Coronavirus: cómo viven los argentinos en el país que no declaró cuarentena
La estrategia que adoptó Suecia para combatir el coronavirus encendió un polémico debate en todo el mundo. Muchos acusaron al gobierno y a la Agencia de Salud Pública de poner en riesgo la vida de miles de personas al tomar medidas de contención laxas, mientras otros elogiaron la respuesta a la crisis, pensada para hacer frente a la pandemia en el largo plazo.
LA NACIÓN conversó con argentinos que viven en Suecia sobre cómo transitaron los últimos meses en un país que no recurrió al confinamiento, su confianza en la respuesta del Folkhälsomyndigheten (Agencia de Salud Pública) y el clima que perciben entre la población.
"La estrategia estuvo bien diseñada y fue muy benévola para la vida diaria de la población. No sabemos todavía si fue más o menos eficiente que las de otros países porque la pandemia aún no terminó y todo lo que se maneja son datos parciales (...) A pesar de que hubo muchos casos, el sistema de salud nunca se saturó. No creo que de haber sido aplicable el confinamiento esto hubiera cambiado demasiado el curso de la situación, respecto de los contagios y mortalidad, pero hubiera notablemente empeorado nuestra calidad de vida", explicó Adolfo Talpalar, médico, investigador en ciencias y consultor en estrategias médico-científicas argentino, quien se radicó en Suecia hace 15 años y trabaja en el Instituto Karolinska en Estocolmo.
"Puedo decir que la estrategia fue bastante inteligente. Desde el comienzo las autoridades alertaron que la lucha contra esta pandemia sería un proceso largo y que por esa razón había que encontrar un mecanismo de largo plazo para poder hacerle frente. La estrategia se sostiene por tres pilares: la educación de la población para saber cómo comportarse en esta ‘nueva realidad’, la ayuda económica a empresas y particulares y el fortalecimiento del sistema de salud. En este punto, puedo decir que fue exitosa; el sistema nunca estuvo colapsado y la gente fue aprendiendo cómo protegerse y proteger a los demás", indicó, por su parte, Lucía Fontana (42), quien vive en Gotemburgo hace nueve años junto a su familia y trabaja como profesora de español para adultos.
"Considerando la situación de Suecia, en donde la gente está acostumbrada al distanciamiento social, confía es sus gobernantes y tiene un sistema de salud eficiente, estoy de acuerdo con las decisiones que tomó el país. Una de las cosas que dijo el epidemiólogo Anders Tegnell fue que una cuarentena no se podía sostener durante meses con lo que estoy de acuerdo", dijo por su parte Eugenio (30), quien llegó al país nórdico hace nueve meses con una visa de Working Holiday y ahora reside en Rörum, en el sur.
La respuesta sueca se caracterizó por su flexibilidad y su carácter no mandatorio. De hecho, la mayoría de los restaurantes, escuelas primarias y comercios permanecieron abiertos mientras otros países estaban bajo total confinamiento.
"Que aquí hayan dejado las escuelas primarias abiertas es una decisión que aplaudo. La regla es que si los chicos tienen síntomas, se quedan en casa. Yo creo que la mayoría de la gente lo respeta. En el resto de los países nórdicos han evaluado que cerrar las escuelas no tuvo ningún efecto positivo en relación a la propagación del virus", explicó Marina Berman (46), una trabajadora social argentina que trabaja en el equipo de derecho de familia de dos comunas en Estocolmo.
Asimismo, muchos de los entrevistados desmintieron que la vida en Suecia haya continuado de manera habitual. "Las personas han respetado muchísimo el distanciamiento social. Se ha recomendado no viajar entre regiones, lo cual ha sido seguido muy estrictamente por los ciudadanos, incluso varios influencers han sido muy criticados al compartir sus vacaciones en otras regiones y han tenido que salir a pedir disculpas", señaló Franco Troiano (31), cuya pareja es sueca, por lo que viven seis meses al año en aquel país y seis en España.
"La vida social cambió, si bien los bares siguieron abiertos, con menos gente. Los restaurantes han reducido sus ventas muchísimo y han apuntado al takeaway. Se trató de minimizar las reuniones sociales, pero claro aquí eso es más fácil ya que los suecos tienen un pensamiento más individualista que en países como el nuestro, o en España que no ven la hora de volver a reunirse en el bar", agregó Troiano.
"Creo que la mayoría puede y quiere respetar las restricciones. Hay mucha menos gente en los transportes públicos y la mayoría trabajamos al menos en parte desde casa", indicó Marina Berman.
