Coronavirus: cómo viven hoy y qué proyectan sobre la vida que se viene 700 epidemiólogos de EE.UU.
NUEVA YORK.– Aunque las vacunas contra el coronavirus ya están en camino, muchos epidemiólogos de Estados Unidos creen que sus vidas no volverán a la normalidad prepandémica hasta que esté vacunada la mayor parte de la población. Mientras tanto, la mayoría de ellos flexibilizaron algunas precauciones –van al almacén o se encuentran con amigos al aire libre–, pero siguen siendo igual de prudentes respecto a muchas actividades de la vida cotidiana.
En una encuesta informal realizada a 700 epidemiólogos por The New York Times, la mitad dijo que no cambiará su comportamiento personal hasta que por lo menos esté vacunado el 70% de la población. Y el 30% de los epidemiólogos señaló que harán algunos cambios en su vida cuando ellos mismos estén vacunados.
Una minoría dijo que si se distribuyeran vacunas altamente efectivas, los norteamericanos podrían volver a vivir con mayor libertad y menor riesgo a partir de la llegada del próximo verano boreal, en junio. "Soy optimista porque los alentadores resultados de la vacuna implican que podremos volver al ruedo durante nuestro verano próximo", dijo Kelly Strutz, profesora adjunta en la Universidad Estatal de Michigan.
Pero la mayoría de los epidemiólogos consultados dijeron que por más que haya vacunas, muchas actividades tardarán un año o más en volver de modo seguro, y que algunos aspectos de sus vidas tal vez nunca vuelvan a ser como antes.
Karin Michels, profesora de epidemiología de la Universidad de California en Los Ángeles, indicó que probablemente nos lleve muchos años volver tranquilos a un estilo de vida parecido al que teníamos antes. "Tenemos que acostumbrarnos a vivir con el virus", dice Michels.
A los epidemiólogos les preocupan muchas cosas que aún se desconocen, como cuánto tiempo dura la inmunidad, cómo podría mutar el virus, los problemas en la distribución de las vacunas y el posible rechazo de algunos grupos que no están dispuestos a vacunarse.
En el hemisferio norte, con la amenaza del Covid-19 y el invierno por delante, los epidemiólogos toman recaudos mucho más estrictos que la mayoría de los norteamericanos de a pie. Pero esas precauciones cambiaron desde marzo, ya que los científicos conocen más sobre la forma de propagación del coronavirus y la manera de evitar el contagio.
De las 23 actividades de la vida cotidiana sobre las que indaga la encuesta, la mayoría de los consultados solo realizaron tres: reunirse al aire libre con amigos, recibir correos sin precauciones y hacer mandados, como ir al almacén o a la farmacia.
Los epidemiólogos casi abandonaron por completo otras actividades de la vida prepandémica que muchos estadounidenses ya retomaron. Casi ninguno de ellos dijo haberse encontrado con alguien no cercano, ni haber asistido a un evento deportivo, un concierto, una boda o un funeral.
Tres cuartos de los consultados dijeron que planeaban pasar Navidad, Janucá u otras festividades solo con los miembros de su hogar, o no celebrarlo en absoluto.
Cuando se les preguntó sobre las actividades más seguras y las más riesgosas de la lista, muchos epidemiólogos coincidieron en estos principios generales: les temen menos a las actividades al aire libre y a tocar superficies, y les preocupan más las actividades en el interior y con grupos grandes. Pero no todos los epidemiólogos evalúan el nivel de riesgo de la misma manera.
"La situación más riesgosa es una reunión en un lugar cerrado con muchas personas", dijo Leland Ackerson, de la Universidad de Massachusetts. "La menos riesgosa es al aire libre con pocas personas, con distanciamiento social y tomando precauciones", añadió.
Hace seis meses, le preguntamos a un grupo de epidemiólogos similar cuándo creían que la vida volvería a la normalidad. En ese entonces, muchos de ellos pensaban que habría que esperar un año o más para que se normalizaran muchos aspectos de la vida cotidiana. Esta vez, como la propagación del virus empeoró pero los tratamientos mejoraron, centramos nuestras preguntas en torno a cómo están atravesando la pandemia.
"Es gracioso: cuando me preguntaron esto la vez anterior, fui muy optimista sobre la capacidad de Estados Unidos para liderar y tratar el problema a tiempo", dijo Rachel Widome, profesora adjunta en la Universidad de Minnesota. "Les dije que pensaba que a esta altura del año las cosas estarían mejor. Me equivoqué feo: están mucho peor".
La mayoría de los científicos señaló que para que Estados Unidos alcance la inmunidad de rebaño –cuando la propagación del virus se desacelera significativamente o se detiene– es necesario que alrededor del 70% de la población sea inmune.
Moncef Slaoui, líder del programa gubernamental de desarrollo de vacunas Operación Warp Speed, dijo que las vacunas podrían estar disponibles con suficiente rapidez como para que Estados Unidos logre la inmunidad de rebaño a principios del próximo verano boreal. Pero los científicos todavía no saben si una persona vacunada puede seguir propagando el virus.
Casi un tercio de los participantes dijeron que tras recibir una vacuna se sentirían más seguros para retomar otras actividades de la vida cotidiana. Algunos indicaron que se sentirían seguros haciendo solo ciertas cosas, como socializar con personas que también fueron vacunadas. Y unos pocos encuestados dijeron que recién se sentirían más seguros cuando el país alcance el umbral de la inmunidad de rebaño y ellos mismos reciban la vacuna.
"Yo cambiaría algunos comportamientos, pero no otros", dice Gabriela Vazquez Benitez, investigadora de HealthPartners Institute, una organización sin fines de lucro. "Si me hubieran aplicado la vacuna, haría un mínimo de viajes y pequeñas reuniones en espacios cerrados con familiares cercanos, pero mantendría las precauciones de seguridad, como ponerme el barbijo y respetar la distancia social".
El 79% de los epidemiólogos dijo que desde marzo su evaluación de los riesgos ha cambiado, y que han ajustado sus precauciones en consecuencia. La ciencia es un proceso y el virus es nuevo, dijeron los epidemiólogos, así que hasta quienes lo estudian bien de cerca han ido aprendiendo a vivir con él a lo largo del camino.
Algunos dijeron estar menos preocupados que en marzo respecto a socializar al aire libre, tocar superficies o mandar a los chicos a la escuela. Ahora los preocupa la transmisión aérea en espacios cerrados y el peligro de la gente sin tapaboca.
Muchos epidemiólogos lamentaron las falencias de comunicación de las autoridades sanitarias y que un porcentaje cada vez mayor de estadounidenses descrea de la ciencia. También temen que la politización de medidas como llevar tapabocas o quedarse en casa pueda tener consecuencias a largo plazo.
"El virus me hizo más humilde como profesional y como persona", dijo Michelle Odden, profesora adjunta de epidemiología de la Universidad de Stanford. "No creía que la respuesta del gobierno federal de Estados Unidos pudiera fracasar a tal punto. Queda mucho por hacer".
The New York Times
Traducción de Ignacio Mackinze
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