Coronavirus: investigan en Italia la tragedia en hogares de ancianos
ROMA.- En una Italia paralizada por la epidemia de Covid-19, atónita ante la tragedia colectiva que significan más de 21.000 muertos por coronavirus y un contagio que, aunque con tendencia a la baja, no cede, crece el escándalo por lo ocurrido en decenas de RSA (residencias sanitarias asistenciales), como le dicen a los hogares de ancianos, no solo de Lombardía, el epicentro del brote, sino también de otras regiones.
Allí hubo una tragedia: según datos del Instituto Superior de Sanidad, en 600 residencias para ancianos se registraron al menos 1400 muertes por Covid-19 desde el 1 de febrero, es decir, antes de que comenzara la crisis el 21 de febrero, cuando salió a la luz el primer caso confirmado italiano del nuevo virus.
"No supimos proteger a nuestros ancianos. Es el símbolo de una derrota, de una catástrofe", admitió al Corriere della Sera un médico del Instituto Don Gnocchi-Palazzolo, histórica residencia de ancianos de Milán.
En la capital financiera de Italia el caso más escandaloso es el del Pío Albergo Trivulzio, el polo geriátrico más grande del país y famoso por haber significado el inicio de "Tangentópolis", el escándalo de coimas que en 1992 certificó la defunción de los partidos políticos tradicionales. Hace 28 años el director de este centro, Mario Chiesa, fue el primer arrestado por los fiscales del equipo de Mani Pulite (Manos Limpias).
Paradojas del destino, la policía financiera, esta vez con mascarillas, antiparras y guantes, volvió a ingresar ayer allí para secuestrar historias clínicas de pacientes y demás documentos administrativos, en el marco de una de las decenas de investigaciones penales que diversas fiscalías han puesto en marcha en contra de las autoridades de este establecimiento, así como de varios otros de la provincia de Milán –donde desde febrero hubo 700 decesos– y otras ciudades de la región. La hipótesis de delito es homicidio culposo plúrimo y epidemia culposa.
Sólo en el Pío Albergo Trivulzio desde enero murieron unos 230 ancianos, cuyos hijos se encuentran en pie de guerra: quieren entender qué paso con sus padres, que de repente se vieron en la vorágine de focos infecciosos e incluso abandonados por el personal, que comenzó a contagiarse. En el marco de las investigaciones sobre RSA de Lodi, Cremona, Brescia, Sondrio y Lecco, la policía financiera allanó hoy incluso la sede de la región Lombardía, que para muchos sería la verdadera responsable del desastre.
Si hubo estragos en los hogares de la región, en efecto, se debió en primer lugar a que las autoridades sanitarias decidieron prohibir las visitas de los familiares demasiado tarde, recién el 4 de marzo. Debido a que la gran mayoría de la población es asintomática, esas visitas de parientes dispararon el contagio en residencias que se convirtieron en focos de la infección también para médicos y enfermeros.
Por otro lado, aunque parezca increíble, hasta mediados de marzo las autoridades prohibieron el uso de mascarillas y barbijos en los hogares "para no alarmar a los huéspedes", según denunció el personal. "El 9 de marzo transporté sin protección de un piso a otro a un paciente que después se enfermó", contó una enfermera del Instituto Don Gnocchi.
Lo peor, sin embargo, habría sido la decisión del 8 de marzo de las autoridades sanitarias de Lombardía de enviar a las RSA a los pacientes positivos menos graves para así liberar camas en los hospitales. Nadie estaba preparado para esto y el contagio se extendió también debido a la falta de dispositivos de protección y a la escasa formación del personal, no capacitado para enfrentar la emergencia.
Aunque todos los reflectores de la catástrofe están puestos sobre Lombardía, también en otras regiones se multiplican denuncias contra hogares de ancianos que, lejos de cuidarlos, se transformaron en sus tumbas. "Durante dos días no supimos más nada de él. Por teléfono nos decían que había sido trasladado al hospital Gemelli, después al Columbus. Pero él nunca llegó a esos hospitales, murió en su cama, en su cuarto, solo, sin asistencia, sofocado por el virus", denunciaron los familiares de Antonio Carbone, jubilado de 81 años que desde 2002 vivía en la residencia Papa Giovanni XXIII del barrio de Spinaceto, en la periferia oeste de Roma.
La Fiscalía indaga por homicidio culposo. "Tenemos la impresión de que nadie quiso entrar en su habitación por miedo a contagiarse", explicaron los parientes de Antonio, uno de los tres ancianos muertos en el hogar mencionado, que fue más tarde clausurado y donde se descubrieron 20 casos positivos, entre los cuales también algunos operadores.
"El tenía un físico imponente, seguía lúcido y en el hogar se divertía, se había vuelto su casa –contaron los familiares–. Íbamos a visitarlo seguido, hasta que nos lo prohibieron por la emergencia y entonces lo llamábamos por teléfono. El 24 de marzo nos dijeron que había dado positivo al test y que lo iban a trasladar a un hospital. Pero no lo hicieron. El 25 nos anunciaron que había muerto. Antonio se fue sólo, sin que nadie lo asistiera y ahora queremos justicia".
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