Coronavirus: Jair Bolsonaro confió el manejo de la pandemia a generales y está perdiendo la batalla
Desde la aparición de los primeros casos, el Ministerio de Salud fue perdiendo poder en manos de su jefe de gabinete; hay dificultades para el testeo masivo
SAN PABLO.- A mediados de marzo, Brasil asestó lo que pareció ser un duro golpe temprano a la pandemiadel coronavirus. El Ministerio de Salud exigió la cancelación de los cruceros. Aconsejó a las autoridades locales que suspendieran los eventos a gran escala. E instó a los viajeros que llegaban desde el exterior a aislarse durante una semana. Aunque Brasil no había reportado ninguna muerte por el Covid-19, las autoridades de salud pública parecían ir por delante del virus. Tomaron las medidas el 13 de marzo, apenas dos días después de que la Organización Mundial de la Salud (OMS) calificó la enfermedad como una pandemia.
No obstante, menos de 24 horas más tarde, el ministerio minimizó sus propios consejos, refiriéndose a las "críticas y sugerencias" recibidas por comunidades locales.
Lo cierto es que fuentes conocedoras del incidente dijeron que el cambio se produjo tras la intervención de la oficina del jefe de Gabinete del presidente Jair Bolsonaro.
"Esa corrección se debió a la presión", dijo Julio Croda, un epidemiólogo que dirigía entonces del departamento de inmunización y enfermedades transmisibles del Ministerio de Salud. El cambio marcó un punto de inflexión en el manejo de la crisis por parte del gobierno federal. Tras las bambalinas, el poder estaba cambiando desde el Ministerio de Salud a la oficina del jefe de Gabinete, conocida como la Casa Civil, liderada por el general Walter Souza Braga Netto.
Brasil perdió a dos ministros de Salud en las últimas seis semanas (uno fue despedido y el otro dimitió), después de que discreparon públicamente con Bolsonaro acerca de la mejor manera de combatir el virus. Ahora, al frente del Ministerio de Salud hay otro general del Ejército. Más importante aún, los cambios marcaron el endurecimiento del punto de vista de Bolsonaro de que mantener la economía de Brasil funcionando era primordial.
Bolsonaro, un capitán del Ejército en retiro de extrema derecha, nunca vaciló en esa postura formulada durante unos días decisivos a mediados de marzo, a pesar de las críticas nacionales e internacionales sobre su manejo de la crisis y de un número de muertes que se dispara.
Cuando se confirmó el primer caso, el 26 de febrero, el Ministerio de Salud se había estado preparando durante casi dos meses. Su personal estaba ejecutando modelos para estimar cuándo y cómo implementar las órdenes de confinamiento en colaboración con funcionarios estatales y locales. Sin embargo la situación empezó a complicarse en dos frentes fundamentales: la oposición de Bolsonaro a las medidas de cierre favorecidas por el Ministerio de Salud y la incapacidad del gobierno de ampliar las pruebas.
Miembros del gabinete intentaron persuadir a Bolsonaro para que apoyara una cuarentena nacional. El mandatario se negó, creyendo que el virus pasaría pronto y que los funcionarios de salud exageraban la necesidad de un distanciamiento físico que había demostrado ser eficaz en otras partes del mundo.
"Las masas no pueden quedarse en casa porque la heladera está vacía", dijo Bolsonaro a medios de comunicación el 20 de abril fuera de su residencia oficial en Brasilia.
Los asesores económicos de Bolsonaro parecieron tardar en comprender la magnitud de la crisis. El ministro de Economía, Paulo Guedes, un acérrimo defensor del libre mercado, dijo a mediados de marzo que la economía del país en 2020 podría "crecer razonablemente un 2% o 2,5% con el mundo en declive" a causa del coronavirus. El Ministerio de Economía ahora proyecta que el PBI se contraerá un 4,7% este año.
Una aliada de Guedes, Solange Vieira, que estuvo involucrada en la histórica reforma de pensiones del gobierno el año pasado, igualmente mostró poca urgencia cuando se le presentaron las predicciones a mediados de marzo del Ministerio de Salud, según las cuales si el virus no se contenía habría muchas muertes de ancianos. "Es bueno que las muertes se concentren entre los ancianos", recordó Croda que dijo Vieira. "Eso mejorará nuestro retorno económico, ya que reducirá nuestro déficit de pensiones".
