LONDRES.- En estos momentos en todo el mundo se están acelerado muchos procesos. El de la vacuna para el nuevo coronavirus, por ejemplo, con la cantidad de recursos que se le están destinando y la posibilidad de saltarse algunas etapas de prueba para hacerla más expedita.
O el del uso de tecnología para la vigilancia individual de síntomas de la enfermedad, que empezó a utilizarse en países autoritarios –como China– pero cuyo uso se está extendiendo a algunas democracias.
Pero para el doctor Richard Haass, presidente del Council of Foreign Relations, uno de los centros de estudio más importantes de Estados Unidos, lo que se está acelerando es la Historia misma, con mayúscula.
Haass, –exdiplomático y autor de 14 libros– expuso su tesis de que, más que cambiar la historia mundial, la actual epidemia de Covid-19 la está acelerando, en un artículo en la revista Foreign Affairs, que publica el think thank que dirige. El artículo se titula The Pandemic Will Accelerate History Rather Than Reshape It ("Más que remodelarla, la pandemia acelerará la Historia").
Es un concepto extraordinario, pero dejemos que sea el propio Richard Haass quien lo explique.
- El concepto de la historia acelerándose me parece fascinante. Si lo entiendo bien, significa que hay momentos de tanta tensión y concentración de fuerzas que la historia sencillamente se acelera...
Exactamente. Mire, lo que el mundo está viviendo debido a la Covid-19 es obviamente terrible y extraordinario. Mi argumento es que, a pesar de todo esto, no necesariamente va a ser un punto de inflexión en relaciones internacionales, porque muchas de las tendencias ya existían antes de que el virus nos impactara. Entonces lo que creo que va a pasar es que las tendencias que existen van a tomar más velocidad y volverse más pronunciadas y dominantes. Entonces la historia no va cambiar su curso sino que se va a acelerar.
- En el artículo usted menciona algunos ejemplos, como el declive del liderazgo de Estados Unidos.
Sí, Estados Unidos desde la administración de Obama y mucho más en la de Trump, se ha retirado de su tradicional rol de de liderazgo en el mundo. Lo hemos visto en Medio Oriente. También hemos visto cómo se ha retirado de varios acuerdos internacionales, la falta de cercanía con nuestros aliados internacionales y la falta de interés en cómo se gobierna el mundo. Lo último fue la decisión del presidente Trump de detener la financiación para la Organización Mundial de la Salud.
Después, a nivel global, ya sea que hablemos de salud, proliferación de armas o cambio climático, las instituciones de gobierno mundial han sido terriblemente inadecuadas. La pandemia lo resaltó, pero es algo que venía de atrás.
Miremos también la relación entre Estados Unidos y China, los dos países más poderosos e importantes del siglo XXI. Ya venía deteriorándose, pero es probable que se deteriore aún más como consecuencia de esta pandemia, cuando Estados Unidos y otros países culpen a China por lo que ha pasado.
Y otro tema es la democracia. Después del fin de la Guerra Fría vimos la diseminación y el fortalecimiento de la democracia alrededor del mundo. Pero eso empezó a ralentizarse hace unos 15 años y una de mis preocupaciones es que muchos gobiernos van a utilizar esta crisis para fortalecer su poder y debilitar a la sociedad civil. Con esto se debilitarían también los checks and balances (controles democráticos) en las sociedades y la democracia se volvería aún más frágil en esos países.
- Usted también menciona la pérdida de impulso, de "momentum", en el proyecto europeo. Ya vimos lo difícil que fue llegar a un acuerdo para el rescate económico en la Unión Europea.
Absolutamente. De nuevo: el proyecto europeo estaba quedándose sin vapor, lo vimos con Brexit y con la falta consenso dentro de Europa sobre el futuro... Y ahora vemos surgir una división real entre Europa del norte y del sur, la cuestión sobre las condiciones impuestas para lo económico. Y además tenemos todos los retos internos en lugares como Italia, que debilitará a algunos países en su voluntad de ser parte de la Unión Europea. Lo vimos también con la poca voluntad de compartir equipos de protección y con nuevos límites para que la gente pueda cruzar las fronteras. Todo esto va en contra de la letra y el espíritu de la Unión Europea.
- Puedo ver cómo esta "aceleración de la Historia", puede pasar a nivel nacional –con revoluciones, por ejemplo– pero lo que es especial ahora es que está ocurriendo globalmente.
Sí, está pasando alrededor del mundo. Lo que me preocupa es que esta crisis absorberá una enorme cantidad de recursos desde lo económico hasta la atención que necesita prestársele. Entonces, justo en el momento en que necesitamos enfocarnos en temas globales vamos a tener menos capacidad para hacerlo. Todos vamos a estar concentrados en lo que ocurre dentro de nuestras propias fronteras. Es una peligrosa combinación cuando los temas globales son cada vez más importantes, como lo hemos visto con la epidemia o el cambio climático.
- Y a nivel nacional estamos viendo –usted lo mencionaba– cómo algunos mandatarios están aprovechando la crisis para acelerar sus proyectos autoritarios. Por ejemplo Victor Orban, que está acumulando más poder en Hungría.
