Fue el epicentro de la pandemia de coronavirus en marzo, pero ahora Italia está conteniendo el embate de la segunda ola de la enfermedad mucho mejor que varios de sus vecinos europeos.
Hace unos meses, el caso de Italia sorprendía al mundo por la rapidez con la que el virus se propagaba y se cobraba vidas. Ahora, las cifras que presenta Italia son mucho mejores, e incluso relativamente bajas para el contexto europeo.
La comparación más obvia surge con España.
En la pasada primavera, ambos países iban de la mano, y lo que ocurría en Italia, en términos tanto de las alarmantes cifras de contagio y muertes como de las medidas adoptadas por las autoridades para contener la pandemia, se replicaban en España dos semanas después.
Mientras la tasa de incidencia acumulada en 14 días (el número de casos notificados en ese período de tiempo por cada 100.000 habitantes, número clave para determinar la velocidad a la que avanza el contagio) llega a los 33,5 en Italia, en España asciende a los 300,5, según los últimos datos del Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades (ECDC, por sus siglas en inglés).
En Francia, la tasa de incidencia acumulada es de 185,8, mientras que en Reino Unido es de 69,3. En Alemania es de 25,8.
La tasa de mortalidad por cada millón de habitantes en los últimos 14 días es de 2,6 en Italia, mientras que en España es de 22,9; en Francia, de 8,6; en Reino Unido 3,2 y en Alemania 0,7.
Pese a que estas cifras sugieren que la epidemia se mantiene bajo control en Italia, las autoridades del país se mantienen cautas y evitan los comentarios triunfalistas.
De hecho, el primer ministro, Giuseppe Conte, ha pedido a los italianos en varias ocasiones que se mantengan vigilantes.
Pero en cualquier caso, la pregunta que surge para muchos es: ¿qué está haciendo bien Italia?
Expertos consideran que no hay una sola respuesta, sino una combinación de factores: una reapertura gradual, buena capacidad para hacer tests y rastreo de contactos, medidas estrictas de seguridad y disciplina individual.
Confinamiento estricto y levantamiento progresivo de las restricciones
Italia fue el primer país occidental en ser golpeado por el virus, en un momento en que se sabía muy poco sobre el mismo y sobre su transmisión.
También fue el primer país occidental en adoptar medidas estrictas de confinamiento -primero a nivel regional y luego nacional (el 10 de marzo)-, que incluyeron restricciones a la movilidad y el cierre de los negocios (a excepción de supermercados y farmacias).
"El confinamiento fue muy estricto en Italia", recuerda en diálogo con BBC Mundo el epidemiólogo y profesor de la Universidad de Milán Carlo La Vecchia. "La epidemia se concentró esencialmente en Lombardía (norte). Cuando se decretó la cuarentena nacional, el centro y el sur del país no tenían un alto número de casos".
Italia no fue de los primeros países en levantar las restricciones, y cuando lo hizo, a partir del 4 de mayo, lo hizo gradualmente, y eso, para La Vecchia, permitió un mayor control de la epidemia en los primeros meses del verano.
En un primer momento sólo se permitió la movilidad a nivel regional, y aunque ahora ya se amplió a todo el territorio nacional, en los trenes, por ejemplo, hay límites de capacidad de ocupación.
Además, en Italia continúa vigente el estado de emergencia debido a la epidemia, que expira a mediados de octubre y otorga mayores poderes al gobierno central y a los regionales, lo que facilita tomar decisiones con mayor agilidad y reaccionar si hay un aumento de casos.
De hecho, por ejemplo, a mediados de agosto, cuando se registró un incremento en el número de casos, el gobierno ordenó el cierre de todos los locales de ocio nocturno y el uso de barbijo obligatorio entre las 18 y las 6 en "cualquier lugar con riesgo de aglomeraciones", incluidos bares, restaurantes y plazas públicas.
Y aquí también entra en juego algo que los expertos consultados por BBC Mundo consideran como un factor fundamental para explicar la actual situación del país: los italianos se tomaron en serio el cumplimiento de las medidas.
