Coronavirus. Empatía y sinceridad: los rasgos de un nuevo liderazgo global
Los dirigentes que mejor gestionaron la pandemia, en su mayoría mujeres, actuaron con franqueza, determinación, fortaleza y anticipación; la confianza que generaron se tradujo en crecimientos de popularidad
PARÍS.- Como las guerras, la pandemia del coronavirus puso a prueba a los dirigentes del planeta dejando al desnudo sus verdaderas naturalezas. La forma en que respondieron impactó no solo en la salud y el bienestar de sus pueblos, sino también en su propia popularidad. Algunos vieron agigantarse esos niveles de simpatía. Pero otros parecen haber sido capaces de ir más lejos, capturando algo más intangible que conmovió a sus gobernados. Supieron demostrar empatía, una inesperada fortaleza, una cierta sabiduría y, sobre todo, una total sinceridad.
La mayoría de esos líderes fueron mujeres, aunque no todos. ¿Porque son mujeres o porque tienen las competencias necesarias? La revista Forbes buscó "ejemplos de leadership en tiempos de crisis".
Y la revista económica descubrió que todos los países que respondieron mejor a la pandemia, "de Islandia a Taiwán y de Alemania a Nueva Zelanda", más Finlandia y Dinamarca, están liderados por mujeres.
"Años de investigación terminaron por sugerir que, en momentos de crisis, su forma de gobernar podría ser diferente y más benéfica que la de los machos alfa", anota la publicación.
"Es verdad, cada una de ellas fue capaz de hacer frente a la pandemia sin tergiversar, con franqueza, determinación, empatía, reactividad y anticipación, todos elementos de una gestión eficaz. Y, sobre todo, sin jamás pronunciar la palabra 'guerra', tan común en el lenguaje masculino", explica el sociólogo Jean Viard.
En Alemania, la canciller Angela Merkel dijo con calma a sus compatriotas que el mundo estaba frente a un virus que iba a infectar hasta el 70% de la población. "Es grave, hay que tomarlo en serio", resumió. Ella lo hizo y los alemanes la imitaron. Gracias a su sinceridad y su capacidad para identificarse con sus administrados, Alemania fue capaz de superar las fases de negación, cólera y desconfianza que aparecieron en el resto del mundo. Los tests comenzaron casi de inmediato y el país pudo sortear la primera ola de la crisis con un número de muertos muy inferior al de sus vecinos europeos. Hoy, Merkel obtiene 83% de opiniones favorables. Tanta es la confianza que tienen en ella sus administrados que una broma circula en las redes sociales afirmado que "ante cualquier duda, mutti [mamá] sabe".
Desde enero, la presidenta de Taiwán, Tsai Ing-wen, aplicó 124 medidas para bloquear la propagación del virus. Sin necesidad de recurrir al confinamiento, Tsai consiguió dar lo que los expertos califican de "una de las mejores respuestas del mundo" a la pandemia. Hasta hoy, su país registró 440 casos y solo siete muertos. Esa abogada de 62 años se dio incluso el lujo de enviar unos diez millones de barbijos a Estados Unidos y a Europa.
Jacinda Ardern, primera ministra de Nueva Zelanda, fue la primera que indicó claramente el nivel de alerta máxima al que sometería a su país, explicando en detalle las razones y los detalles. Cuando el país apenas registraba seis casos, impuso el auto-aislamiento sin hesitación. Y cuando, empujados por la amenaza de la crisis económica, los demás dirigentes de la región comenzaron a hablar de levantar restricciones, Ardern las reforzó, obligando a los neozelandeses a someterse a una rigurosa cuarentena de 14 días al regresar a su propio país. Según los especialistas, la integridad de sus decisiones y su determinación evitaron a su país miles de muertos: hoy, Nueva Zelanda registra 21 decesos de Covid-19 en una población de 4,8 millones de personas.
Del otro lado del globo, Islandia, dirigida por la primera ministra Katrin Jakobsdottir, ofreció tests de detección gratuitos a todos sus ciudadanos, convirtiendo ese pequeño país de 365.000 habitantes en un caso de escuela para conocer la tasa real de propagación y mortalidad del Covid-19. El 14 de mayo, con el 15% de los islandeses testeados, el país había registrado 10 muertos. Jakobsdottir decidió cerrar liceos, universidades, piscinas, salas de deportes, cines, bares y restaurantes hasta el 4 de mayo, mientras guarderías y escuelas primarias permanecieron abiertas.
En Finlandia, Sanna Marin, la primera ministra más joven del mundo, al frente de una colación exclusivamente formada por mujeres, recurrió a influencers de redes sociales como agentes clave en la lucha contra la pandemia, "ya que no todos leen los diarios", explicó.
Y en Noruega, la primera ministra Erna Solberg tuvo la original idea de utilizar la televisión para hablar directamente a los niños de su país, inspirándose de una breve conferencia de prensa similar que su homóloga danesa, Mette Frederiksen, había realizado unos días antes. Ningún adulto fue autorizado a asistir, mientras Solberg respondía las preguntas de los chicos del país, tomando el tiempo necesario para explicar por qué era normal sentir miedo.
