los políticos populistas y los enfrentamientos sectarios. Se trata de una epidemia igualitaria: el virus está castigando por igual a sociedades abiertas y cerradas, a gobiernos democráticos y autocráticos, a países desarrollados y zonas de guerra. Y eso hace que la tarea de contención sea todavía más abrumadora y difícil.
El surgimiento de Italia, Irán y Corea del Sur como nuevos focos del brote expone la ausencia de una estrategia global coordinada para combatir un virus que ya infectó a casi 80.000 personas en 37 países, con un saldo de más de 2600 muertos. Entre el viernes y el lunes, la cantidad de casos confirmados en Estados Unidos saltó de 34 a 53.
La delegación de la Organización Mundial de la Salud (OMS) enviada a China para evaluar la situación advirtió anteayer que el mundo no estaba preparado para un brote epidémico de gran escala. Los expertos en enfermedades infectocontagiosas señalan que una respuesta unificada es crucial para mitigar el daño y desacelerar el avance de un brote que, como ya admiten, no es posible detener.
"Esta mañana [por ayer] se han reportado casos en seis nuevos países -dijo ayer Michael T. Osterholm, director del Centro de Investigaciones y Políticas Públicas de Enfermedades Infectocontagiosas de la Universidad de Minnesota-. Estamos ante un punto de inflexión y el mundo tiene que preguntarse qué puede hacer conjuntamente para combatir el virus".
Diferencias
Durante semanas, el foco de atención fue China, que en un intento de cortar de cuajo la aparición de nuevos casos puso virtualmente en cuarentena a decenas de millones de personas. El lunes, los nuevos brotes en Corea del Sur, Italia e Irán pusieron a prueba el funcionamiento y la capacidad de respuesta de sistemas políticos muy diferentes y con sistemas de salud también muy distintos.
Irán cerró sus escuelas, universidades y centros culturales en 14 provincias para intentar frenar los contagios. Los funcionarios iraníes dicen que hay 61 personas infectadas y 12 fallecidas. Pero la credibilidad del gobierno fue ridiculizada por sus detractores, que aseguran que el número de muertos es mucho mayor y en la memoria de muchos todavía está fresco el recuerdo de los intentos por encubrir el derribo de un avión comercial por parte de las fuerzas militares del país, el mes pasado.
La falta de datos confiables tiene alarmados a los vecinos de Irán, que tienen extensas y poco patrulladas fronteras con ese país. Paquistán y Turquía decidieron el domingo el cierre temporario de su frontera con Irán, y Afganistán, que el lunes informó de un primer caso de coronavirus, prohibió todo viaje a Irán "salvo por esenciales razones humanitarias".
Así y todo, ya están apareciendo casos, algunos de ellos vinculados con Irán, en otros países de la región, como Irak, el Líbano, Israel, Egipto, Kuwait y Omán. Varios de esos países tienen regímenes autócratas, lo que podría llevarlos al mismo ocultamiento de información que, según los críticos, impide una respuesta adecuada en Irán.
"Los países van a empezar a informar menos casos que los reales, para no parecer azotados por una terrible tragedia o no ser acusados de poner en riesgo al resto del mundo", dice Osterholm.
Según el experto, a partir de cierto punto el virus se propagará a tal velocidad que será un problema en todo el mundo y su punto de origen dejará de ser relevante.
Rechazo
Por el momento, sin embargo, los chinos que viajan al extranjero siguen sintiéndose sospechosos y a veces incluso enfrentan situaciones de hostilidad. En Corea del Sur, un destino muy popular entre los turistas chinos, algunos negocios han empezado a exhibir un letrero que dicen "Chinos no".
En Italia, las autoridades pusieron en cuarentena a más de 50.000 personas en 11 localidades de Lombardía, norte del país, como parte de un intento de impedir que el virus se esparza por Milán, donde el brote podría asestarle un golpe letal a la economía italiana. Hasta el momento, Italia ha informado al menos 11 muertos.
Desde Bruselas, los funcionarios de la Unión Europa dijeron estar en contacto permanente con el gobierno italiano, mientras que los poderosos vecinos del país, como Francia y Alemania, se comprometieron a mantener abiertas sus fronteras con Italia. Los funcionarios europeos dicen que no están recomendando a los Estados miembros que introduzcan controles fronterizos en la zona de libre circulación del bloque.
En Gran Bretaña, donde hay 13 casos confirmados, el vocero del primer ministro Boris Johnson dijo el lunes a través de un comunicado que el país estaba bien preparado para la aparición de nuevos casos.
"Estamos usando procedimientos ya probados para impedir una mayor propagación, y el Servicio Nacional de Salud está sumamente bien preparado", decía el texto.
Pero incluso en Europa hay alarmantes señales de falta de coordinación. Durante el fin de semana, cuando Italia entró en modo de crisis, a los funcionarios de Bruselas les costaba convencer a los otros Estados miembros de compartir rápidamente la información y coordinar una respuesta al brote.
Y esas falencias son ominosamente similares a las de China, que fue blanco de feroces críticas por su secretismo y lentitud iniciales, cuando el brote se manifestó por primera vez, en la provincia de Hubei.
Traducción de Jaime Arrambide
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