Disciplina y responsabilidad de los ciudadanos
"El confinamiento duró mucho, fue muy severo y también fue muy respetado", le cuenta a BBC Mundo Julián Miglierini, periodista de la BBC en Roma.
Las medidas restrictivas, como el uso de barbijos, siguen siendo respetadas de forma mayoritaria.
Para Miglierini la razón es clara: la sociedad italiana no quiere volver a experimentar algo como lo que vivió el país el mes de marzo.
"Hay gente que dice que el efecto de esos días en la población hizo a los italianos mucho más conscientes de los riesgos", cuenta.
"Los italianos se están cuidando para que eso no vuelva a pasar".
El periodista considera que hay también una especie de "trauma colectivo" porque a Italia le tocó ser el primer país occidental en ser afectado de una manera muy fuerte por la pandemia.
"Era un momento en el que no se sabía cuál era la transmisión, se sabía muy poco del virus, así que los italianos se sintieron un poco más expuestos en este sentido", explica Miglierini.
"Italia de eso no se ha logrado recuperar y hay mucho miedo de volver a ese escenario de pesadilla para la sociedad italiana".
El epidemiólogo Andrea Crisanti coincide en que tanto el levantamiento gradual de todas las restricciones como el hecho de que "los italianos se tomaron muy en serio todas las medidas para evitar la propagación del virus" son algunos de los factores que explican la actual situación de Italia.
Sin embargo, el profesor de Epidemiología y Virología en el Hospital de la Universidad de Padua y del Imperial College de Londres puntualiza que por sí solos no explican la actual dinámica de propagación del coronavirus en Italia.
Capacidad efectiva de hacer tests
Crisanti señala como un factor importante "que Italia está usando su capacidad para hacer tests y rastreo de contactos".
El número de tests que hace Italia por cada 100.000 habitantes es de 1.018 y la tasa de positivos es de 1,7, según el ECDC.
En España esas cifras se sitúan en los 1.317 tests por 100.000 habitantes, con una tasa de positivos del 10,9. En Francia son 1.554 tests, y una tasa de positivos de 5,4, mientras que en Reino Unido las cifras son 2.715 tests y una tasa de 1,4 de positivos.
La Vecchia considera que sin embargo el número de tests que se hacen no es muy alto, y eso puede explicar el relativamente bajo número de positivos.
No obstante, Miglierini explica que se están haciendo tests en lugares clave, por ejemplo, en los aeropuertos y puertos.
Pero para Crisanti hay algo más importante aún, y es que "Italia está haciendo algo más que el rastreo de contactos": es lo que llama "network testing".
Consiste, según explica el epidemiólogo, en que cuando una persona muestra síntomas, se hacen tests a todas las personas en sus redes de interacción -amigos, vecinos, compañeros de trabajo-, sin importar si han estado en contacto o no con esa persona en particular.
"Se trata de no asumir un conocimiento previo de contactos, porque además en muchos casos la gente no recuerda con quién ha tenido contacto, o en qué condiciones ha hablado con alguien", explica Crisanti.
"Así identificamos a un número de gente que está contagiada y que de otra manera se nos escaparía".
"Italia ahora está mejor preparada en el uso de lo que creo que es la estrategia apropiada", considera el epidemiólogo de la Universidad de Padua.
Tanto Crisanti como Miglierini señalan que las próximas dos o tres semanas son fundamentales para ver cómo evoluciona el número de casos, por el efecto que pueda tener la reapertura de las escuelas, que se hizo de forma escalonada durante septiembre.
"Hay una concepción acá de que no se puede cantar victoria porque quizá en dos semanas empiezan a subir los casos, y también el gobierno está siendo muy cauto en ese sentido", dice el periodista.
"Hay una idea de que nos tocó estar por delante de la curva, y ahora estamos por detrás si se compara con España o Reino Unido, pero nadie está cantando victoria".
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