Coronavirus y reapertura de colegios, un tema complejo en todo el mundo
PARÍS.- El planeta, paralizado por la pandemia de coronavirus, está esbozando un tímido retorno a la normalidad que depende en gran medida de lo que ocurra con los colegios, un tema muy delicado desde China , donde se están retomando las clases, hasta los grandes países europeos que evalúan hacerlo.
¿Hay que mantener cerrados los colegios, dificultando así la reanudación del trabajo de los padres? ¿O volverlos a abrir, pese a que algunos temen que no hay garantías sanitarias?
Los partidarios de abrirlos citan estudios según los cuales los chicos están poco contaminados, pero sin convencer a quienes se oponen y temen que primen las consideraciones económicas sobre la salud.
El 27 de abril volvieron a clase casi 50.000 estudiantes de las escuelas superiores de Pekín para comenzar el nuevo semestre postergado. Y a partir del próximo lunes lo harán otros 84.200 estudiantes en su último año de secundario.
Entretanto, cada vez más regiones a nivel provincial decidieron bajar el nivel de emergencia sanitaria pública por la epidemia de Covid-19, lo que les permite vislumbrar más reaperturas escolares, como sucedió parcialmente en Wuhan.
En Italia, el Instituto Superior de la Salud consideró que la reapertura de colegios reactivaría "inmediatamente" la pandemia. Así que el gobierno decidió que no habrá escuelas antes de septiembre, como Bulgaria, Irlanda, España o Túnez.
En Estados Unidos, el alcalde de Nueva York, ciudad duramente golpeada por el coronavirus, puso fin al año escolar sin tomar decisión alguna para septiembre, cuando debería recomenzar el nuevo año. Y eso pese a los alegatos del presidente Donald Trump a favor de la reapertura.
En cambio, otros chicos europeos sí volvieron a clase, en Dinamarca, Noruega, Islandia o Austria, entre otros países. La reapertura es generalmente progresiva, con clases reducidas, según edades y sin carácter obligatorio.
Croacia solamente admite a partir del próximo lunes a los más chicos, cuyos dos padres trabajan, y que no sufren ninguna enfermedad crónica. Francia y Alemania inician también el lunes un proceso de desconfinamiento escolar muy regulado, que no siempre convence a padres o profesores.
Sylvie, institutriz en el sudeste de Francia , afirma que los "gestos barrera" en los más pequeños son "imposibles", igual que lo es para ellos mantener la distancia social o impedir que compartan material de juego.
La misma preocupación se produce en otros países, como en Portugal. En este país los miembros de la Federación de los Padres de Alumnos temen que sus hijos sean tratados como "cobayos" para "probar la inmunidad colectiva".
"Mi hijo no es cobayo" es también el eslogan de una página de Facebook en Dinamarca, que tiene 40.000 miembros. Sin embargo, más de tres semanas después de la reapertura oficial de colegios y jardines de infancia, la inmensa mayoría de los chicos daneses van a clase, y siguen escrupulosamente el protocolo sanitario.
Lento regreso
Cuando más golpeaba la epidemia, un 87% de alumnos de todo el mundo -desde jardín de infantes hasta la universidad- se quedaron sin poder ir a clase. Eso afectó a más de 1500 millones de jóvenes y chicos de 195 países. Esa cifra cayó a 1268 millones el 7 de mayo, en 177 países.
"La decisión de saber cuándo y cómo volver a abrir está lejos de ser sencilla", dijo la directora general de la Unesco, Audrey Azoulay. Pero "eso debería ser una prioridad" porque "hay muchos alumnos que se quedan atrás en el aprendizaje".
Desde el principio de la pandemia, la Unesco se viene preocupando por las masivas perturbaciones que sufre la educación, y teme consecuencias para los más desfavorecidos, con un entorno familiar inestable y sin medios tecnológicos que permitan una enseñanza a distancia.
Esta preocupación es compartida por Unicef, que alude a los riesgos de desescolarización definitiva, con sus devastadoras consecuencias a largo plazo: aumento de desigualdades, violencia, desempleo y matrimonios precoces.
Incluso en las sociedades ricas, el cierre de escuelas tuvo consecuencias sociales, al privar del almuerzo escolar a los hijos de las familias más precarias. Eso se evitó en Finlandia donde los establecimientos cerrados siguieron distribuyendo a mediodía comidas a los alumnos.
Este argumento fue retomado por el primer ministro francés, Edouard Philippe, que aludió a "una prioridad social y republicana". Aunque, fundamentalmente, "la vida económica debe reanudarse rápida e imperativamente", agregó.
Agencias AFP y ANSA
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