Trump presiona a sus espías para acusar a los laboratorios chinos
WASHINGTON.- Altos funcionarios del gobierno de Trump han presionado a las agencias de inteligencia para que salgan a cazar evidencias que apoyen la teoría sin fundamente de que el brote de coronavirus se originó en un laboratorio del gobierno chino en Wuhan, según revelaron actuales y exfuncionarios norteamericanos.
Algunos analistas de inteligencia temen que esas presiones distorsionen la evaluación que se haga del virus y no quieren ser usados como arma política en la escalada de un conflicto con China por el origen de una enfermedad que ya contagió a más de tres millones de personas alrededor del mundo.
La mayoría de las agencias de inteligencia descreen que exista evidencia concluyente que vinculen al virus con un laboratorio, y los científicos que estudiaron el perfil genético del coronavirus aseguran que es abrumadoramente probable que el patógeno haya saltado de los animales a los humanos en un entorno natural, no de laboratorio, al igual que ocurrió con el HIV, el ébola y el SARS.
Trump y los legisladores republicanos han buscado culpar de la pandemia a China, en parte, para desviar las críticas hacia el mal manejo que hizo la Casa Blanca de la crisis en Estados Unidos, donde ya hay más casos de Covid-19 que en ningún otro país: más de 1 millón de norteamericanos se infectaron y más de 60.000 murieron a causa de la enfermedad.
El secretario de Estado, Mike Pompeo, exdirector de la CIA y el más desembozado halcón contra China que tiene la Casa Blanca, se puso a la cabeza de las presiones sobre las agencias de inteligencia para que salgan a cazar información, según actuales y exespías norteamericanos.
Matthew Pottinger, viceasesor de seguridad nacional, que cuando era corresponsal periodístico en China cubrió el brote de SARS, viene presionando desde enero a los organismos de inteligencia para que recaben cualquier dato que pudiera respaldar la teoría del origen del virus en un laboratorio.
Y en enero, durante una videoconferencia con agentes de la CIA, el director de la oficina de rastreo de armas de destrucción masiva del Consejo de Seguridad Nacional, Anthony Ruggiero, manifestó su frustración por el fracaso de la agencia de inteligencia para suscribir alguna teoría sobre el origen del brote. Los analistas de la CIA le respondieron que no tenían evidencia para apoyar ninguna teoría, según fuentes que participaron de la conversación.
La evaluación de la CIA respondía a que tampoco había señales de que el propio gobierno chino creyera que el brote se había originado en un laboratorio. El gobierno de Pekín negó enfáticamente que el virus se hubiese filtrado de un laboratorio, y al mismo tiempo se ocupó de desinformar sobre sus orígenes, llegando a sugerir que había sido fabricado por los militares norteamericanos.
Desprestigio
Cualquier informe de la inteligencia norteamericana que culpase del brote a una institución china y a sus funcionarios podría causar estragos a largo plazo en las relaciones de Estados Unidos con China. Y los funcionarios de Trump podrían usar ese informe para hacer que otros países responsabilicen públicamente a China de las muertes por coronavirus, aunque el origen exacto de la pandemia no pueda ser determinado.
Todos los funcionarios de la Casa Blanca consultados se negaron a hacer comentarios al respecto, pero un funcionario de la oficina del director de seguridad nacional reconoció que no había consenso sobre el origen del brote entre los organismos de inteligencia, pero que los espías estaban recabando información y que mantenían actualizados a los funcionarios del gobierno.
La cadena de noticias NBC informó anteriormente que los funcionarios de Trump habían instruido a los espías para que determinen si China y la Organización Mundial de la Salud (OMS) ocultaron inicialmente información sobre el brote.
Científicos, espías y funcionarios norteamericanos están enfrentados desde hace meses por las diversas teorías sobre el origen del brote, y muchos concuerdan en la importancia de determinar la génesis de la pandemia
Tanto en el gobierno como en las instituciones académicas, los expertos han descartado que el virus haya sido fabricado como arma biológica. Y concuerdan en que el nuevo patógeno empezó como un virus de los murciélagos que evolucionó de manera natural, probablemente en otro mamífero, hasta ser apto para infectar, enfermar y matar el ser humano.
Algunos veteranos expertos en seguridad nacional recordaron un historial de accidentes en laboratorios en los que se infectaron algunos científicos e investigadores, para sugerir que lo mismo podría haber pasado en este caso, pero los científicos descartan esta posibilidad.
"Ningún escenario que involucre un laboratorio nos parece plausible", escribieron cinco científicos en un informe publicado en marzo en la revista Nature Medicine.
Trump ha hablado en público de las "muy serias investigaciones del gobierno" sobre el origen del virus y la culpabilidad de China. Esas pesquisas cobraron renovada fuerza a fines de marzo, cuando los agentes de inteligencia presentaron información que impulsó a la Casa Blanca a reconsiderar la teoría del laboratorio. Pero la naturaleza exacta de esa información, basada parcialmente en mensajes interceptados entre funcionarios chinos, no se conoce.
Ni los actuales ni los exfuncionarios dicen si Trump, que nunca mostró demasiado respeto por el juicio independiente de los agentes de inteligencia y las fuerzas de la ley, presionó personalmente a los organismos de inteligencia. Pero según dos fuentes cercanas a su pensamiento, sí quiere que cualquier información que apoye la teoría del laboratorio le deje preparado el escenario para culpar a China.
Trump también ha manifestado su interés por la idea impulsada por Michael Pillsbury, asesor de la Casa Blanca sobre asuntos chinos, de que el gobierno de Pekín podría ser demandado por daños y perjuicios, y que Estados Unidos podría exigir 10 millones de dólares por cada fallecido. Esta semana, en una rueda de prensa, Trump dijo que su gobierno estaba discutiendo un reclamo de reparación "muy sustancial" contra China. "El presidente Trump exige saber los orígenes del virus y lo que Xi Jinping sabía sobre el encubrimiento", dice Pillsbury.
Es mucho lo que se ignora sobre el nuevo patógeno, incluido cuál fue el animal que transmitió a los humanos el coronavirus y dónde se produjo ese primer contagio. Los espías le han recalcado insistentemente a la Casa Blanca que determinar el origen de un brote es básicamente una cuestión científica, que no puede ser respondida con espionaje.
Un exespía describe el énfasis que pone la Casa Blanca en la teoría del laboratorio como "shopping de conclusiones", un término despectivo que usan los analistas y que se remonta a la insistencia del gobierno de Bush en 2002 sobre los informes de presencia de armas de destrucción masivas en Irak y sus vínculos con Al-Qaeda, tal vez el caso más tristemente célebre de politización de la información de inteligencia.
Según los espías, la única prueba definitiva, si es que existe, sería acceder al laboratorio y conseguir las muestras de virus que contiene.
Traducción de Jaime Arrambide
The New York Times
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