Coronavirus: Isla Hart, el enorme cementerio para los infectados pobres de Nueva York
Isla Hart, ubicada en la costa de la ciudad de Nueva York y con una superficie de apenas 0,5 kilómetros cuadrados, es el lugar de descanso final para un millón de personas, entre ellas, víctimas de tubercolisis, VIH y, ahora, el nuevo coronavirus.
El cementerio público -el mayor de su tipo en Estados Unidos- ocupa unas 18 hectáreas de la isla y está destinado a personas sin recursos o que no fueron reclamadas. De ahí que los entierros sean la actividad principal del lugar: se realizan más de 1000 por año y se estima que más de un millón de personas se encuentran alojadas allí.
Las cifras son difíciles de especificar debido a que, durante la década del treinta, las tumbas se reutilizaron después de que los cuerpos allí enterrados se descompusieran en restos óseos. Además, un incendio sucedido en la década del 70 destruyó los registros oficiales de esta necrópolis.
El proceso de entierro no ha cambiado demasiado desde finales del siglo XIX: los ataúdes llegan en ferry y se bajan a trincheras comunes que albergan hasta 162 adultos y 1000 bebés. No hay lápidas. En su lugar, los nombres se escriben con marcador negro sobre los cajones de pino para que, llegado el caso, los familiares puedan reclamarlos más tarde.
Entierros por epidemias
La primera persona enterrada en el cementerio de Hart Island, en 1869, fue Louisa Van Slyke, una joven de 24 años que murió de tuberculosis sin que ningún familiar la reclamara. Al año siguiente, cuando un brote de fiebre amarilla atacó a la ciudad, muchos pacientes fueron puestos en cuarentena en la isla donde, más tarde, se construyó un hospital.
En 1985, otra enfermedad mortal puso a la isla en el centro de la escena. Debido a la epidemia de VIH, fueron enterradas allí 17 víctimas de la enfermedad que las funerarias neoyorquinas se habían negado a recibir. Muchas más llegaron después. Según un artículo del New York Times de 2018, el cementerio para indigentes de la isla es "quizás el más grande del país para las personas que murieron de HIV".
Los usos en la historia
Pero la isla Hart no siempre fue un cementerio. En 1654, el médico Thomas Pell compró la tierra a través de un tratado con los pueblos indígenas del lugar, los llamados suwanak. Durante los siglos XVIII y XIX, el terreno fue cambiando de dueños, todos comerciantes o políticos con grandes fortunas.
A lo largo de los años, la isla tuvo diferentes nombres, como Spectacle Island debido a su forma parecida a la de unas gafas y el definitivo, Hart, una palabra antigua utilizada para denominar a los ciervos que todavía deambulan por la zona.
Durante la Guerra Civil estadounidense, se usó para entrenar a las tropas de color y como cárcel para prisioneros confederados. En el siglo XIX, la sección femenina del asilo psiquiátrico de Nueva York trató allí a las pacientes, aunque un informe de 1880 asegura que el lugar no servía para curar sino para albergar a todos los casos crónicos.
En 1905, se convirtió en un reformatorio para jóvenesrebeldes. Luego, fue un campamento en la Segunda Guerra Mundial y más tarde se transformó en el lugar para instalar misiles durante la Guerra Fría y en un centro de tratamiento para adicciones.
Las visitas a la isla se encuentran restringidas. Hasta la llegada de la pandemia, las familias y los amigos que tuvieran seres queridos enterrados allí podían pedir una autorización para realizar dos visitas al mes sin cámaras ni teléfonos.
Actualmente, esas actividades están suspendidas debido a la pandemia de coronavirus, que ya ocasionó más de 200.000 contagios y 10.000 muertes en Nueva York.
Otras noticias de Actualidad
- 1
Las declaraciones de Pepe Mujica y su mujer sobre la dictadura que provocaron polémica y llegaron hasta la Justicia en Uruguay
- 2
Cómo el caso Pelicot relanzó debates jurídicos y sociales y qué podría cambiar tras la sentencia en Francia
- 3
Un ómnibus chocó con un camión y se prendió fuego: 32 muertos
- 4
Día clave en Venezuela: Maduro extrema la represión y piensa en su nuevo mandato como punto de partida hacia un “sistema cubano”