Coronavirus: una prueba que muchos ministros de Salud de América Latina no pudieron superar
La pandemia de coronavirusse convirtió en una prueba de fuego para los ministros de Salud en el mundo. En América Latina, los titulares de esas carteras enfrentaron desafíos aún mayores: falta de presupuesto, sistemas sanitarios debilitados, presidentes rebeldes e incluso protagonizaron escándalos de corrupción.
Mientras algunos ministros salieron airosos y se convirtieron en referentes por su buen manejo de la crisis sanitaria, otros funcionarios no pudieron con la titánica tarea y dieron un paso al costado, o fueron removidos del cargo y señalados como responsables del fracaso de la estrategia de contención en países en donde la epidemia se ha descontrolado.
El último incidente en torno a un alto funcionario de la Salud se produjo en Guatemala, al confirmarse la semana pasada la salida del ministro Hugo Monroy y todo su equipo de trabajo, en medio de la polémica por el ocultamiento de cifras y la falta de pruebas de detección de coronavirus en el país.
Monroy fue cuestionado por varias instituciones por el trabajo que hacía al frente de la cartera: en abril, el procurador Jordán Rodas pidió su destitución por supuestas adquisiciones anómalas y desabastecimiento de equipo de protección personal para médicos que atendían a pacientes de Covid-19; en mayo, la Comisión de Salud del Congreso de la República "sugirió" al presidente Alejandro Giammattei la exoneración de Monroy por deficiencias en el manejo de la emergencia y la baja ejecución presupuestaria en la misma; y en junio, la ONG Acción Ciudadana pidió al ministerio Público que presente una solicitud de desafuero, tras acusarlo de ocultar información.
"Desde hace décadas el sistema de salud ha sido precario. Esas deficiencias se han profundizado con el pasar de los gobiernos. Pero lo sucedido es inexcusable. El manejo ha sido desastroso. Ha sido evidente que el ministro saliente y su equipo, no tenían la más mínima idea de cómo de conducir y gestionar el ministerio de Salud Pública", dijo a LA NACION el analista político guatemalteco Renzo Rosal, experto en transparencia.
"Este es el gran momento para entrarle de lleno a reformas sustantivas del sistema de salud; es el momento de oportunidad que no estaba en ninguna planificación. Además, el factor recursos (principal limitante de siempre), en esta ocasión no entraba en la ecuación. Que se carezca de los insumos básicos y depender de las donaciones, es otra evidencia del desastre", agregó.
Renuncias y desacuerdos
Unos días antes, había renunciado en Chile el ministro de Salud, Jorge Mañalich, luego del fracaso de la estrategia de las "cuarentenas dinámicas". Lo hizo al admitir que dos aspectos clave estaban fuera de control: la movilidad de las personas y la trazabilidad de los contagios. El primer elemento, que mide la circulación dentro de las comunas, estaba disparado: tenía que reducirse a un 35% y los datos oficiales doblaban esa meta. En paralelo, el equipo para monitorear la trazabilidad no daba abasto: dejaba 11.000 personas sin ubicar cada día, según un estudio de Ciper.
Asimismo, la dimisión se produjo después de la controversia sobre los reportes de cifras de fallecidos por coronavirus. La misma investigación reveló diferencias entre la cantidad de muertos que el ministerio de Salud enviaba a la Organización Mundial de la Salud (OMS) y las cifras oficiales que reportaba en el país.
Anteriormente, ya había renunciado la ministra de Salud de Ecuador, Catalina Andramuño. Lo hizo el 22 de marzo, unas semanas después de que se anunciara el primer caso de coronavirus en el país. La funcionaria explicó en una carta que resignó a su cargo por falta de fondos y apoyo político para enfrentar la pandemia.
Sin embargo, el portal Periodismo de Investigación tuvo acceso a un polémico audio de una reunión del 1 de marzo del Comité de Operaciones de Emergencia (COE), que dejaba mal parada a la ministra al decir que la crisis en Guayaquil estaba controlada aunque luego se convirtió en la ciudad más golpeada de Ecuador.
En Brasil, el segundo país en superar el millón de casos, la diferencia de opiniones entre la presidencia y el ministerio de Salud ha provocado un desfile de ministros en los últimos meses. A mediados de abril, Jair Bolsonaro destituyó al popular Luiz Henrique Mandetta, titular de la cartera en ese momento, debido al desgaste por las discusiones entre el funcionario, que recomendaba el aislamiento para reducir la velocidad de los contagios, y el mandatario, quien pretendía acelerar el regreso a las actividades para "movilizar la economía", aplicando un "aislamiento vertical", según informó el periódico Folha de S. Paulo.