Fueron varios los que apuntaron a la cultura sueca y al sistema de salud como piezas clave en la apuesta del gobierno.
"Convengamos que los suecos ya son una sociedad distante y súper ordenada. En algunos casos no se cumplen con las sugerencias del estado, pero tampoco es como se dice que acá la gente no respeta nada y que todo sigue igual. Hay muchos coches en las calles porque se intenta no tomar transporte público", dijo Carlos Solano (44), de Huinca Renancó, Córdoba, quien vive hace nueve años en Estocolmo.
"Pero mirá como es esta sociedad, que hace unos dos años mi hija volvió del colegio con un alcohol en gel pequeño en su llavero, porque en los colegios siempre le inculcan el tema de las bacterias y la sanidad", agregó.
Por su lado, Alan Haksten (36), un músico acordeonista que vive en Gotemburgo hace cuatro años señaló que "aunque las personas intentan mantener una distancia prudencial en el transporte público, muy pocas personas utilizan tapabocas en la calle".
Además, Haksten se mostró un poco más escéptico con el camino que siguió el gobierno. "Tuve y aún tengo mis idas y vueltas. Primero me pareció que era bastante arriesgada y que podía salirle bastante caro, en relación de las personas que podían morir. Hoy en día creo que en parte hicieron bien, pero tal vez tendrían que haber tomado algunas medidas más", explicó.
Marcos Gordón (43), oriundo de Miramar, estudió la carrera de técnico radiógrafo en la Universidad de Gotemburgo y trabaja como tal en un hospital regional en la ciudad de Trollhättan. "Aún hoy creo que el gobierno debería haber restringido aún más las actividades. Sin duda que esto hubiera llevado a una disminución en la cantidad de contagios. Por otra parte, debo aclarar que el hospital donde trabajo, el segundo más grande de la región, no se vio superado en la cantidad de lugares disponibles para atender pacientes ni faltaron respiradores para aquellos que necesitaban de estos y el sistema sanitario nunca se vio desbordado como si ocurrió en otros países del sur de Europa", explicó.
Sin embargo, dijo que "las directivas del hospital eran en parte confusas" y que "en un principio se trataba a los pacientes asintomáticos sin protección siempre". "Luego las rutinas se fueron readaptando pero para esto ya se habían sufrido algunos contagios entre el personal", añadió.
Un dato que no se puede negar es que Suecia es hoy el séptimo país con más muertes por coronavirus per cápita del mundo, según un análisis de Worldometers. La mitad de esos decesos ocurrieron en geriátricos, informó la Agencia de Salud Pública a finales de mayo y el 88,7% de los fallecidos tenía más de 70 años.
"El tema de los geriátricos fue un fracaso y eso genera enojo y frustración, pero no miedo", indicó Berman.
"Lamentablemente la estrategia tuvo un punto flojo: el virus entró a los geriátricos y por eso se han disparado las muertes. Tendrían que haber implementado un protocolo mucho más estricto para las enfermeras, asistentes personales que están en contacto con los ancianos", dijo Bárbara Rufino (26), de Vicente López, quien se mudó a Suecia hace dos años para aprender sobre sustentabilidad. Sin embargo, aclaró que para ella "la estrategia fue acertada" porque Suecia "es un país donde la sociedad confía y obedece al gobierno".
Sin embargo, Lucía Fontana señaló: "La alta tasa de mortalidad no se debe a una ‘estrategia suicida’ como muchos creen y así lo entiende la población, por eso no hay miedo".
De hecho, a pesar de las crecientes críticas sobre su manejo de la crisis del coronavirus, el Partido Socialdemócrata Sueco sigue en una posición fuerte, informó Bloomberg. El partido cuenta con el apoyo del 30% de los votantes, en comparación con una lectura del 31,7% en mayo, según una encuesta de Sifo publicada el sábado pasado en el periódico Svenska Dagbladet.
Todos los entrevistados aseguraron que no perciben un clima de pánico y que, en general, las personas confían en la estrategia de la Agencia de Salud Pública y su arquitecto, Anders Tegnell.
"La gente confía en el equipo de epidemiólogos estatales. No son puestos partidarios que cambian según qué partido político está de turno en el gobierno", dijo Berman.
Por su parte, Franco Troiano indicó: "La gente confía mucho en el gobierno, no solo en esta situación actual, siempre fue así. Un sueco diría que si el gobierno toma una medida, está será para el beneficio común".
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