Coronavirus: los países que no registran muertos tras un año de pandemia
Mientras algunos países vivencian una tercera ola de coronavirus, otros ni siquiera han sufrido los estragos de la primera. Ya casi no quedan territorios vírgenes; la pandemia se infiltró incluso en las remotas islas del Pacífico, como Vanuatu o Samoa, que hasta hace poco permanecían invictas. Pero hoy en día, múltiples estados aún no registran muertes por la enfermedad; Camboya, Laos, Timor Leste y Mongolia, por ejemplo.
El milagro del Sudeste Asiático
En líneas generales, el llamado Sudeste asiático se ha salvado de la fuerza devastadora del coronavirus, a excepción de Indonesia y Filipinas, que ocupan el puesto número 20º y 28º en el ranking global de contagios, con 636.154 y 452.988 respectivamente. Pero Tailandia, por ejemplo, un país con casi 70 millones de habitantes y que fue el primero fuera de China en detectar un caso de Covid-19, ha reportado tan solo 4261 infecciones y 60 decesos desde el comienzo de la pandemia. Y aunque en el último mes ha notificado un leve aumento de casos, los máximos diarios no superan los 30.
El caso de Vietnam es incluso más impresionante. Con una población de más de 97 millones de habitantes, ha registrado únicamente 1405 contagios y 35 muertes. El pico más fuerte de la pandemia lo experimentó en julio y agosto con cifras que no superaron los dos dígitos.
Pero ¿qué factores explican el éxito de estos países? Para el profesor Anucha Apisarnthanarak, jefe de la división de enfermedades infecciosas de la Universidad de Thammasat, el éxito de Tailandia se debió a la comunicación clara de los expertos en salud, la voluntad del gobierno de permitir que los científicos lideren la respuesta, un cierre efectivo, que fue respetado por el público, y el uso exhaustivo de la mascarilla, según señaló a The Guardian.
Algo similar ocurrió en Vietnam. "Para explicar el éxito de Vietnam se pueden destacar tres puntos: la inversión realizada en tiempos pacíficos, la activación temprana del sistema de respuesta y la manera en que toda la sociedad lo ha encarado con un liderazgo fuerte desde arriba", dijo Park Kidong, funcionario de la OMS en Hanoi.
Como estado de partido único, con servicios militares y de seguridad extensos y bien organizados, Vietnam ha podido tomar decisiones ágilmente y promulgarlas a igual velocidad. También existe una fuerte cultura de vigilancia, y se espera que las personas delaten a sus vecinos si sospechan que han hecho algo malo. No es el tipo de enfoque que probablemente funcione en sociedades más abiertas. Pero con recursos clínicos limitados a su disposición, Vietnam ha logrado controlar el brote.
El uso del tapabocas es un hábito arraigado en la cultura de muchos países de Asia. Los habitantes de esos países los llevan desde hace años y no solo cuando están enfermos. Muchos utilizan mascarillas para protegerse del aire contaminado en las populosas ciudades o incluso por motivos estéticos.
Naturalmente, existe más detrás de la historia que el uso de máscaras: en comparación con Occidente, los países del este de Asia tienden a tener tasas mucho más bajas de obesidad, un factor de riesgo principal para los casos graves de Covid-19. Estudios preliminares también sugieren que los ciudadanos de estos países pueden haber desarrollado cierta inmunidad al virus, dada su historia con los coronavirus pasados.
Además, en países vecinos, como Camboya o Laos, gran parte de la población vive en áreas rurales y pasa mucho tiempo al aire libre, factores que mitigan el riesgo de contagio.
Sin embargo, la respuesta de estos países tampoco ha sido perfecta. De hecho, la baja cantidad de tests per cápita –a excepción de Singapur, todos se encuentran del puesto 100 para abajo de la tabla– podría ser una de las explicaciones para las asombrosas cifras.
Pero a pesar de que es cierto que se han conducido pocos tests, los sistemas sanitarios tampoco han colapsado, una prueba de que no hay una alta circulación del virus. Hang Chansana, jefe de salud de emergencia de la Cruz Roja de Camboya, dijo a The Guardian que los hospitales aún no se habían visto abrumados, lo que sería el caso si el país enfrentara un brote importante.
Países remotos y poco poblados
Existe un pequeño puñado de países en donde los casos no superan los 100, y en donde nadie ha muerto por la enfermedad. La mayoría son islas remotas y poco pobladas; Groenlandia, Nueva Caledonia, Seychelles, San Cristóbal y Nieves, San Vicente y las Granadinas, por mencionar solo algunas.
La falta de conexión con el mundo exterior jugó a favor de estos países ya que les resultó muy fácil identificar a los viajeros infectados, y aislando los casos puntuales evitaron grandes brotes.
Además, una población pequeña permitió a algunos gobiernos conducir campañas masivas de testeo. En las islas Feroe, por ejemplo, un archipiélago autónomo que forma parte del Reino de Dinamarca, todos sus 48.949 habitantes fueron testeados más de dos veces, alcanzando la tasa de testeo más alta del mundo, según el ranking de Worldometers. También en las Islas Malvinas todas las personas fueron testeadas al menos una vez.
Oasis en África
Pero cuando los países son más grandes y están más densamente poblados, las cosas se complican. Sobre todo en aquellos con sistemas de salud precarios y en donde las condiciones de higiene son muy malas y las personas viven hacinadas. Es por eso que ha sorprendido a los expertos la baja mortalidad por coronavirus en África. Nigeria, por ejemplo, es el séptimo país más poblado del mundo con más de 208 millones de habitantes y tiene una de las tasas de mortalidad más bajas del planeta por coronavirus. Lo mismo ocurre en República Democrática del Congo, con sus 90 millones de habitantes, o en Uganda con 46 millones.
Los expertos han planteado un abanico de hipótesis para intentar explicar este fenómeno. Un factor podría ser la edad de la población. "La edad es el factor de riesgo más alto. La población joven de África protege (al continente)", dijo a la BBC Tim Bromfield, director regional del Instituto Tony Blair para el Cambio Global.
Pero a medida que la pandemia se prolonga y la evidencia estadística se acumula, los analistas parecen cada vez más reacios a darle todo el crédito a la demografía por los éxitos del continente.
Las acciones tempranas y estrictas de confinamiento en varias partes del continente han jugado un papel crucial. También enviar mensajes claros sobre la importancia del uso de mascarillas y el suministro de respiradores.
Sin embargo, la Unidad de Análisis de Vacunas y Enfermedades Infecciosas del hospital Baragwanath estudia una nueva teoría. A partir de extractos de células sanguíneas -conocidas como células mononucleares de sangre periférica (PBMC)- almacenadas en un laboratorio y adquiridas hace cinco años durante un ensayo anterior a la vacuna contra la influenza en Soweto, un área urbana compuesta por un conjunto de asentamientos al suroeste de Johannesburgo, los científicos buscarán evidencia de que esas personas ya habían contraído un gran número de otros coronavirus responsables de muchos resfriados comunes y como resultado disfrutarían de algún grado de inmunidad a la Covid-19, como ocurrió en el Sudeste Asiático.
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