Coronavirus: el nuevo mundo que se le abre a los vacunados
El avance de la inmunización abre la perspectiva de viajar y relajar el uso de barbijos; pero, durante meses, la población que no haya sido inoculada permanecerá excluida de esos privilegios
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BARCELONA.- Las vacunas han encendido la luz al final del túnel pandémico. Pero aún queda camino para salir de la oscuridad: una persona inmunizada está protegida contra las formas graves de la enfermedad, pero puede contraer el virus y, hasta la fecha, no se sabe cuál es su capacidad de infectar a otros; aunque se presume que muy poca.
Algunos países ya han abierto las puertas a un nuevo mundo para los vacunados: Estados Unidos, por ejemplo, les permite reunirse en interiores sin mascarilla entre ellos o con personas de bajo riesgo. La Unión Europea, por su parte, avanza hacia la creación de un certificado vacunal, como Israel o China, que permita facilitar la movilidad de los vacunados para reactivar la economía. Las voces más críticas con este tipo de pases, sin embargo, alertan de la falta de evidencia científica sobre el riesgo de transmisión cero tras la inmunización y avisan de que estos certificados amenazan con dividir la sociedad entre vacunados y no vacunados, sobre todo cuando el acceso a las vacunas es limitado.
El organismo de los vacunados ya está preparado para neutralizar al virus antes de que provoque una enfermedad grave. De lo que no hay evidencia clara es de si los vacunados pueden infectar, aunque los datos epidemiológicos recabados hasta ahora sugieren que la transmisión, de haberla, es baja. Pero no hay estudios concluyentes que lo certifiquen.
Un ensayo con trabajadores de la salud británicos constató que la vacunación previene la infección sintomática y asintomática, pero esta investigación aún no ha sido publicada en ninguna revista científica ni revisada por pares. “Científicamente no se puede decir que una persona inmunizada no transmite [el Covid]. No está demostrado el riesgo cero”, zanja Carmen Cámara, secretaria general de la Sociedad Española de Inmunología.
Flexibilización
Algunos países ya han abierto la puerta a flexibilizar restricciones a los vacunados. El Centro de Control de Enfermedades de Estados Unidos dio luz verde el lunes a que las personas que han completado la pauta se reúnan en interiores sin mascarilla ni distancia de seguridad. Incluso con personas no inmunizadas, siempre que sean de bajo riesgo. Y, además, los vacunados no tendrán que hacer cuarentena ni una prueba diagnóstica si entran en contacto con un positivo, a no ser que tengan síntomas o vivan en entornos grupales. En público, sin embargo, tendrán que seguir manteniendo las medidas de protección y evitar grandes reuniones.
Otros gobiernos también trabajan para habilitar certificados vacunales o de inmunidad que permitan más margen de maniobra, ya sea para cruzar fronteras o para acceder a determinados lugares en un mismo país. Por ejemplo Israel, donde más de la mitad de la población ya está vacunada, ha implantado un pase digital que da acceso a gimnasios, espectáculos o clases universitarias presenciales solo a las personas inmunizadas. Incluso en los bares, que han abierto tras seis meses cerrados, hay medidas diferenciadas: solo los vacunados podrán acceder al interior de los locales, los demás tendrán que quedarse en las terrazas al aire libre. China también ha lanzado un certificado con datos vacunales y de pruebas diagnósticas para realizar viajes transfronterizos.
Pasaporte de vacunación
La Unión Europea, por su parte, acelera la creación de un pasaporte de vacunación que facilitaría la movilidad entre los Estados miembros. Tras una primera discusión con los países, la Comisión Europea estudia incluir a personas con PCR negativa o que hayan pasado el coronavirus, aunque la propuesta formal se conocerá la próxima semana. La medida se topó con las críticas de parte de la comunidad científica e incluso de la OMS —en ese momento lo rechazaba por la falta de evidencia sobre cómo funcionaba la inmunidad de los infectados—, las voces consultadas vuelven a alertar ahora de que dar un certificado a una persona que ha pasado la enfermedad puede incitar a la gente a infectarse para acceder a los privilegios que aporta ese documento.
Pero no es esta la única suspicacia que levantan estos pases digitales. López-Acuña explica: “Nos plantea falsas seguridades porque el riesgo de infección, aunque estés vacunado, existe. Para el propósito de darnos seguridad sanitaria plena y evitar la importación de esta enfermedad, el pasaporte no sirve”. Por su parte, Cámara opina: “Desde el punto de vista ético, me parece una barbaridad cuando no hay acceso universal a la vacuna”. Según el Centro Europeo de Control de Enfermedades (ECDC), la UE ha administrado casi 38,5 millones de dosis, pero la población con la pauta completa (la mayoría de vacunas requieren dos dosis) está por debajo del 6% en todos los países.
