Coronavirus. Ian Bremmer: “Nos alejamos de la globalización y eso es muy peligroso”
Ni el Grupo de los Siete (G-7), ni el Grupo de los Veinte (G-20). Si una sigla sintetiza la realidad actual, dice Ian Bremmer, es "G-0". Sí, el Grupo Cero. Porque si algo caracteriza el escenario global es la ausencia de un país o un foro de países que pueda –o quiera– fijar una agenda planetaria. Y eso, dice, es peligroso en tiempos críticos.
"Esta es la crisis más grande de nuestras vidas y somos incapaces de responder a ella de forma unificada", alerta el politólogo y analista internacional. Semejante descalabro afectará el desarrollo de una vacuna para el coronavirus , nos alejará de la globalización tal y como la conocimos y hasta podría marcar un cisma –tecnología mediante– en la humanidad.
"Vivimos un período peligroso, pero también lleno de posibilidades", dice Bremmer aLA NACION desde Nueva York, la misma ciudad en que fundó la consultora Eurasia Group en 1998 y que, hoy, es la gran firma global cuando de análisis de riesgo se trata. "¡Qué tiempo extraordinario nos toca vivir!", celebra. Un tiempo, dice, en que debemos refundar la arquitectura institucional del mundo.
–¿Cuál es su visión sobre la crisis, hoy, y sobre lo que puede ocurrir?
-Es difícil saberlo. Todavía no tenemos una vacuna, pero ya sabemos que una vez que esté lista, tomará un buen tiempo producirla y distribuirla. A eso se suma que esta es la primera crisis que ocurre en nuestras vidas en el contexto de un mundo G-0. En otras palabras, que las respuestas políticas son profundamente disfuncionales en todo el mundo. No estamos alineados, ni coordinados, en los planos económico o sanitario y ni siquiera en el de las vacunas. Eso complica superar la crisis porque aun cuando se trata de una pandemia global, no estamos trabajando juntos para superarla. Eso es muy distinto de lo que ocurrió ante la crisis de 2008.
–¿Qué implica eso, en la práctica?
-Que deberíamos ser más cautos al pensar cómo serán nuestras vidas después de esta crisis o cuándo nos subiremos a un avión para un viaje que no sea esencial o qué empresas estarán en condiciones de funcionar sin una intervención gubernamental. El mundo ya no parece encarrilado hacia la globalización tal y como la conocimos. Bienes, servicios, información y personas se movían cada vez más y más rápido a través de las fronteras y eso generó mucho más crecimiento. Por supuesto que mucha gente quedó atrás y se registraron abusos, sí, pero el balance muestra que la globalización generó mejores índices de educación, salud, expectativas de vida y riqueza. Ahora vamos en una dirección muy distinta, alejándonos de la globalización y creo que eso es algo muy peligroso.
–¿Puede un eventual recambio presidencial en Estados Unidos combinado con un abordaje distinto de Boris Johnson tras contagiarse el Covid-19 y una Unión Europea que al fin parece reaccionar llevar ese "G-0" a algo más integrado?
-Comencé a escribir sobre el G-0 en 2012, antes de que ganara Donald Trump , antes del Brexit y de Johnson. Era un mundo distinto, pero ya estaba bastante claro lo que ocurría. Estados Unidos ya estaba menos interesado en ser el comisario del mundo, el arquitecto del comercio o el porrista de los valores globales. Estaba claro, también, que la relación transatlántica se estaba debilitando y fragmentando porque Europa se estaba debilitando y fragmentando. Estaba claro que Rusia estaba en declive y responsabilizando por eso a Occidente. Y estaba claro que China se estaba empoderando, sin alinearse a los valores de Occidente. Ocho años después, nada de esto ha cambiado. Al contrario. Y nada de eso cambiará porque Johnson se contagie coronavirus o Joe Biden sea presidente, aunque ciertamente la elección de Trump exacerbó y aceleró el problema…
–Porque el G-0 ya estaba allí, latente.
-¡Claro! Hay muchas figuras del establishment diplomático de Occidente que no quieren ver el G-0 en que vivimos y se ilusionan con que estaremos bien si Estados Unidos se quita de encima a Trump, pero también comienzan a comprender que las instituciones en sí no están alineadas con el actual balance de poder en el mundo. Sea que hablemos de la OTAN, o del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas o el FMI o la Organización Mundial del Comercio… ¡Incluso el contrato social que tenemos en las democracias actuales está desactualizado! Nuestras instituciones son vistas cada vez más amañadas, a favor de unos pocos, con representantes que no representan a quienes deberían representar. Así que estamos en uno de esos procesos cíclicos de creación destructiva y el virus aceleró el reconocimiento de que esa creación destructiva tiene que ocurrir. Tendremos que reformar muchas instituciones y crear nuevas instituciones, repensar el capitalismo, replantearnos la arquitectura internacional que ya no puede ser liderada por Estados Unidos o por Occidente.
–¿Este replanteo incluye a China como superpotencia?
-No creo que China sea una superpotencia. Al menos no del modo en que lo es Estados Unidos, si pensamos en poderío militar, tecnología, capacidad diplomática y economía, además de energía, alimentación y moneda como fuente de reserva monetaria. China sí se convirtió en una superpotencia tecnológica en los últimos cinco años y es o será pronto una superpotencia económica, pero no lo es en términos militares o diplomáticos, y ciertamente no lo es en términos de influencia financiera, además de que importa alimentos.
