Coronavirus: el rebrote en Pekín, una advertencia urgente para el mundo
WASHINGTON.- Hace semanas que la vida había vuelto casi a la normalidad en gran parte de Pekín: los restaurantes atendían, la gente iba a trabajar, habían reabierto las escuelas. La pandemia de coronavirus parecía caso algo que pasaba en el resto del mundo, y no en China .
Pero el jueves pasado Pekín anunció su primer caso de contagio comunitario en 55 días, un hombre de 52 años apodado de apellido Tang. El hombre les aseguró a las autoridades que no había salido de la ciudad en más de dos semanas y que no había estado en contacto con nadie de afuera de la capital china.
Las autoridades pronto descubrieron decenas de casos más, en su mayoría vinculados con un gigantesco mercado del sudeste de Pekín. El sábado, la ciudad reimpuso estrictas medidas "de tiempos de guerra" para impedir una segunda oleada de infectados. Los vecinos de Pekín se quedaron pasmados con el nuevo cierre parcial de la ciudad y tienen una inquietante sensación de déjà vu.
"Con dos meses de reapertura gradual, las cosas parecían haber vuelto a la normalidad, y ahora estamos de pronto como en febrero", dice Nelson Quan, confinado en un complejo de departamentos del barrio de Yuquan.
La cantidad de casos sigue siendo poca para una ciudad de 22 millones de habitantes. Pero las autoridades no piensan correr riesgos: ayer se cancelaron 1200 vuelos de ingreso y partida de los dos aeropuertos de la ciudad. Las escuelas cerraron apenas un mes después de haber reabierto. Y desde que se confirmó el caso de Tang, la ciudad afirma haber testeado a más de 3,5 millones de pequineses.
En las semanas previas al rebrote, las autoridades sanitarias se habían jactado de la contención del virus y habían llegado a sugerir que otros países debían copiar el modelo de China. Pero los nuevos casos demuestran que ese modelo es más frágil de lo que parecía inicialmente.
El rebrote en Pekín plantea preguntas preocupantes, no solo sobre cómo llegó el virus al mercado de Xinfadi -la preocupación más obvia-, sino una más inquietante: ¿el ganado o incluso los peces pueden ser portadores del virus? Las autoridades chinas dijeron que el virus puede haber estado circulando en los alrededores del mercado desde abril.
Si hay algo que está dolorosamente claro es que la pandemia está lejos de terminar.
Mientras Pekín lucha contra una segunda oleada, otros países aún no superaron la primera. Y a medida que China adopta su enfoque de guerra para combatir el coronavirus, algunas naciones van en retirada. En medio de la fatiga, la incertidumbre y la penuria económica, fueron retrocediendo, prefiriendo rendirse en vez de sacrificarse.
En una columna de opinión publicada esta semana en The Wall Street Journal, el vicepresidente norteamericano Mike Pence dijo que los medios se equivocaron: Estados Unidosno estaba enfrentando una segunda ola de infecciones, estaba "ganando la lucha contra el enemigo invisible".
Numerosos expertos, incluido Anthony Fauci, máximo referente en enfermedades infectocontagiosas de Estados Unidos, contradicen esa evaluación. "No me gusta hablar de una segunda ola cuando todavía no hemos salido de la primera", dijo Fauci, jefe del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infectocontagiosas de Estados Unidos.
Mientras las empresas reabren en todo Estados Unidos, hay muchos estados donde el brote está alcanzando nuevos picos, y los totales de casos diarios empequeñecen los casos encontrados en el brote de Pekín. Sin embargo, ningún estado norteamericano está restringiendo los viajes o cerrando barrios enteros, como China.
A nivel mundial, los números muestran que la pandemia sigue escalando mientras el mundo intenta seguir adelante. Estados Unidos es un foco caliente, al igual que otras grandes naciones como Rusia e India . En Brasil , que desde finales de mayo viene teniendo sostenidamente el mayor número de nuevos casos por día, el presidente Jair Bolsonaro y otros funcionarios ignoraron las advertencias de establecer el confinamiento.
"Estamos haciendo algo que no hizo nadie", dice Pedro Hallal, epidemiólogo de la Universidad Federal de Pelotas, en Brasil. "Nos estamos acercando al pico de la curva, y es casi como si estuviéramos desafiando cara a cara al virus. ¿A ver a cuántos infectás? Veremos si sos tan fuerte…"
Otros países que al principio se tenían mucha confianza ahora están viendo girar la rueda de la fortuna. MIentras el presidente egipcio , Abdelfatah Al-Sisi, sigue promocionando el éxito de su país y denostando a quienes criticaron su estrategia, los médicos advierten que el aumento en los casos está desbordando el sistema de salud.
"La más mínima presión puede hacer colapsar el sistema de salud egipcio", dice una joven médica que trabaja en uno de los principales hospitales de formación de El Cairo.
El rebrote de Pekín demuestra que no es posible volver a la normalidad ni aunque el virus retroceda. Su velocidad de propagación y las persistentes dudas sobre cómo se contagia, a quiénes mata y por qué, implican que el estado de alerta y vigilancia llegaron para quedarse.
Ya ha habido señales preocupantes en otros países. Singapur y Corea del Sur , que parecían haber derrotado la primera ola del brote, tuvieron focos preocupantes que los llevaron a reimponer algunas restricciones. Y en Nueva Zelanda , que el 8 de junio se había declarado "libre de coronavirus", el virus reingresó con los viajeros llegados de Gran Bretaña .
Algunos funcionarios admiten abiertamente que este juego del gato y el ratón durará meses, por no decir años.
"Personalmente, creo que este virus se irá instalando en nuestra sociedad a lo largo de varios años", dice Hitoshi Oshitani, virólogo y asesor del gobierno de Japón . Oshitani duda de la efectividad de una potencial vacuna y desestima como "absurda" la estrategia de esperar la inmunidad de rebaño.
Cualquier rebrote, especialmente si no se puede determinar la cadena de transmisión, es particularmente preocupante en China, un Estado autoritario y altamente tecnologizado que apostó todo a cortar de cuajo el virus en la primera oleada de contagios.
De hecho, el nuevo foco del mercado de Pekín no se descubrió por la vigilancia del gobierno, sino por la vigilancia personal. Tang, el paciente confirmado la semana pasada, solo tenía síntomas leves, pero de todos modos fue en bicicleta a un centro de testeo. Aparentemente, el hombre entendía que no hemos vuelto a la normalidad.
The Washington Post
(Traducción de Jaime Arrambide)
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