Coronavirus: la fuerza de generar comunidad
En esta crisis global que está generando la pandemia de coronavirus, una de las cosas que más nos han conmovido y emocionado a muchos en estos últimos días es ver a los vecinos en cuarentena de distintos barrios y ciudades italianas improvisando coros grupales, a los madrileños aplaudiendo desde sus balcones a médicos, médicas y otros agentes de salud o la circulación del video de los médicos y enfermeros chinos que han sido homenajeados virtualmente en todo el mundo.
Las personas que participan de estas experiencias no solo están generando música, optimismo, mostrando su gratitud y rindiendo homenaje. Están sobre todo generando vivencia de comunidad.
Entre las cosas negativas que nos trae el coronavirus, una de las más complejas posiblemente sea el aislamiento. Como personas sociales que somos, sabemos que el aislamiento es una de las situaciones que más angustia, temor y tristeza nos genera. Porque cuando estamos solos no tenemos con quién compartir lo que estamos sintiendo y eso dificulta y enlentece el proceso de tramitar esas emociones.
Cuando estamos acompañados esta sensación se diluye de a poco y con ella se van los miedos y ansiedades. Incluso cuando estamos con niños pequeños: sabemos que ellos no podrán defendernos si algo sucede, pero igual nos da paz porque nos hacen compañía y ya no sentimos esa soledad.
Estas historias de vecinos que han circulado por las redes sociales y los medios masivos es la necesidad de hacer comunidad que tenemos todos a pesar de las restricciones de aislamiento.
Y entonces la creatividad se pone en juego y nos hace generar situaciones totalmente originales y únicas en las que aparecen el impulso de lo colectivo, el espíritu comunitario y la comunión de emociones que nos ayudan a llenarnos de valentía y fuerza para enfrentar la situación. Un efecto similar producen las tecnologías de que disponemos hoy, que nos ayudan a generar esa comunidad, pero de manera virtual.
Todo esto se relaciona mucho con el concepto de resiliencia. Como sabemos, la resiliencia es la capacidad de adaptación de las personas para salir adelante de la adversidad, pero de una manera nueva: fortalecidos, habiendo aprendido algo. El concepto tiene un gran poder de inspiración y en estos días se aplica nítidamente. No solo por la adversidad que nos toca atravesar globalmente (algo único en la historia de la humanidad), sino también por los recursos que nos vamos generando como sociedad global para atravesarla.
Boris Cyrulnik, el gran referente de la resiliencia, decía que ésta se construye en la relación con el otro, mediante una labor de punto que, al tejer el vínculo, teje la resiliencia. Y sí que lo estamos comprobando en estos días.
Sabemos que en situaciones como estas suele aparecer lo más negativo y oscuro de la condición humana. Aunque también aparece lo más luminoso. Así, muchas de las primeras reacciones de las personas ante estas circunstancias son reacciones de cooperación, de ayuda mutua, de solidaridad, de afrontamiento positivo y de generar optimismo.
Como dijo recientemente la psicóloga italiana Francesca Morelli, en una sociedad en la que pensar en uno mismo se ha vuelto la norma este virus nos manda un mensaje claro: la única manera de salir de esta es con solidaridad y apoyo interno, haciendo resurgir en nosotros el sentimiento de ayuda al prójimo, de pertenencia a un colectivo. En definitiva, sintiendo que somos parte de algo más grande que nosotros y haciéndonos responsables por ello.
Experta en educación emocional y directora de Red Communia
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