–¿Tiene China el peso necesario para encarar una "Guerra Fría" con Estados Unidos?
-Nos encaminamos hacia una guerra fría con China, pero todavía no estamos en esa situación. Sí creo que hay una guerra fría tecnológica, en la que ambos países rompieron lanzas. Ahora tendremos dos sistemas distintos a nivel global, lo que implica un gran cambio que afectará a todos. No confiamos en China, ni ellos en nosotros. Eso no es novedoso. Pero todavía hay mucha dependencia mutua, aunque se ha roto en el campo tecnológico.
–¿Qué es lo que más le preocupa de esta crisis global?
-Que es la más grande de nuestras vidas y somos incapaces de responder a ella de forma unificada. Incluso cuando se trata de encontrar una vacuna, vemos mucho nacionalismo. Me preocupa profundamente que haremos política con la vida de las personas. Y en el largo plazo, es esa pelea tecnológica porque a lo largo de nuestra historia hemos tendido a deshumanizar a aquellas personas que no entendemos, con las que no interactuamos. Eso me preocupa porque a medida que avancemos con dos tecnologías distintas en el mundo, cada vez tendremos menos conexión con quienes utilicen la otra tecnología. Recibirán información diferente, comprarán productos distintos y sus cerebros estarán entrenados por algoritmos diferentes. ¡Se convertirán en humanidades distintas! ¡Mira lo que ya ocurre con las redes sociales! El potencial es muy peligroso para el futuro de este planeta, en un contexto en que debemos afrontar una verdadera crisis global como es el cambio climático.
–Un panorama cuanto menos complicado…
-Es lo opuesto a lo que esperábamos con la triple "w" [por "world wide web" o, en español, una "red de alcance global"]. El riesgo es la desconexión mutua. Por eso, fíjate el mensaje que anclé en mi cuenta de Twitter. Dice: "Si no sigues [en Twitter] a una persona que no te agrada, te estás equivocando". Lo fijé en noviembre de 2016, después de que Trump fue elegido presidente. Lo hice porque comprendí que Trump fue elegido porque el país se había dividido tanto que cada lado se negaba a asumir la humanidad del otro lado. Ahora, si eso puede ocurrir en un país en el que todos tenemos tantas experiencias y vivencias en común, y donde nuestro espectro político es estrecho comparado con los de la Argentina, Canadá o Francia, ¿qué puede ocurrir con un mundo que se regirá con dos tecnologías distintas?
If you're not following some people you dislike, you're doing it wrong. I'm happy to help.&— ian bremmer (@ianbremmer) November 24, 2016
–¿Ve algo esperanzador?
-¡Por supuesto! Nosotros, esta generación en particular de la humanidad, vivimos un momento en que nuestras decisiones pueden modificar el futuro del planeta. Es un período peligroso, pero también lleno de posibilidades. ¡Qué tiempo extraordinario nos toca vivir comparado con el resto de la historia de la humanidad! Las decisiones que tomemos durante las próximas dos generaciones determinarán el destino de la humanidad. ¡Deberíamos estar agradecidos por eso!
–¿Hay alguna pregunta que no le planteé y le gustaría abordar?
-¡Sí! No me preguntaste qué países creo que están manejando mejor la pandemia. La Argentina es uno de ellos. Es uno de los países cuyos líderes respondieron temprano y apoyados en datos, en ciencia, que no politizaron la crisis, ni jugaron para la tribuna. Les dijeron a sus ciudadanos cuál era la situación y actuaron como verdaderos líderes.
Biografía
-Nacido en 1969, estudió Relaciones Internacionales en la Universidad de Tulane y completó su maestría y doctorado en Ciencias Políticas en la Universidad de Stanford.
-Autor de diez libros sobre asuntos globales, es columnista de la revista Time y colaborador habitual del Financial Times sobre temas de política exterior.
-Fue profesor en la Universidad de Nueva York, y desde 2019 da clases sobre geopolítica en la Universidad de Columbia.
-Presidente del Consejo sobre la Agenda Global del Foro Económico Mundial desde 2010, acumula premios y reconocimientos.
Recomendación para aprovechar el tiempo
–Dado que millones de argentinos deben permanecer en sus casas desde hace meses, ¿qué libros, películas, música u otra actividad les recomienda para distraerse o "aprovechar" el tiempo? ¿Qué hace usted en su tiempo libre?
-En mi caso, como no estoy viajando, tengo mucho más tiempo disponible y leyendo mucho más sobre la situación del planeta. Hay tanto que está ocurriendo en estos momentos, en simultáneo, en distintas partes del mundo, sobre la misma "conversación" global que es bueno tener ese tiempo para comprender mejor los matices de temas complejos. China, India, Argentina, Rusia, Estados Unidos… todos son parte de la misma "conversación". Y a eso se suma que aprovechando que estoy más en casa, empecé a ver la serie The Americans. Está muy bien hecha. Así que todo aquel a quien le interese la "guerra fría", se la recomiendo. Y acabo de terminar Burn-in, de P. W. Singer, un libro con un toque de ciencia ficción, pero basado en una investigación increíble sobre los avances de la robótica y hacia dónde podríamos dirigirnos en los próximos 15 a 20 años. Lo escribió antes de la pandemia, pero creo que dada la aceleración tecnológica que provocó el Covid-19, leerlo hoy se torna aún más interesante.
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