Coronavirus: Trump cambió el manejo de los datos y temen que quiera ocultarlos
WASHINGTON.– La Casa Blanca le quitó el control de información clave sobre la pandemia del coronavirus al Centro de Control de Enfermedades (CDC, según sus siglas en inglés), una movida que despertó el temor en expertos y organizaciones de que el gobierno deDonald Trumpbusque politizar aún más la crisis acotando la transparencia y el acceso a datos que, hasta ahora, eran públicos.
El gobierno de Trump dijo que la decisión era necesaria para mejorar el flujo de los datos sobre la pandemia, un motivo que dejó otra vez al descubierto los recurrentes problemas logísticos de Estados Unidos para montar una respuesta robusta contra el virus.
A diferencia de lo que ocurrió en otros países, el gobierno federal nunca ofreció un parte diario bien actualizado sobre la pandemia. Los medios armaron sus propias bases de datos –los dos principales diarios del país, The Washington Post y The New York Times, por citar dos casos, llevan su propio conteo–, o recurrieron a la información de la Universidad Johns Hopkins o de organizaciones como ProPublica o Covid Tracking Project, que monitorean la evolución de tests realizados, casos confirmados y muertes.
Ahora, la Casa Blanca decidió puentear al CDC al indicarles a los hospitales que envíen información sobre pacientes internados, la capacidad en las salas de terapia intensiva o la disponibilidad de respiradores, barbijos, guantes y batas –métricas claves para saber la situación de la pandemia en el país y ajustar la respuesta del gobierno federal– directamente a la Secretaría de Salud, a un sistema nuevo administrado por una empresa, TeleTracking, contratada en abril por el gobierno de Trump.
La Casa Blanca justificó la decisión en la necesidad de acelerar el flujo de información, un reconocimiento tácito a un déficit: casi seis meses después de la llegada de la pandemia al país, el gobierno federal aún tiene dificultades para tener una idea pulida sobre la magnitud de la crisis. La Secretaría de Salud reconoció que solo el 85% de los hospitales enviaban información al CDC, y muchas veces con demoras, en parte porque la información se carga a mano, y el sistema quedó obsoleto.
El secretario de Salud, Alex Azar, intentó desterrar cualquier polémica al indicar que la gente debería "celebrar" la movida con la cual el gobierno espera acelerar la generación de información sobre la pandemia. Y el director del CDC, Robert Redfield, uno de los funcionarios que han estado en la primera línea de batalla contra la pandemia, intentó relativizar las preocupaciones que mostraron expertos y organizaciones sobre el cambio en el manejo de la información. "Nadie está quitando el acceso o los datos al CDC", dijo en una conferencia telefónica.
Pero con el sur del país incendiado, Trump, en el peor momento de su presidencia –de capa caída en las encuestas–, y un gobierno que día tras día ofrece un relato antagónico a la realidad que vive el país, el temor a que se perdiera el acceso a la información de la pandemia no tardó en aparecer, junto con las sospechas de que la Casa Blanca intente enmascarar la realidad justo en los últimos meses de la campaña presidencial.
Ese temor pareció quedar justificado apenas se puso en marcha el nuevo sistema: la información de los hospitales dejó de actualizarse en la página web del CDC, donde se indicó que los últimos datos eran del 14 de julio. Un vocero de la Secretaría de Salud, Michael Caputo, dijo a CNN que la agencia está "comprometida a ser transparente" y que la información volverá a estar disponible al público.
La última movida de la Casa Blanca ofreció un nuevo cortocircuito dentro del gobierno federal con el CDC, la principal agencia con la que cuenta Estados Unidos para enfrentar la pandemia del nuevo coronavirus. Desde el inicio de la crisis, la relación ha sido complicada. Primero, el CDC diseñó un test para detectar el nuevo coronavirus que no funcionó, y provocó semanas de demora en la primera respuesta del gobierno. Luego las recomendaciones del organismo chocaron en más de una oportunidad con las necesidades políticas del presidente. El último roce fue por la insistencia de Trump en reabrir las escuelas en el otoño boreal para permitir el regreso de las clases, una movida que encontró mucha resistencia.
El manejo de la información de la pandemia ofreció ahora el último foco de tensión.
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