Coronavirus: en contra de todas las probabilidades, Grecia logra aplanar la curva de contagios
Grecia reúne todos los requisitos para que la propagación del nuevo coronavirus en su territorio sea un completo desastre: una de las poblaciones más envejecidas del mundo –el 21,26% de los habitantes tiene más de 65 años según el Banco Mundial–, años de crisis y de ajuste presupuestario que han asfixiado al sistema sanitario, múltiples rutas comerciales y turísticas con Italia, y miles de refugiados apiñados en campamentos que están operando muy por encima de su capacidad. Sin embargo, lejos de la hecatombe, la nación helénica registra tan solo 2235 infecciones y 113 decesos por la enfermedad Covid-19 hasta la fecha, cifras inferiores a las de la mayoría de los países de Europa, e incluso de América Latina.
Pero más importante aún, Grecia ha logrado aplanar la curva, según informó el principal asesor de salud, Sotiris Tsiodras, lo que se corrobora al analizar el gráfico de nuevos casos diarios: el país experimentó un pico máximo el 2 de abril con 129 contagios y, desde entonces, los valores han descendido día a día, alcanzando un mínimo de 11 el 18 de abril (última fecha para la que hay datos disponibles), según Worldometer.
Las sorprendentes cifras podrían atribuirse a una capacidad de testeo limitada. Sin embargo, aunque está lejos de ser uno de los países que más pruebas conduce, Grecia ha efectuado 5113 análisis por cada millón de habitantes, según cifras oficiales, un número similar al de Chile, el país con más test per cápita de América Latina, con la excepción de Venezuela (aunque las cifras en aquel país no son confiables, según indicó la Universidad Johns Hopkins).
Tal vez, parte del éxito de la estrategia griega para hacer frente a la crisis sanitaria radica en que las autoridades son plenamente conscientes de las debilidades del país. Esta autopercepción es justamente la que impulsó una puesta en marcha anticipada del plan de respuesta a la epidemia.
Años de crisis y un sistema de salud débil
La crisis financiera o "crisis de la deuda soberana", que se inició a fines de 2009, desencadenada por los efectos de la Gran Recesión, las debilidades estructurales de la economía nacional, una creciente crisis bancaria y una crisis súbita en la confianza de los acreedores del país, pasó factura al sistema de salud a través de los años.
Las medidas de austeridad que Grecia tuvo que implementar durante los 10 años de crisis como resultado de tres programas de ajuste económico financiados por la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional incluyeron una impresionante reducción de costos en el sector de la salud. El presupuesto del sistema sanitario, público y privado, se redujo en un 60% en 2014, según el informe Panorama de la Salud: 2014, publicado por la Comisión Europea (CE) y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
"Tanto la salud de las personas como el sistema sanitario se han visto afectados negativamente por la crisis. Se ha reducido el acceso a los servicios sanitarios, y la presión sobre los servicios públicos aumentó. Las personas ya no pueden permitirse una asistencia sanitaria privada y están acudiendo a hospitales públicos. Los ingresos hospitalarios han aumentado de 1,6 millones en 2009 a 2,2 millones en 2013, esto es, un 28%. Los presupuestos de los hospitales están sufriendo recortes constantes, lo que provoca escasez de material médico, en especial material de laboratorio, y resta calidad a la atención", dijo Aris Sissouras, un importante asesor de salud griego, en una entrevista en 2014 con la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Para 2017, había más de 2,5 millones de griegos sin cobertura médica y muchos informes y estudios declararon que el país estaba "en medio de una crisis de salud pública" y que su sistema estaba "quebrado".
Lejos de recuperarse, a principios de marzo de 2020, el país tenía tan solo 565 camas de unidades de cuidados intensivos (UCI) disponibles para una población de casi 11 millones, lo que se traduce en 5 camas por cada 100.000 habitantes. En Alemania, por ejemplo, este valor asciende a 34, mientras que en Estados Unidos a 29 y en Italia a 12,5.
Convertir debilidades en fortalezas
Pero la urgente necesidad de aumentar la capacidad llevó a la requisa de espacios en sanatorios privados, así como a la creación de nuevas camas de unidades de cuidados intensivos en hospitales públicos. Hasta ahora, esto ha duplicado la capacidad de las UCI del país a 910 camas, con la intención de continuar acrecentando el volumen.
Consciente de que la falta de personal y los problemas de hacinamiento en los hospitales favorecían un escenario propicio para la propagación de enfermedades infecciosas, el gobierno estableció a principios de febrero un comité nacional de expertos en salud pública, semanas antes de que el coronavirus llegara al país.
