Coronavirus. Suecia prueba un nuevo estatus: el de Estado paria
ESTOCOLMO.- Desde hace 13 años, miles de fans de la cultura nórdica se reúnen todos los veranos en el lado noruego de la frontera con Suecia para celebrar el festival Allsang pa Grensen, que significa algo así como "cantando en la frontera", y que también se transmite en vivo. Pero este verano boreal no habrá ningún cantante sueco en el evento, ni tampoco ningún espectador sueco presente entre el público: Noruega ha prohibido el ingreso de ciudadanos suecos a su territorio.
Y los noruegos no son los únicos vecinos escandinavos que no quieren visitas de Suecia este verano. Dinamarca y Finlandia también han sellado sus fronteras con Suecia, por temor al ingreso de infectados con coronavirus.
Durante los últimos tres meses, Dinamarca y Finlandia establecieron cuarentenas estrictas, pero como es bien sabido Suecia se rehusó, y ahora está sufriendo el doble de contagios y el quíntuple de muertes que los otros tres países nórdicos sumados, según las cifras comparadas.
Si bien las diferencias metodológicas en el registro de casos puede hacer que las comparaciones sean inexactas, la tendencia es clara, al igual que el nuevo estatus de Estado paria que Suecia se ha ganado.
"Vamos a extrañar a los suecos este año", dice Ole Evenrud, estrella del pop noruego cuyo nombre artístico es Ole i’Dole, "Ole el ídolo", uno de los habituales artistas del festival que se realiza en Halden, ciudad fronteriza de noruega. "Pero estoy de acuerdo con el cierre de fronteras. Nosotros manejamos bastante inteligentemente el tema del coronavirus".
"Víctimas de una campaña de estigmatización"
Las autoridades suecas, incluido Anders Tegnell, el arquitecto de la estrategia del país para enfrentar la pandemia, están indignados. Aseguran que los suecos han sido víctimas de una campaña internacional de estigmatización para demostrar que estaban equivocados y advierten que sus vecinos serán mucho más vulnerables si dentro de tres meses, con la llegada del otoño boreal, se produce una segunda oleada de contagios.
"Confiamos realmente en que nuestro nivel de inmunidad es más alto que en ningún otro país nórdico", manifestó Tegnell esta semana en conferencia de prensa, y agregó que si bien Suecia no aspiraba a alcanzar la inmunidad de rebaño, ese grado de inmunidad más alto "está contribuyendo a disminuir la cantidad de pacientes que requieren hospitalización, así como el número de muertes diarias".
Tegnell también dijo que Suecia había llegado al "pico de contagios" y que ahora estaban bajando, una tendencia que se refleja en las cifras oficiales.
Los expertos de otros países escandinavos dicen que el supuesto mayor nivel de inmunidad no ha sido demostrado en ensayos científicos rigurosos y que esa discusión soslaya el punto principal.
"Cuando uno ve que Suecia tiene 5000 muertos y Noruega tiene 230, no hay mucho que agregar", dijo en mayo Gro Harlem Bruntland, exprimir ministro de Noruega y exdirector de la Organización Mundial de la Salud durante una conferencia virtual en la Academia Noruega de Ciencias y Letras. "Es una diferencia casi insalvable, que tardaría uno o dos años en nivelarse."
Hace unos meses, Tegnell se había convertido en una especia de figura de culto, por la generalizada admiración que suscitaba su rebelde abordaje de la pandemia. Pero su estrella resultó ser fugaz, a la luz de los resultados. La confianza en Tegnell cayó del 69% en abril al 60% actual, según una encuesta de Ipsos y el principal diario sueco, Dagens Nyheter, difundida el lunes.
El pasaporte sueco, durante mucho tiempo considerado como un pase libre para fluir sin trabas por el mundo, hoy tal vez encuentre pocas puertas abiertas incluso dentro de la Unión Europea. La mayoría de los países del bloque ha reabierto sus fronteras para los países miembros, pero solo Francia, Italia, España y Croacia están dejando entrar sin restricciones a los suecos.
De hecho, algunas naciones, como los Países Bajos y Chipre, tienen directamente prohibido el ingreso de ciudadanos suecos. Austria les exige certificado de salud, una especie de pasaporte sanitario, y Grecia obliga a los suecos recién llegados a un aislamiento mínimo de una semana, aunque den negativo en el testeo de coronavirus.
Si bien las regulaciones de emergencia y las "fuertes advertencias de viaje" han alterado a muchos suecos, lo más doloroso para los suecos ha sido la actitud de sus vecinos nórdicos, señala la ministra de relaciones exteriores de Suecia, Anne Linde.
"Es triste y frustrante que se hayan cerrado fronteras tan fácilmente", dice Linde, y apunta contra Dinamarca, donde el número de contagios era mayor que en el sur de Suecia, "y sin embargo, de pronto teníamos guardias fronterizos custodiando el puente que une ambos países".
Y agrega: "Son cosas duras, que tardarán en sanar. Es muy difícil de entender, porque en Copenhague tenían muchas más muertes."
Las restricciones a los viajes impuesta por sus vecinos inmediatos —Dinamarca, Finlandia y Noruega—, deja expuestos resentimientos y diferencias que suelen quedar disimulados bajo una pátina de amabilidad y de identidad escandinava en común.
Suecia tiene una especie de hegemonía regional y según sus críticos los suecos tienen una sensación de superioridad que llega a ser irritante.
Con más de 10 millones de habitantes, Suecia tiene casi el doble que población que cualquiera de sus vecinos. Su economía está muchos más integrada globalmente y tiene marcas consagradas, como Volvo, Ikea y H&M, así como la banda musical ABBA. Suecia también tiene una política inmigratoria mucho más flexible que sus vecinos.
Los países escandinavos están históricamente vinculados de varias maneras. Salvo Finlandia, comparten idiomas y culturas similares, y el tipo de cambio entre sus monedas es fijo. Hace mucho que permitieron los viajes sin pasaportes y controles a través de sus fronteras, y de hecho, la Unión Nórdica de Pasaportes, establecida en 1954, sirvió de modelo para el sistema de fronteras abiertas de la Unión Europea.
Pero después llegó la pandemia. El tema de la situación de paria del Estado sueco fue objeto de un acalorado debate en un popular programa de radio escandinavo llamado "Un noruego, un sueco y un danés", que se emite semanalmente en los tres países.
"No podemos ir a Noruega, no podemos cruzar a Dinamarca", dijo en el programa Asa Lindeborg, periodista del periódico sueco Aftonbladet, y agregó que hasta Finlandia habían prohibido el ingreso de los suecos.
"Nos quieren ver en penitencia en el rincón de la vergüenza, y lo peor es que lo disfrutan", dijo Lindeborg en referencia a los vecinos de Suecia. "A los noruegos, los daneses y los finlandeses les encanta que a los suecos no los quieran recibir en ninguna parte. Pero aunque ustedes no nos extrañen, yo los extraño."
The New York Times
(Traducción de Jaime Arrambide)
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