Coronavirus: la cuarentena más grande del mundo llega a su fin y la India se prepara para el impacto
NUEVA DELHI.- Los asistentes de cabina usan trajes de seguridad y algunos de los pasajeros deben hacer cuarentena en el lugar de destino, pero por primera vez en meses de pandemia de coronavirus, los cielos de la India están abiertos.
La reanudación de los vuelos de cabotaje es una clara señal de que la India avanza hacia el final de la cuarentena más grande del mundo, un experimento sin precedentes que afectó a 1300 millones de personas. Las restricciones causaron una masiva pérdida de empleos, inseguridad alimentaria y un éxodo de trabajadores de las grandes ciudades del país.
Ahora, la India se prepara para lo que viene: según los expertos, si bien la cuarentena desaceleró la propagación del virus, la cantidad de casos nuevos está creciendo. La India es el cuarto país del mundo en cantidad diaria de nuevos casos. Solo Rusia, Brasil y Estados Unidos tienen más contagios por día que la India, que ya suma 150.000 casos.
En las últimas semanas, el gobierno flexibilizó las restricciones a los traslados, transporte de cargas, comercio y manufacturas. Las grandes reuniones de gente siguen prohibidas, y los viajes internacionales siguen prohibidos. Pero los expertos dicen que el relajamiento de las restricciones acelerará el aumento de casos.
Eso implica mayor presión sobre los ya abrumados hospitales, y complicará el acceso al cuidado de la salud en general, y no solo en los referidos al coronavirus.
Bombay y Nueva Delhi, las dos mayores ciudades de la India, se preparan para el nuevo pico de casos. En Bombay ya no hay camas en las salas de coronavirus de algunos hospitales, y el gobierno de la ciudad solicitó a otros municipios el envío de médicos y enfermeras en préstamo. Las autoridades de Delhi están reconvirtiendo otro hospital público en un centro exclusivo de internación para pacientes de coronavirus, y acaban de ordenar que todos los hospitales privados liberen el 20% de sus camas para la atención de la enfermedad.
"Intentar controlar la propagación de un virus en una ciudad tan densamente poblada como Bombay es casi imposible", dice el epidemiólogo Jayaprakash Muliyil. "Va a ser un caos". En esta ciudad, capital financiera de la India, hay actualmente 31.000 casos confirmados.
"Las salas de internación en las clínicas privadas están colmadas desde hace tres semanas", dice Lancelot Pinto, neumonólogo del Hospital Hinduja, un gran centro médico privado. "Ya tuvimos que rechazar pacientes".
El gobierno de la India cambió drásticamente su abordaje de la pandemia. En marzo, el primer ministro Narendra Modi anunció uno de los confinamientos más estrictos del mundo sin previo aviso, cuando el país tenía poco más de 500 casos. En ese momento, dijo que tal vez sería necesario quedarse en casa tres semanas "para cortar la cadena de contagios", y se dijo confiado en ganar la batalla. Este mes, sin embargo, Modi ya no habló de frenar ni de derrotar al virus, y dijo que "seguirá siendo parte de nuestras vidas por largo tiempo". Se relajarían las restricciones, y gran parte de las decisiones quedaría en manos de cada provincia.
El cambio es un reconocimiento de la devastación económica causada por la cuarentena en un país con muy poca red de seguridad social. Se espera que durante este año fiscal la economía india se achique por primera vez desde la década de 1980. Más de 100 millones de personas perdieron su trabajo.
Los funcionarios del gobierno señalan que la India sigue teniendo un índice de mortalidad comparativamente bajo, con 4100 muertos registrados y una tasa del 2,9%, frente al 5,9% de Estados Unidos. La cuarentena le permitió a la India ganar un tiempo vital para prepararse, sin sufrir un "desborde" de contagios, dijo la semana pasada V. K. Paul, miembro del equipo de planificación del gobierno. El país "ahora está listo para el desafío que se viene", señaló.
Un modelo proyectivo elaborado por la Universidad de Michigan predice que para el 15 de julio, la India habrá tenido casi un millón de casos, siempre y cuando reabra "cautelosamente" la actividad después del cierre. "En la India, la curva todavía no pegó la vuelta", dice Bhramar Mukherjee, quien lideró el proyecto. "Se logró diferir el pico".
Pero no hay certeza de que las cifras oficiales de casos y fallecidos reflejen el verdadero alcance del brote. La India incrementó considerablemente sus testeos en los últimos dos meses —ahora realiza unos 110.000 testeos diarios—, pero sigue siendo un ínfimo porcentaje en un país con más de 1350 millones de habitantes.
Las cifras a nivel nacional tampoco dejan ver las considerables diferencias que tiene la respuesta ante la pandemia en un país tan vasto. El estado sureño de Kerala tiene un sólido sistema de salud pública y lo movilizó íntegramente para rastrear, dar tratamiento y aislar a los que daban positivo. A principios de este mes, los casos activos habían caído a solo 16, pero tres semanas después, ya se está registrando un aumento de nuevos infectados, debido a los residentes que habían quedado varados en otras regiones y ahora están volviendo, como así también los que llegan del extranjero en vuelos de repatriación.
El virus está dejando expuestas las consabidas debilidades de la destartalada infraestructura sanitaria de la India, en especial de los hospitales públicos, única opción de los pobres del país. Muchos hospitales postergaron las cirugías no urgentes y clausuraron los sectores de pacientes ambulatorios para minimizar el riesgo de contagio. Algunos hospitales de Bombay y Nueva Delhi debieron ser cerrados temporariamente cuando algunos miembros de su personal dieron positivo en los testeos.
The Washington Post
Traducción de Jaime Arrambide
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