Claro, estamos viendo cómo se debilita a la sociedad civil en algunos lugares. Usted menciona al señor Orban, él es el tipo de líder que usará esta crisis para desviar el balance del poder en su dirección. Mire, yo soy estadounidense y en este país estamos a diario teniendo debates constitucionales sobre los poderes del presidente –el Ejecutivo– y los poderes del Congreso, o sobre la relación entre el gobierno federal y los 50 estados. Esta crisis le está agregando un nuevo grado de estrés a nuestro sistema político. También está agregando más demandas del público por ayuda económica y seguridad. Y cada vez que un sistema político sufre este tipo de presiones se obtiene todo tipo de reacciones. Todas las democracias lo están experimentando.
Y en cuanto a los países no democráticos, como Rusia o China, creo que se volverán más incluso autoritarios. Lo vimos en China, con el encubrimiento inicial de lo que estaba ocurriendo. No sabemos lo que ocurrió allí en diciembre y creo que la posibilidad de conocer la verdad se ha reducido por los esfuerzos de ese gobierno.
- Hace poco Ian Goldin, profesor de Globalización en al Universidad de Oxford, nos dijo que cree que hay dos escenarios para lo que puede suceder cuando termine la pandemia: ya sea lo que ocurrió después de la Primera Guerra Mundial o lo que pasó después de la Segunda. Usted menciona exactamente lo mismo al final de su artículo. Y no parece muy optimista
Sí, siento mucho ser pesimista, pero es mi preocupación. Mire, lo que pasó después de la Segunda Guerra Mundial fue extraordinario. Tuvimos una cantidad tremenda de creatividad. Emergieron todas esas instituciones. Estados Unidos salió de esa guerra con claras ventajas económicas y las usó para el beneficio colectivo, como el Plan Marshall para ayudar a reconstruir Europa. Apoyamos instituciones como el Instituto Monetario Internacional, el Banco Mundial, creamos un sistema de intercambio comercial global... No estoy diciendo que fuéramos perfectos, pero Estados Unidos tenía una visión de liderazgo global. Ayudamos a construir las Naciones Unidas de manera que no se repitieran los errores que cometió la Liga de Naciones después de la Primera Guerra Mundial.
Peor ahora me parece que la situación será más como con la Primera Guerra: Estados Unidos tiene muy poco apetito para asumir liderazgo internacional. Muchos de nuestros recursos se destinaran para consumo interno. Entonces las cosas se pueden ir la deriva. Tal vez tengamos una recesión prolongada o incluso una depresión económica. Y países como Irán y Corea del Norte, si no se ejerce vigilancia sobre ellos, pueden hacer todo tipo de jugarretas. También me preocupa el cambio climático. Entonces sí, veo cómo toda la situación internacional se deteriora. Y ese es el paralelo: tras la Primera Guerra Mundial la situación global se puso progresivamente peor. No digo que vaya a ocurrir con seguridad, pero me preocupa que, a menos que cambiemos el curso, la dinámica, las cosas se pueden poner peores.
- En qué otros momentos cree que la Historia se ha "acelerado"
Mmmm... Usualmente ocurre antes y después de una crisis. Después de (los atentados) del 11 de septiembre la historia se aceleró tanto en Estados Unidos como en otros lugares. Mucha historia se condensó en un corto período de tiempo.
Y esas aceleraciones pueden ser tanto buenas como malas. Es buena cuando pasa en una situación que creemos es constructiva, que lleva a mayor estabilidad, libertad y prosperidad. Y es obviamente mala cuando tiene los efectos contrarios. Más recientemente ocurrió antes y después de la crisis financiera de 2008. Pero el ingrediente clave para la aceleración de la historia es el surgimiento de una crisis que fuerza a la acción.
- En todo este contexto, ¿tiene alguna reflexión sobre América Latina?
Seguro. América Latina empieza con una gran ventaja: es una de las pocas partes del mundo que no está definida por la geopolítica, al contrario de Asia, Europa o el Medio Oriente. No nos levantamos cada día preocupados por Brasil y Argentina, o Colombia y Chile enfrentándose en una guerra.
Los grandes retos para América Latina son sobre todo internos: buen gobierno, la relación entre el sector público y el privado. Y todo eso venía de antes. Estos problemas no han desaparecido, pero los gobiernos tendrán ahora menos habilidad para lidiar con ellos debido a la presión por la pandemia.
Me preocupa por la capacidad de gobiernos, en especial en México y Centroamérica, para enfrentar estos retos. Venezuela estaba en una situación terrible y ahora probablemente será peor. Y me preocupa mucho la situación de los millones de refugiados venezolanos.
Pero lo que me parece particularmente decepcionante sobre América Latina ahora mismo es que dos de sus países más importantes, Brasil y México, estén respondiendo ante la crisis de la manera en que lo están haciendo: la falta de liderazgo y seriedad a nivel nacional para enfrentar esta crisis son preocupantes.
BBC MundoTemas
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