Voces críticas
Hay demasiados cabos sueltos, insisten las voces críticas. El presidente de la Asociación Española de Vacunologíacuestiona, Amós García, cuestiona: “Una cosa es que quede un registro en la historia clínica, que se tenga un carné vacunal y otra un pasaporte inmunitario cuando no sabemos si evita la infección. Y, en cualquier caso, ¿quién tendrá acceso a ese pasaporte? Ciudadanos de países ricos. Porque las vacunas aún no han llegado a muchos territorios en vías de desarrollo y esto hará aumentar la brecha entre países. Y, por otra parte, ¿qué hacemos con los menores de 18 [para los que no está indicada estas vacunas]?”.
La mayoría de los países de África, por ejemplo, todavía no han empezado a vacunar. En esta línea, el director ejecutivo del Programa de Emergencias de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Michael Ryan, también ha rechazado que los países pretendan pedir un certificado de vacunación para viajar porque creará “más desigualdades”, justificó.
Certificado digital
La Comisión Europea prevé presentar el 17 de marzo su certificado digital. Con la vista puesta en salvar la campaña turística del verano, el organismo todavía no ha aclarado, sin embargo, cuáles serán sus usos definitivos —previsiblemente servirá para entrar en un país, como ocurre con la vacunación contra la fiebre amarilla en zonas donde esta enfermedad es endémica—, o las condiciones para tenerlo (qué ocurrirá con los menores o con las personas con contraindicaciones a la vacunación). Entre los estados miembros, además, hay discrepancias: mientras España y Grecia alientan el llamado “pase digital verde”, Francia y Luxemburgo han mostrado su rechazo por el temor a que se creen ciudadanos de primera y de segunda dependiendo de si están o no vacunados.
“Ninguna intervención está exenta de efectos colaterales. Hay efectos indeseados en cualquier intervención comunitaria”, resuelve el infectólogo Oriol Mitjà, impulsor del pasaporte inmunitario en Cataluña hace un año. El médico admite que no se puede garantizar el riesgo cero de transmisión entre los vacunados y que puede haber gente que quiera infectarse para conseguir el pase verde, pero son riesgos “que se pueden considerar y mitigar”, apunta. Por ejemplo, manteniendo las medidas preventivas de protección, como la mascarilla. “La alternativa al pase verde es cerrar para todos. Pero no puede ser abrir para todos porque pones en peligro la salud pública”, sostiene. Aunque la curva epidémica está de bajada, la incidencia de casos todavía es muy alta en buena parte de Europa.
Cámara, por su parte, propone cambiar el pasaporte por hacer más test. “Habría que reforzar las pruebas diagnósticas a la llegada: test de antígeno obligatorio en el punto de llegada a todo turista que entre en el país. Me parece más igualitario y efectivo”.
Convivencia
Lo que está claro es que, en unos meses, muchos países convivirán con una parte de la población vacunada y otra parte no. “La idea inicial era seguir con las medidas de protección y prudencia en interiores hasta final de año, pero habrá quien quiera que se hagan distinciones. Esta pandemia es complicada y ya veremos cómo evolucionan las variantes, que intentarán escaparse de los efectos de la vacuna”, alerta Alberto Infante, profesor emérito de Salud Internacional de la Escuela Nacional de Sanidad del Instituto de Salud Carlos III.
Toni Trilla, jefe de Medicina Preventiva del Hospital Clínic, duda de que en Europa se replique el modelo de Israel: “Cuando la mayoría de la población esté vacunada, se reducirán muchos problemas porque aunque las vacunas no sean efectivas al 100% para reducir la transmisión, el hecho de que haya mucha gente vacunada ayudará a que el virus circule menos. Pero, por ahora, en el ámbito público, yo, vacunado, voy a hacer lo mismo que tú [que no lo estás]”. Trilla añade que los pasaportes “tienen fecha de caducidad porque no se sabe cuánto durará la inmunidad” y habrá que ir actualizando esas eventuales ventajas que aportan los pases verdes.
Lo que sí persistirán más tiempo son las desigualdades entre países, sobre todo con aquellos en desarrollo, donde la vacunación irá más lenta. “Vamos a pasar unos años de distopía, en un mundo de vacunados y no vacunados. Se permitirá la movilidad dentro de la UE, pero viviremos con un mapa de restricciones de acceso para África y América Latina más tiempo”, asume Infante.
© El PAIS, SL
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