Coronavirus: el estricto (y eficiente) método de las islas Caimán para controlar la cuarentena de los viajeros
El territorio británico en el Caribe implementó pulseras electrónicas para rastrearlos; en el archipiélago solo hubo dos muertes desde que comenzó la pandemia; cómo fueron las experiencias de Hong Kong, Singapur y Taiwán
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Islas Caimán alcanzó el 11 de julio pasado el récord de un año sin transmisión local de Covid-19. El territorio británico de ultramar en el Caribe acumula tan solo dos muertes y 640 contagios en lo que va de la pandemia, pero una de las claves del éxito de los resultados sanitarios responde a un estricto protocolo de cuarentena: aquellos residentes o personas con permiso de trabajo que ingresen a la isla –los únicos habilitados– deben aislarse con una pulsera electrónica, de modo que el gobierno pueda rastrear a cada momento dónde se encuentran.
“Te dan una pulsera y un celular, que cruzan los datos de localización. Si te alejás entre unos 30 o 50 metros del lugar donde hacés la cuarentena, suena una alarma y da aviso al gobierno”, describe, en diálogo con LA NACION, Juan Mazzini, un argentino de 31 años que se mudó a Caimán hace siete meses, en el primer año de la pandemia por coronavirus.
De la isla caribeña ubicada al sur de Cuba y al oeste de Jamaica entran y salen pocas personas, dado el desincentivo que generan las medidas oficiales, según analiza Mazzini, que fue contratado para entrenar al equipo de vela de Caimán.
“Las fronteras están cerradas al turismo desde que empezó la pandemia y hay pocos vuelos. Si tenés permiso para entrar, tenés que avisar dónde vas a hacer la cuarentena y el gobierno revisa el lugar para verificar que tengas baño y cocina propia. En caso de no tener adónde ir, te llevan a un hotel que debés pagar, en caso de no ser caimanés”, indica Mazzini.
El argentino pasó 14 días encerrado en un volumen independiente de la casa de su jefe, y tras dar negativo en la prueba de Covid-19 fue liberado del uso de la pulsera y salió a la calle. Era octubre de 2020. No se usaba tapabocas. “Es que no había prácticamente contagios. La vida siempre fue normal acá en la isla, con los bares y restaurantes abiertos”, señala.
En efecto, en la cuenta de Twitter del gobernador de Islas Caimán, Martyn Roper, puede verse al funcionario desde hace meses participar de actividades oficiales sin barbijo. Aún así, días atrás, el director médico de la isla, John Lee, insistió en un mensaje público que las personas de riesgo y adultos mayores deberán continuar con los recaudos a puertas cerradas, tanto con el distanciamiento social como con el uso de mascarillas.
Minister Bernie Bush & I attended the Cayman Islands Sailing Club, as Honorary President I was asked to dedicate a fleet of 18 sail training dinghies. Sailing is a huge part of Caymanian culture, I hope this new fleet will enable more young people to learn the art of sailing pic.twitter.com/mBqnxbUMT1
— Martyn Roper (@martynroper) May 24, 2021
El plan de vacunación también avanza con éxito en Caimán. El 72% de los 70.000 isleños tiene su inmunización completa y la jurisdicción está cuarta en el ranking mundial de la campaña vacunatoria; por encima tiene a Islandia (74,3%), Malta (84,7%) y Gibraltar (116%, una cifra que toma en cuenta las inoculaciones de personas que entran en el territorio británico pero que no no viven en el peñón, pegado a La Línea de la Concepción), según datos del sitio Our World in Data.
El argentino adjudica el éxito de la inoculación a la ayuda de Gran Bretaña. “En cuanto tuvieron la Pfizer allá, enviaban vacunas para la isla todo el tiempo. Para abril yo ya tenía mi segunda dosis dada”, cuenta a LA NACION.
Caimán figura, además, entre los 25 territorios globales –países o colonias– con menos casos acumulados; por debajo de Tanzania, Granada, Islas Malvinas y el Vaticano, entre otros, que registran un total de contagios que oscila entre 20 y 500.
Aun con estos parámetros favorables, el protocolo sanitario en la isla no se relajó. El gobierno dispuso a principios de julio un “plan de reapertura seguro” de seis fases, que apunta a volver a habilitar el desembarco de cruceros –un gran movilizador del turismo en la isla– recién en enero de 2022, aunque a extender permisos de turismo a partir de septiembre de este año. Esta última medida está sujeta a alcanzar una tasa de vacunación local del 80%, un objetivo no tan lejano para la administración caimanesa.
I support careful, phased and safe reopening plan announced by Premier Panton at Chamber of Commerce event. Gives the clarity many in our community requested. Key now is to get as close as possible to 80% of our population vaccinated. This will give us confidence to proceed. pic.twitter.com/mAcwWmKrjx
— Martyn Roper (@martynroper) July 8, 2021
De momento, los caimaneses transitan la primera fase del plan, en la que se redujo el período de cuarentena a cinco días para los vacunados con certificación, en tanto es de diez días para los vacunados sin verificar y 14 para los no vacunados. Pero nadie queda exento del monitoreo electrónico, que será liberado el mes que viene solo para los vacunados certificados.
