Coronavirus: juntos o solos, el auto es el nuevo refugio en medio de la pandemia
En Estados Unidos, el miedo al contagio les confiere un nuevo papel a los vehículos, que facilitan encuentros y festejos respetando la seguridad sanitaria
NUEVA YORK.- La era del coronavirus ha reinventado el papel que cumplen los automóviles en Estados Unidos. Lo que hasta hace poco era simplemente un medio para trasladarse de un lugar a otro se ha convertido en un minirrefugio sobre ruedas, a salvo del contagio, un capullo que permite a sus ocupantes estar afuera y adentro al mismo tiempo.
Hizo falta una pandemia para darle al automóvil un nuevo papel social. En su interior, familia y amigos pueden estar juntos y al mismo tiempo respetar el distanciamiento social, estar bajo techo, a puertas cerradas y aislados del resto de sus congéneres humanos.
El "distanciamiento social móvil" ha generado un nuevo modo de vida, una vida social sobre ruedas. Esa tendencia ha transformado comunidades y negocios. Los autocines viven en Estados Unidos un resurgimiento; la gente realiza pícnics en el auto o la camioneta, y los cumpleaños, baby showers y graduaciones se hacen de ventanilla a ventanilla.
Los conductores que en tiempos normales acelerarían para superarse en las calles ahora frenan para chismorrear o intercambiar novedades.
"El auto es el elemento de protección personal definitivo: uno puede realmente aislarse en su interior", dice Peter D. Norton, profesor adjunto de Historia de la Tecnología de la Universidad de Virginia, en Charlottesville.
La gente se detiene para que le acerquen su pedido al auto, ya sea el alimento balanceado de las mascotas o el encargo de la verdulería. Los cinéfilos desesperados por un poco de aire fresco pueden subirse al auto y acercarse a uno de los flamantemente renovados autocines. Y las tintorerías reciben la parva de ropa a lavar a través de la ventanilla.
¿Esas nuevas reglas pandémicas son un punto de inflexión en la relación de la sociedad con el automóvil, o una ampliación más de una simbiosis que ya existía?
"Creo que hay una continuidad", dice Norton, y señala que el auto siempre fue visto como un escudo contra un mundo hostil.
"En la mayoría de los casos, es una respuesta a una sensación de peligro, pero no carente de implicaciones preocupantes, porque la seguridad es entendida como algo que uno compra bajo la forma de una máquina costosa que no es sustentable, y que tampoco es accesible para todos".
Mientras gran parte de la visa social ha sido reimaginada para funcionar online, desde los webinarios hasta los chats por Zoom de abuelas y nietos, los vehículos han permitido que la gente acorte varios grados de esa separación que impone la virtualidad.
Los autos permiten que sus dueños amplíen su campo de acción: es como arrancar de cuajo la zona de cuarentena, trasplantarla dentro del coche y llevársela con uno.
Eso implica tener contacto con más gente, pero no demasiada. Una mínima flexibilización del distanciamiento social, que de todos modos siga brindando protección, es imprescindible para efectuar cualquier transacción en los comercios que dependen del intercambio persona a persona.
Durante sus 30 años en el rubro, Christine Pontiff, propietaria de la peluquería Alternatives, en Lafayette, Louisiana, ha consolidado un vínculo de oro con sus clientes locales. Cuando llegó la pandemia, no pudo seguir atendiendo en su local: empezó a preparar la mezcla de la coloración de sus clientas habituales y ellas pasaban a buscar el kit sin siquiera bajarse del auto.
"Tienen que llamar 15 minutos antes de venir y nosotros les tenemos preparada la mezcla con la coloración, así que con guantes y barbijo nos acercamos hasta el auto a entregársela junto con las instrucciones para la aplicación", explica Pontiff. "Sin margen de error".
Eventos que antes se desarrollaban en el interior de edificios ahora se celebran a la intemperie. Es lo que ocurrió con la Feria de la Asociación de Artistas de Nantucket, Massachusetts, donde reconvirtieron una inmensa playa de estacionamiento en una galería de arte a cielo abierto.
Acuarelas desde las ventanillas, arte sobre el asfalto. La regla seguía siendo mirar y no tocar, pero gracias a sus autos, decenas de aficionados al arte y potenciales compradores pudieron acercarse lo suficiente. Pasaban a paso de hombre, se demoraban a contemplar alguna pieza, daban la vuelta, volvían a pasar frente a algo que les había gustado.
"Lo que pasa con el arte es que la gente, de una manera u otra, necesita verlo", dice Robert Frazier, director artístico de la asociación. "Necesitan la impresión visual".
Las ventas de concretaron más tarde, por internet.
Los Centros para el Control y Prevención de las Enfermedades de Estados Unidos (CDC) han emitido sus precauciones para quienes viajen y estrictas reglas sobre distanciamiento social. Para los servicios y compras esenciales recomiendan los bancos, farmacias y almacenes con sistema drive-through, que permiten no bajarse del auto.
La cuarentena prohíbe las reuniones grandes de personas en muchos estados norteamericanos, pero algunas iglesias han organizado servicios religiosos para que sus fieles asistan desde sus autos. La Iglesia Bautista Genao, en Westerville, Ohio, convoca con el lema "venga como esté, no hay que bajarse del auto".
The New York Times
Traducción de Jaime Arrambide
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