Coronavirus: "No hay ninguna evidencia de que se haya debilitado", afirma un experto italiano
ROMA.- Antes del coronavirus pocos conocían en Italia al profesor Franco Locatelli, director del departamento de onco-hematología del Hospital Pediátrico Bambin Gesú, profesor de Pediatría de la Unversidad La Sapienza, de esta capital y uno de los máximos expertos mundiales en tumores infantiles. Presidente del Consejo Superior de la Sanidad desde diciembre de 2019 y miembro del Comité Técnico Científico que creó el gobierno para enfrentar la pandemia, en los últimos tres meses este médico saltó a la fama.
Locatelli era uno de los expertos que acompañaba, por televisión, los números del contagio, parecidos a un boletín de guerra que todos los días difundía la Protección Civil. Una cita obligada para los 60 millones de italianos enclaustrados en sus casas, en las que explicaba, con modos de gentleman y un tono de voz tan especial que un famoso cómico ahora lo imita en un programa de TV, la evolución de una epidemia que causó en Italia más de 34.000 muertos y una crisis económica sin precedente.
Nacido en Bérgamo, ciudad-mártir del Covid-19, hace 60 años, en una entrevista vía Facebook con miembros de la Asociación de la Prensa extranjera, Locatelli habló de este período sin igual y advirtió que "no hay ninguna evidencia de que el virus se haya debilitado".
Ante una pregunta de LA NACION sobre la Argentina, destacó que el país hasta ahora "logró contener de manera eficaz la difusión epidémica". Y recomendó "encontrar una suerte de equilibrio entre lo que es la exigencia de tutelar la salud de los ciudadanos de un país y la necesidad de retomar las actividades productivas", un dilema nada fácil que también vivió Italia, según reconoció.
-¿El virus se ha debilitado como algunos dijeron?
-Respondo a esta pregunta de modo categórico: no, no tenemos ninguna evidencia de que el virus se haya debilitado. Las secuencias génicas de las diversas cepas virales que fueron aisladas en los últimos meses en varios países no documentan que haya pruebas de una reducción de la virulencia de nuevo coronavirus y esto debe ser absolutamente claro. Es verdad que ahora en Italia tenemos enfermos mucho menos graves, pero la explicación es muy simple: ya no existe la oleada epidémica realmente difícil de manejar y controlar como la que tuvimos a fines de febrero y en los primeros 25 días de marzo. Interceptamos antes a los enfermos, los dispositivos de protección individual y las medidas de distanciamiento físico ayudan a reducir la carga viral que un sujeto de hecho adquiere cuando se infecta. Además hay que decir, de manera honesta, que hubo un proceso de aprendizaje sobre cómo manejar de la mejor forma a los pacientes que se enfermaron con una infección viral que era totalmente desconocida hasta hace siete meses.
-¿Podemos esperar una segunda oleada de coronavirus?
-Decir si habrá o cuándo habrá una segunda oleada es un ejercicio más de un adivino que una predicción médico-científica. Yo creo que aún si hubiera una segunda oleada, y es posible que la haya en los meses invernales, ciertamente no tendrá el impacto que tuvo la primera vez. ¿Por qué? Porque hay una mayor atención en la protección de las personas más frágiles, que son los mayores de 60 años que ya tienen otras patologías, que es el segmento de población que en el 95% de los casos registró víctimas fatales. Y como decía antes, tuvimos un aprendizaje.
-¿Cómo evalúa la reapertura de las fronteras entre los países de la Unión Europea (UE)?
-De manera favorable porque la curva epidémica gracias a las medidas de lockdown se está progresivamente achatando en la dirección auspiciada. Es importante que esta decisión de reabrir los viajes entre los países de la UE haya sido tomada de forma homogénea, también para demostrar que Europa es un continente que tiene una política común entre sus estados miembros.
-En Italia ya reabrieron todas las actividades: ¿quedó sorprendido por el hecho de que estas reaperturas no provocaron un aumento de contagios?
