Coronavirus: ¿Qué pasó? Las fallas que llevaron a EE.UU. al fracaso en la pandemia
NUEVA YORK.- Casi todos los países tuvieron problemas para contener elcoronavirus , y cometieron errores en el camino. China tuvo el primer grave error, silenciando a los médicos que intentaron dar la voz de alarma sobre el virus, y permitiendo que saliera de Wuhan. A continuación, vino el fracaso de gran parte de Europa , que no fue capaz de evitar brotes arrasadores de la enfermedad. Hoy, tras haber reabierto parte de su vida social, muchos países — Japón , Canadá , Francia , Australia y otros— enfrentan un nuevo aumento de casos.
Pero hay un país, uno solo, el más rico del mundo, que sufre un brote severo y sostenido desde hace más de cuatro meses: Estados Unidos .
Durante el último mes, unos 1,9 millones de norteamericanos dieron positivo para el virus.
Esa cifra más que quintuplica la suma de contagios de Europa entera más Canadá, Japón, Corea del Sur y Australia durante ese mismo periodo.
Aunque varios de esos países sufrieron preocupantes nuevos brotes en estos meses, incluidos 50.000 nuevos contagios en España , las cifras siguen siendo ínfimas comparadas con las de Estados Unidos. Solo en el estado deFlorida , con la mitad de población que España, se reportaron casi 300.000 casos en el mismo periodo.
En lo referido al coronavirus, Estados Unidos no resulta comparable a los países ricos y poderosos, sino a los países más pobres, como Brasil , Perú o Sudáfrica , o los que tienen enormes masas de migrantes, como Omán o Bahréin.
Como en varios de esos países, el virus pegó proporcionalmente con mucha más fuerza entre los pobres y discriminados. En Estados Unidos, la tasa de contagio entre los habitantes negros y latinos es tres veces mayor que entre los habitantes blancos.
¿Cómo llegamos a esto? The New York Times se propuso reconstruir el fracaso sin parangón de Estados Unidos, a través de numerosas entrevistas con científicos y expertos sanitaristas alrededor del mundo. Y las respuestas apuntan todas en dos direcciones principales.
Primero, que Estados Unidos tiene problemas constitutivos de larga data para enfrentar una pandemia de gran escala. Es un país muy grande y es el nexo de la economía global, con una tradición de priorizar el individualismo por sobre las restricciones del Estado. Esa tradición es una de las razones por las que Estados Unidos padece un sistema de salud muy desigual que hace tiempo tiene malos resultados médicos -aumento de la tasa de mortalidad infantil y la diabetes y caída de la esperanza de vida poblacional- que en el resto de los países ricos.
"Como norteamericano, creo que se pueden decir muchas cosas buenas de nuestra tradición libertaria", dice el doctor Jared Baeten, vicedecano de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Washington. "Pero acá están las consecuencias: de manera colectiva, funcionamos mal."
El segundo gran tema es el que los expertos en salud pública suelen evitar discutir para no meterse en política, pero muchos concuerdan en que los malos resultados de Estados Unidos en el manejo de la pandemiaresponden casi exclusivamente a la gestión del gobierno de Donald Trump .
En casi ningún país rico, por no decir directamente en ningún país, los líderes políticos se apartaron del consejo de los expertos con tanta frecuencia y distancia como el gobierno de Trump. El presidente dijo que el virus no era grave, y luego predijo que desaparecería. Después pasó semanas cuestionando el uso de barbijo, alentó a los estados a reabrir a pesar del alarmante aumento de casos, y fomentó la desinformación médica.
En los últimos días insistió en el tema, soltando una catarata de estadísticas erróneas en sus apariciones públicas, que hacen parecer la situación mucho menos grave de lo que es.
Algunos gobernadores republicanos se acoplaron y ningunearon el virus, pero la mayoría siguió mayormente el consejo de la ciencia. Los gobernadores demócratas fueron más fieles en el seguimiento de las recomendaciones científicas, pero su desempeño en la contención del virus es desparejo.
El escepticismo de la sociedad norteamericana por las acciones colectivas y la respuesta dispersa del gobierno de Trump se sumaron para provocar una seguidilla de fracasos específicos y ventajas desperdiciadas, según revela el relevamiento de The New York Times: pocas restricciones a los viajes, repetidas interrupciones de los testeos, mensajes contradictorios sobre el uso de barbijo, ideas equivocadas sobre la relación entre la pandemia y la economía, y mensajes incoherentes de los funcionarios públicos sobre el coronavirus.
El 31 de enero, el gobierno anunció que restringiría el ingreso a Estados Unidos desde China: muchos extranjeros, fuesen chinos o de otra nacionalidad, no podrían ingresar a Estados Unidos si habían estado en China en las dos semanas previas.
Pero de inmediato quedó claro que la medida hacía agua por todas partes. Para empezar, no se aplicaba a los familiares inmediatos de los ciudadanos norteamericanos y residentes permanentes que volvían de China. Dos meses después de aplicada la medida, casi 40.000 personas habían vuelto a Estados Unidos en vuelos directos desde China.
De hecho, Estados Unidos impuso muy pocas restricciones a los viajes, tanto extranjeros como norteamericanos. Y los diferentes estados, por su parte, impusieron reglas pero no se ocuparon de hacerlas cumplir.
La cuarentena y la restricción de los viajes fueron las piezas centrales del éxito en Corea del Sur, Hong Kong, Taiwán, Australia y Nueva Zelanda , según los expertos.
En cuanto a los testeos, los Centros para el Control y Prevención de las Enfermedades de Estados Unidos desarrolló un kit propio cuatro días después que un laboratorio alemán. Pero el kit norteamericano tenía muchas fallas, y Alemania rápidamente se puso a la cabeza de los países en cuanto a testeos.
Ya de por sí, la cantidad de muertos en Estados Unidos es de otra magnitud, incomparable con la mayoría de los países. Con apenas un 4% de la población mundial, Estados Unidos concentra el 22% de las muertes por coronavirus.
En Canadá, un país rico y vecino de Estados Unidos, la tasa de mortalidad per cápita es de la mitad. Y esa brecha podría ampliarse en las próximas semanas, dado el desfase entre nuevos contagios y fallecimientos.
Cuando los países y las ciudades fueron aprendiendo sus lecciones, rápidamente lograron reducir la propagación y volver poco a poco a cierta normalidad. En Corea del Sur, en las últimas semanas los hinchas pudieron volver a los estadios de béisbol, y en Dinamarca , Italia y otras partes de Europa, los chicos ya volvieron a las aulas.
Mientras tanto, en Estados Unidos, el virus sigue invadiendo la vida cotidiana.
"Esto tampoco es física cuántica", dice el doctor Thomas R. Frieden, que dirigió el departamento de salud de la ciudad de Nueva York y los CDC durante un total de 15 años. "Sabemos lo que hay que hacer y no lo hacemos".
The New York Times
Traducción de Jaime Arrambide
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