También aprovechó la crisis para promulgar reformas digitales destinadas a proteger la salud de los ciudadanos. "Cuando estalló la pandemia, la necesidad de simplificar los procesos gubernamentales se convirtió en primordial", dijo a The Guardian el ministro de Estado y Gobernanza Digital, Kyriakos Pierrakakis. "Una de las primeras cosas que hicimos para evitar que las personas salgan de sus hogares fue permitirles recibir prescripciones médicas por teléfono. Eso sólo ha salvado a 250.000 ciudadanos de hacer visitas al médico", añadió.
Los trámites presenciales se pusieron a disposición en línea, lo que también ahorró miles de viajes diarios. "Al cambiar la naturaleza de la interacción de los ciudadanos con el estado, nuestra esperanza es que, en última instancia, la confianza pública en las instituciones se recupere aún más", dijo Pierrakakis.
Medidas de confinamiento
El 26 de febrero, Grecia detectó su primer caso de Covid-19: una mujer de 38 años de Salónica que había visitado recientemente el norte de Italia. Un día después, el gobierno canceló todos los eventos relacionados al carnaval. Las autoridades de salud y estatales emitieron pautas y recomendaciones de precaución, mientras que las medidas hasta principios de marzo se tomaron localmente e incluyeron el cierre de escuelas y la suspensión de eventos culturales en las áreas afectadas (particularmente Ilia, Achaea y Zakynthos).
El 10 de marzo, con 89 casos confirmados y sin muertes, el gobierno decidió cerrar las instituciones educativas de todos los niveles en todo el país. Tres días después cerraron los cafés, bares, museos, centros comerciales, establecimientos deportivos y restaurantes. El 16 de marzo, se sumaron las tiendas minoristas, también se pusieron en cuarentena dos aldeas en Kozani y se suspendieron todos los servicios religiosos.
El 23 de marzo, las autoridades impusieron restricciones a todos los movimientos no esenciales hasta el 4 de abril, permitiendo a los ciudadanos salir de sus hogares únicamente para comprar alimentos, ir a la farmacia o al banco, trasladarse al trabajo cuando aplica, o salir a hacer ejercicio pero de a dos personas como máximo. La Policía Helénica, la Policía Municipal, la Guardia Costera Helénica y la Autoridad Nacional de Transparencia están facultados para hacer cumplir las normas y pueden emitir multas por incumplimiento. La cuarentena luego se amplió hasta el 27 de abril.
Además, el gobierno griego, que ha confiando en la importancia de la transparencia, celebra una conferencia de prensa todas las tardes a las 18:00 horas para explicar la última evidencia científica y anunciar las nuevas medidas a tomar. Se establece un vínculo claro entre la evidencia y la política y cualquier noticia falsa o información errónea que se haya difundido en las últimas 24 horas se aborda en el acto.
Las medidas implementadas en Grecia se encuentran entre las más proactivas y estrictas de Europa y han sido reconocidas internacionalmente por haber frenado la propagación de la enfermedad y haber mantenido el número de muertes entre los más bajos del continente.
Preocupación por los campos de refugiados
Otra de las grandes preocupaciones del gobierno era la llegada del virus a los campos de refugiados. En la isla de Lesbos, por ejemplo, el infame campamento de Moria tiene alrededor de 20.000 personas viviendo en un espacio diseñado para poco menos de 3000. La organización Médicos Sin Fronteras ha pedido reiteradamente la descongestión urgente y advirtió que un brote allí podría ser letal.
Como respuesta, el 27 de febrero, el primer ministro Kyriakos Mitsotakis declaró que ya no toleraría la entrada ilegal de migrantes desde Turquía –que un día después anunció que ya no retendría a los refugiados que quieran llegar a Europa–, ya que esto constituye una amenaza para la salud pública en Grecia. El gobierno anunció además que el movimiento de refugiados fuera de los campamentos estaría restringido ya que las instalaciones están preparadas para casos confirmados, y que solo permitiría a grupos pequeños de refugiados y migrantes salir temporalmente para obtener suministros básicos.
Sin embargo, distintas ONGs, como Human Rights Watch y Amnistía Internacional, han manifestado que las acciones del gobierno dirigidas a mitigar la situación en los campamentos son insuficientes y han denunciado episodios de maltrato y violencia perpetrados por las fuerzas griegas.
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