Capacidad
Pero no solo las mujeres han sido capaces de hacer frente a la pandemia con determinación. Con un estilo más marcial, hay hombres que hicieron lo mismo, obteniendo excelentes resultados. Entre ellos se encuentran el canciller austríaco, Sebastian Kurz; el presidente surcoreano, Moon Jae-in, e incluso el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu.
A nivel de popularidad, Kurz no tiene nada que envidiar a Merkel. Según un sondeo Ipsos-Sopra, 84% de los austríacos opinan que el joven canciller supo hacer frente a la crisis: el nivel más alto entre todos los dirigentes europeos. Su alianza de gobierno verde-conservadora fue realmente ejemplar, tomando rápidamente medidas de confinamiento, sin que fueran tan restrictivas como en Francia o en Italia. Con 584 muertos en una población de 8,8 millones de habitantes, los hospitales austríacos nunca estuvieron desbordados y los habitantes conservaron el derecho de pasear en los parques. El civismo proverbial de los austríacos sirvió para que ese país fuera el primero en iniciar el desconfinamiento, el 14 de abril.
A los 33 años, el "yerno perfecto" de la política austríaca continúa en forma espectacular su carrera política. Después de hacerse conocer en Europa por sus duras posiciones antimigratorias y haber gobernado con la extrema derecha entre 20017 y 2019, aprovecha ahora su alianza inédita con los ecologistas para pulir su imagen en esta crisis.
En la lucha contra el Covid-19, Israel aparece como un modelo. Una reciente clasificación internacional lo coloca, incluso, como N° 1 mundial. Hasta hoy, el Estado hebreo, con 8,8 millones de habitantes, registra 267 muertes. El secreto: una gestión autoritaria y el recurso a tecnologías de punta.
"Para ser eficaz frente a una pandemia es necesario desplegar las 2 C: comando y control", indica el virólogo y consultor Alexander Kekulé, exconsejero de Merkel.
Primer beneficiado, el premier israelí, Benjamin Netanyahu. Consciente de que la ocasión podría servirle para hacer olvidar sus tropiezos judiciales por corrupción, Bibi parece haber seguido el consejo al pie de la letra. Desde los primeros días de la crisis, el enérgico septuagenario se presentó cotidianamente ante las cámaras de televisión y multiplicó las iniciativas en un país habituado a estar en pie de guerra, poniendo a contribución incluso al Mossad, legendario servicio secreto israelí.
Israel fue uno de los primeros Estados que cerraron sus fronteras y negaron el acceso a aviones provenientes de Europa. Todos los pasajeros que llegaban al país fueron sometidos a cuarentena. Se instauraron la distancia social obligatoria y el confinamiento a partir de mediados de marzo. Desde el 1° de abril, toda persona sospechosa de estar contaminada debe aislarse en uno de los "coronahoteles" previstos a ese efecto.
Ningún autoritarismo en el último de los ejemplos: Leo Varadkar, primer ministro interino de Irlanda, que en 2013 dejó su estetoscopio de médico para protagonizar una espectacular ascensión política, en el seno del partido de centroderecha Fine Gael. Cuatro años después, se convirtió, a los 38 años, en el primer ministro más joven de la historia de su país. Después de su renuncia, en febrero pasado, Varadkar -que ocupa el interinato a la cabeza del gobierno- volvió a su consultorio. No solo con la intención de formar una nueva coalición de gobierno, sino para acompañar, al menos un día por semana, a los enfermos de Covid-19.
Gay y mestizo, hijo de una enfermera y de un médico de origen indio, Varadkar encarna la evolución en un país de sólidos valores conservadores. Con empatía, seriedad y sinceridad, el primer ministro supo hablar a los irlandeses. Sus administrados mencionan su discurso el Día de San Patricio, cuando conectó su propia familia con la crisis.
"Mi compañero, mis dos hermanas y sus esposos trabajan en el servicio de salud aquí, en Irlanda, como en Gran Bretaña. Tienen aprensiones. Saben que estamos en medio de la calma que precede la tormenta. Cuando esta llegue -porque llegará- nunca tanta gente habrá esperado tanto de tan pocos", dijo, parafraseando a Winston Churchill.
Irlanda, que sorteó la crisis sin demasiados traumatismos, comenzará mañana un desconfinamiento progresivo con un balance de 1518 muertos en una población de 5,2 millones de personas.
Antes de la pandemia, el surcoreano Moon estaba convencido de que su partido perdería las elecciones. Pero su inteligente gestión de la crisis le otorgó una inesperada victoria el 15 de abril. Hasta hoy, en ese país de casi 52 millones de habitantes se registraron solo 262 muertos de Covid-19. Es cierto que después de pasar por otras epidemias Corea del Sur estaba mejor preparada que Europa o América para hacer frente a la crisis. Pero sus administrados reconocen a Moon una auténtica capacidad profesional y una sorprendente calma.
El jefe de Estado supo además dejar a las autoridades sanitarias hacer su trabajo y tomar las medidas económicas necesarias para aliviar a la población: salvo los más ricos, el resto de la población recibió, por ejemplo, una ayuda de emergencia de 820 dólares.
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