Coronavirus: en la costa oeste de EE.UU., nadie pierde la calma
LOS ÁNGELES.- La mayor cuarentena de la historia de la humanidad, que mantiene confinados en sus ciudades a 56 millones de chinos, 11 millones de ellos en la region de Wuhan, epicentro del brote de coronavirus, es seguida sin histeria en la costa oeste de los Estados Unidos, donde diariamente miles de orientales llegan tras apenas 13 horas de avión.
Una escena lo resume todo. En el Observatorio Griffith, a 345 metros de altura y desde donde se tiene posiblemente la mejor vista de Los Ángeles, celebre por haberse filmado escenas de la premiada película La La Land, cientos de turistas de todas las nacionalidades, muchísimos de ellos orientales, van de acá para allá en medio de la despreocupación general. Entre la multitud de californianos y latinos apenas se ven cinco con barbijos.
Minutos antes, en pleno Hollywood, en la emblemática calle cuyas estrellas del cine tienen grabados sus nombres en el piso, en la que la afluencia de visitantes es incesante, el panorama es prácticamente idéntico. Lo mismo se repite en Disneyland, en los estudios de cine Universal y en Warner Bros. Nadie parece perder la calma.
El debate por estas horas está centrado en la utilidad de los barbijos, que como se dijo, apenas se ven por las calles, si bien la prensa local da cuenta de una alta demanda
La vida diaria en la costa oeste de los Estados Unidos no parece conmovida por el preocupante brote de coronavirus que se extiende por varios países del otro lado del Pacífico. La causa tal vez haya que buscarla en la dramática coincidencia informativa que se da estos días. La difusión del virus se superpuso en la agenda noticiosa con un hecho que generó una verdadera conmoción nacional, comparable según algunos analistas con el asesinato del presidente John F. Kennedy: la caída del helicóptero que produjo la muerte del basquetbolista Kobe Bryant y de una de sus hijas, además de otras siete personas, en las afueras de esta ciudad, aun inexplicable.
Al extraordinario impacto generado por la tragedia de un hombre exitoso y joven, considerado el segundo mejor jugador de la historia de la NBA después de Michael Jordan, se sumó, casi simultáneamente, la escandalosa revelación de The New York Times del adelanto del libro del exasesor de Seguridad Nacional del presidente Donald Trump John R. Bolton, que aseguró que el propio Trump le pidió en persona que congelase el envío de 391 millones de dólares de asistencia para Ucrania a cambio de que el gobierno de este país investigase las actividades de la familia de su rival político Joe Biden. Este testimonio es considerado clave para el avance del juicio político del presidente norteamericano en el Senado, bloqueado por los republicanos.
Los funcionarios de Salud de Estados Unidos se remiten a recomendar a los norteamericanos que no viajen a Wuhan o a cualquier parte de China a menos que sea necesario
Por estas horas, para encontrar informes sobre el coronavirus en los noticieros de la TV hay que esperar al tercer o cuarto bloque o no encontrar nada. Las principales cadenas, como la CNN, obsesionadas por el curso del tercer juicio político de la historia a un presidente norteamericano, directamente transmiten sin interrupciones las alternativas desde el Capitolio, en Washington. Solo después las novedades sobre el virus tienen su lugar, sin tremendismo y con advertencias y consejos (como la invitación a lavarse permanentemente las manos), pero sin transmitir alarma. Los funcionarios de Salud de Estados Unidos se remiten a recomendar a los norteamericanos que no viajen a Wuhan o a cualquier parte de China a menos que sea necesario. Algunas aerolíneas, como British Airlines, American o United anunciaron que cancelaron o disminuyeron el número de vuelos a China por la baja demanda.
En este país se han confirmado cinco contagios: uno en el estado de Washington, otro en Chicago, uno en Arizona y dos en California, todos recién llegados de China. Los expertos dicen que el hallazgo de una vacuna aun esta lejos. El debate por estas horas está centrado en la utilidad de los barbijos, que como se dijo, apenas se ven por las calles, si bien la prensa local da cuenta de una alta demanda. ¿Cuán necesarios y efectivos son? "No exageremos", dijo el jefe de Epidemiología del Centro de Prevención y Control de Enfermedades en China, Zheng Guang. "Las chances de contagiarse en una calle de Pekín son las mismas de que uno choque con el auto", ironizó.
Los norteamericanos están en otra cosa. Sin salir del shock. Han perdido a un hijo dilecto, a un gran campeón y a un ejemplar padre de familia en un accidente aun sin explicaciones. Por ahora esta superpotencia observa impávida, casi indiferente, los reportes desde China, donde calles vacías, escuelas cerradas, deficiente atención medica y creciente desconfianza en las autoridades sanitarias, desde acá parecen apenas una anécdota ante el desconsuelo por la prematura partida de un ídolo nacional.
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