En su lugar, asumió el oncólogo Nelson Teich. Pero un mes después renunció a la posición por razones similares a las de su antecesor: las presiones del presidente para cambiar la estrategia de combate al nuevo coronavirus. Las discrepancias ocurrieron cuando Bolsonaro incluyó en la lista de actividades esenciales a peluquerías, salones de belleza y gimnasios, luego de que Teich rechazara flexibilizar las cuarentenas. Posteriormente entraron en conflicto en relación al uso de la cloroquina.
En el cargo lo sucedió como ministro interino, Eduardo Pazuello, un militar sin experiencia en el área. Además, a fines de mayo renunció el secretario de Vigilancia del ministerio, Wanderson Oliveira, considerado como el máximo responsable de la política de combate al coronavirus en el país.
Destituciones
El presidente peruano Martín Vizcarra fue el primer líder latinoamericano en destituir a su ministra de Salud, Elizabeth Hinostroza, en plena crisis. "Queremos agradecerle su trabajo y entrega, pero una evaluación rigurosa de los acontecimientos nos obliga a tomar la decisión de que la reemplace otro profesional, médico también pero experto en Salud Pública", dijo el 20 de marzo en la conferencia de prensa habitual.
En su lugar nombró a Víctor Zamora, al que definió como "un profesional con experiencia" en la gestión de la salud pública. El mandatario también dijo en ese momento que las cifras obligaban a continuar con la estrategia de cuarentena generalizada, la cual sigue vigente hasta la fecha, y está camino a convertirse en la más larga del mundo.
Una semana después, el presidente de El Salvador, Nayib Bukele, sustituyó a la ministra de Salud, Ana Orellana. Así lo anunció la secretaría de Prensa de la Presidencia, y especificó que la prioridad del país era la de "proteger la vida de los salvadoreños", sin añadir más detalles sobre las circunstancias de la salida de la funcionaria.
No obstante, algunos medios de comunicación salvadoreños precisaron que la exministra estuvo "ausente" y que ha sido Francisco Alabi, su sucesor, quien ha representado a la cartera durante la crisis.
El presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, también destituyó a su ministra, Carolina Dávila, según reportó el diario oficial La Gaceta. El mandatario no explicó las razones de su decisión. Sin embargo, la salida de la funcionaria se dio en medio de la polémica sobre el mal manejo del Gobierno de la crisis — no tomó medidas restrictivas e incitó la aglomeración de las personas– y de la escasa información oficial brindada a la población.
El experto Renzo Rosal señaló a LA NACIÓN que en algunos casos el ministro de Salud de un país puede convertirse en un "chivo expiatorio" cuando una estrategia fracasa y la pandemia se sale de control. No obstante, advirtió: "La clave está en tener la capacidad de remontar las áreas críticas directamente asociadas con la crisis pero no solo para estabilización coyuntural, sino para dar pasos adicionales que impliquen mejora y cambios de mayor calado".
"El ojo del huracán está en la gestión de la crisis sanitaria. No por gusto los cambios de homólogos en varios países del continente. Pero esas purgas deben tener sentido: nombrar nuevos cuadros que tomen la sartén por el mango, y no solo cambiar para más de lo mismo. El perfil de los relevos es esencial", añadió.
Irregularidades
El ministro que peor terminó fue el de Bolivia, Marcelo Navajas, quien fue detenido por la policía el 20 de mayo por la compra con sobreprecios de 170 ventiladores españoles para pacientes con coronavirus y luego fue destituido por la presidenta, Jeanine Áñez.
El escándalo se destapó con el reclamo de los médicos de cuidados intensivos, quienes denunciaron que las máquinas no eran adecuadas para las unidades de terapia intensiva de los hospitales bolivianos. Luego surgieron los informes de que se había pagado sobreprecio.
El diario El Deber informó que Bolivia había adquirido los equipos de manufactura española a un precio unitario de 27.683 dólares, pero luego se conoció que la empresa los ofrecía por un máximo de 11.941 dólares. En una audiencia virtual que se realizó ayer, la justicia concedió detención domiciliaria para Navajas, quien es atendido por un grupo de colegas, porque tiene bajo el ritmo cardíaco, lo que impide que sea sometido a una intervención quirúrgica para colocarle un marcapaso.
Entretanto, en Paraguay, el ministerio de Salud se encuentra bajo la lupa desde que nueve diputados presentaron una denuncia formal ante la Fiscalía contra esa cartera por la compra de insumos médicos de las empresas Imedic y Eurotec, una licitación que está "viciada de irregularidades", según el informe de la Contraloría General de la República (CGR).
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