-No, era lo que esperábamos, obviamente. Y es por eso es que se adoptaron políticas de reapertura gradual. Es importante recordar que las medidas de lockdown en Italia, si miramos la evolución de la realidad epidémica, han permitido salvar a Italia central, meridional e insular de esa oleada epidémica que lamentablemente golpeó a Lombardía y a la parte norteña de Emilia Romagna, Piemonte, Liguria y el Véneto. Que la reapertura no haya provocado un incremento incontrolado de contagios se debió a dos factores. El primero es la responsabilidad del comportamiento de los ciudadanos. Creo que el pueblo italiano dio un ejemplo de gran madurez al interpretar las indicaciones, el respeto a la distancia, el lavado manos, el uso de barbijos. Al margen de esto, fueron fundamentales las decisiones políticas marcadas por la prudencia y la gradualidad.
-En esta fase 3 de reapertura hay algo permitido que usted prefiere no hacer, por ejemplo ir al restaurante, al cine, a la playa o un concierto?
-Ustedes hablan de cosas que me encanta hacer. El secreto es solo uno: hacer todo con la atención y con el respeto no solo hacia uno mismo, sino hacia los demás. Es decir, evitar aglomeraciones, evitar estar en espacios donde no es posible mantener un distanciamiento físico sin uso de dispositivos de protección individual, evitar contactos con personas con síntomas febriles o respiratorios. Tenemos que aprender a convivir con este virus hasta que no lleguemos a una erradicación en escala planetaria, o llegue una vacuna. La gradualidad del recomienzo de las actividades sociales o laborales o productivas, es la estrella polar, junto a la responsabilidad de los comportamientos individuales.
-En la Argentina están en lockdown desde el 20 de marzo, es una de las cuarentenas más largas del mundo, 90 días, aún no llegaron al pico, hasta ahora tienen poco más de 34.000 casos y 878 muertos y la situación económica es catastrófica. ¿Cómo juzga usted la situación? ¿No es demasiado larga una cuarentena de 90 días?
-Este es un poco el dilema que enfrentó también Italia: de un lado está la exigencia de tutelar la salud de las personas que viven en un país y los números que usted recordó documentan de manera clara cómo la Argentina, a través de las medidas de lockdown, ha logrado contener de manera eficaz la difusión epidémica. Pero también es claro que las medidas de lockdown comportan también un impacto significativo sobre la economía de un país, generando problemáticas importantes, que no se pueden no considerar. Hay que encontrar una suerte de equilibrio entre lo que es la exigencia de tutelar la salud de los ciudadanos de un país y la necesidad de retomar las actividades productivas. En Italia se trató de perseguir este objetivo a través de un camino de gradualidad, de progresiva apertura de las distintas actividades productivas. No digo que hay que seguir el modelo italiano de manera precisa porque no pretendemos darle lecciones a nadie, pero les recordaría esto a los amigos argentinos. Hay que evitar el riesgo de una nueva oleada epidémica, tutelar la salud de los ciudadanos, pero por otro lado no hay que dar golpes demasiado importantes a la situación económica. No es un ejercicio fácil.
-¿Qué opina del anunció británico de que la dexametasona, droga barata, puede ser una esperanza para el tratamiento de pacientes graves de Covid-19?
-Los datos difundidos ayer por científicos de Oxford confirmaron el concepto de que es importante apagar enseguida una respuesta inflamatoria exagerada. Aunque hay que tener cautela porque si bien la dexametasona puede ser un arma útil para ello, también altera la respuesta inmunitaria. Creo que es una noticia importante para la puesta a punto de protocolos estandarizados de enfoque a pacientes graves. El concepto es el de apagar enseguida el "incendio" de la respuesta inflamatoria exagerada, pero teniendo cuidado de que no se creen círculos viciosos que ya no se pueden interrumpir que puedan volverse fatales para el paciente.
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