Durante unos días en marzo, parecía que las consecuencias de un viaje a Florida para conocer al presidente Donald Trump podrían haber alterado el pensamiento de Bolsonaro. Justo después de regresar de la visita, el 12 de marzo, el secretario de prensa de Bolsonaro dio positivo de Covid-19. En los días siguientes, casi dos docenas de brasileños que habían hecho el viaje darían positivo. Bolsonaro pidió a sus seguidores que suspendieran las concentraciones nacionales previstas para el 15 de marzo por temor a empeorar la propagación. El Ministerio de Salud, mientras tanto, anunció sus recomendaciones iniciales de distanciamiento social en una conferencia de prensa en la capital. Luego las cosas cambiaron.
Poco después, Croda recibió una llamada de su antiguo jefe, el secretario de Vigilancia Sanitaria Wanderson Oliveira, quien dijo que estaba "bajo mucha presión de la Casa Civil y tenía que cambiar el comunicado" sobre las medidas.
En 24 horas, el Ministerio de Salud cambió las recomendaciones. Eliminó las directivas sobre las cuarentenas para los viajeros y la cancelación de los cruceros. Además, modificó la cancelación de grandes eventos para que se aplicara solo a las áreas con transmisión local.
Actos masivos
El 15 de marzo, Bolsonaro ignoró su propio pronunciamiento de tres días antes que desalentaba las manifestaciones masivas de sus partidarios y se reunió con una multitud de manifestantes fuera del palacio presidencial. Al día siguiente formalizó el cambio de poder del Ministerio de Salud, creando un "gabinete de crisis" liderado por Braga Netto. El nuevo gabinete reemplazó en la práctica al grupo interinstitucional establecido dentro del Ministerio de Salud. La gran diferencia es que ahora Braga Netto tiene la última palabra, en lugar de los expertos en medicina pública, y que se dio más peso a las preocupaciones económicas.
En las semanas siguientes, las diferencias entre Bolsonaro y el entonces ministro de Salud, Luiz Henrique Mandetta, se hicieron más evidentes. Mandetta continuó abogando por medidas de aislamiento. También instó a la prudencia en relación con la cloroquina, un medicamento contra el paludismo que promovía el presidente. El 16 de abril, Bolsonaro despidió a Mandetta. Lo reemplazó por Nelson Teich, un respetado oncólogo que sin embargo renunció menos de un mes después. Bolsonaro lo había criticado por ser demasiado tímido al promover la reapertura de la economía brasileña y el uso de la cloroquina. Esa salida incrementó la influencia militar en el Ministerio de Salud. Eduardo Pazuello, un general del Ejército en activo sin formación médica, es ahora ministro interino.
De las ocho personas que encabezaban el ministerio hasta marzo, solo una tenía antecedentes militares. Ahora tres de ellos los tienen. Y al menos otros 13 uniformados fueron nombrados en otros cargos del ministerio.
Wildo Araujo, un exfuncionario del Ministerio de Salud, dijo tener el mayor respeto por las Fuerzas Armadas, pero que no tienen nada que hacer en esta nueva función. "No saben cómo tratar con el sistema de salud pública brasileño", señaló.
La oposición de Bolsonaro al distanciamiento social y su negativa a apoyar a las autoridades locales en sus intentos de imponer cierres contribuyeron a erosionar el cumplimiento de las medidas, según los expertos.
Por otro lado, Brasil también tuvo dificultades para conseguir los tests que necesitaba. Se trata de una falla importante, según algunos epidemiólogos, que hizo más difícil rastrear y controlar el virus en Brasil.
Esa escasez de pruebas se debe en parte a la excesiva dependencia del Ministerio de Salud en una sola institución, la Fundación Oswaldo Cruz (Fiocruz). Hasta el 7 de abril, Fiocruz solo había entregado el 3,5% de los tres millones de kits ordenados entre enero y febrero.
La burocracia también trabó las cosas. Un lote de 500.000 pruebas de anticuerpos, utilizadas para determinar quién tuvo el virus, se atascó en el aeropuerto de Guarulhos de San Pablo durante nueve días mientras el ente regulador de salud procesaba una excepción para que fueran distribuidas sin etiquetas en portugués.
Coronavirus en Brasil
- 27.878 muertos
- 465.166 infectados
- La economía brasileña se contrajo en el primer trimestre a su peor ritmo en cinco años por la crisis del coronavirus, que congeló su frágil recuperación
- La pandemia causó una caída del 1,5% respecto del trimestre anterior, dijo la agencia de estadísticas IGBE, y dejó la actividad al nivel de 2012
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