El uso del brazalete en otros países
Islas Caimán no es el único lugar en el mundo que acudió a la pulsera electrónica como método para controlar el cumplimiento de la cuarentena y el avance de contagios. La medida tuvo réplicas en Singapur, Hong Kong, Taiwán, Corea del Sur, Jordania, Kuwait, Bahrein, Israel y Bélgica, entre otros lugares, y algunos de esos países vieron reflejada la dureza de aquella y otras iniciativas gubernamentales en la baja cantidad de víctimas por la pandemia.
Singapur, Hong Kong y Taiwán, por ejemplo, integran la lista de las 60 administraciones con menos cantidad de muertos bajo su ala, medido por millón de habitantes. Ocupan, respectivamente, el puesto 25, con seis muertes por millón; 49, con 28 decesos, y 56, con 33, según datos de Worldometer.
En la excolonia británica de Hong Kong, la jefa ejecutiva Carrie Lam reaccionó rápido ante la pandemia y, ya para marzo de 2020, había dispuesto el uso de brazaletes electrónicos. Al igual que en Islas Caimán, el sistema de geoperimetraje que incorporó Lam crea un mapa del entorno en donde se mueve la persona, pero sin detectar su la ubicación exacta, a fin de “preservar su privacidad” –según explicaron tiempo atrás a El País fuentes de la empresa Compathnion Technology, la cual desarrolló la app StayHomeSafe, contratada por el gobierno asiático–. Los castigos por moverse de los límites se fijaron en hasta 25.000 dólares y medio año de prisión.
Otra aplicación móvil que también adquirió la administración hongkonesa permite identificar en un plano todos los casos registrados, de modo que cada persona pueda saber en qué edificio se han registrado contagios, y tomar los recaudos pertinentes.
Hasta el momento, el ingreso al territorio autónomo asiático está restringido para residentes y personas con permiso de trabajo o alguna otra habilitación especial. Desde el mes pasado, quedaron liberados del uso de bracalete aquellos viajeros que elijan aislarse en algunos de los hoteles administrados por el gobierno. Los períodos de cuarentena son se extienden hasta 21 días para quienes arriban desde zonas de riesgo epidemiológico. Respecto a la vacunación, un 31% de la población fue completamente inmunizada contra el Covid-19.
En ese contexto, Hong Kong prepara una “burbuja aérea” con Singapur, para que viajen entre ambos territorios todas aquellas personas vacunadas. Sin embargo, la medida lleva meses de retraso, dado que ambos gobiernos debieron endurecer las restricciones ante el avance de la variante delta.
Un sistema “con menos mano de obra”
El primer ministro singapurense, Lee Hsien Loong –hijo del histórico líder Lee Kuan Yew–, también incorporó los brazaletes electrónicos. Lo hizo en agosto del año pasado, bajo el fundamento de que el sistema “es menos dependiente de la mano de obra”, según indicó en declaraciones públicas de aquel entonces uno de los funcionarios responsables del departamento de Inmigraciones de Singapur, Tan Hoe Koon.
Con ésta y otras medidas rigurosas, la pequeña ciudad-Estado se convirtió, en abril de este año, en el mejor lugar del mundo para vivir durante la pandemia, de acuerdo a un ranking de Bloomberg. El top ten de aquel ranking también incluía a Nueva Zelanda, Australia, Israel, Taiwán y Corea del Sur; coincidió, de nuevo, con algunos de los países que implementaron el brazalete electrónico.
El uso de la pulsera geolocalizadora en Israel, uno de los países pioneros en activar la campaña de vacunación contra el Covid-19, fue una alternativa que el gobierno de Isaac Herzog comenzó a implementar en marzo de este año, para que los israelíes que llegaran desde el exterior pudieran hacer cuarentena en sus domicilios, en vez de ser enviados a los hoteles gestionados por el Estado. El mandatario firmó un convenio con la empresa nacional SuperCom, para que se encargara del software y la aplicación móvil, según información de la agencia Reuters.
Durante el mes de abril, los casos nuevos de Covid-19 empezaron a bajar en el país de Medio Oriente, hasta estabilizarse en menos de 50 contagios diarios durante mayo y –casi todo– junio. Como en el resto del mundo, llegado julio los parámetros se dispararon, y, actualmente Israel promedia los 2000 contagios por día.
Tecnología en las áreas de trabajo
Otra puesta en práctica de la pulsera electrónica se llevó a cabo en Bélgica, en la zona norte del puerto de Amberes. Se hizo, durante los primeros meses de pandemia, para prevenir los contagios entre trabajadores portuarios, obligados a continuar sus tareas por su condición de esenciales.
El uso focalizado de esta tecnología apuntó a procurar el distanciamiento social entre empleados, con una alarma que disparaba cada vez que dos o más personas se acercaban entre sí. Al mismo tiempo, el brazalete permitía, si alguien se infectaba, rastrear a aquellos compañeros de trabajo que hayan estado cerca.
“La innovación y la digitalización son cruciales en tiempos de crisis como estos. Es esencial mantener el puerto en funcionamiento y garantizar que nuestros empleados puedan trabajar de forma segura”, aseguró en ese momento Jacques Vandermeiren, director ejecutivo del puerto, en un comunicado oficial.
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