La OMS arranca la misión en busca del eslabón perdido en la "zona cero" de la pandemia
PEKÍN.- La pandemia que ha dejado más de millón y medio de muertos en todo el mundo nació en un azaroso salto de microscópico material genético entre especies. Un equipo de expertos viajará en enero al presunto epicentro del coronavirus para investigar cómo, cuándo y dónde se produjo. Se cree, con escaso margen de error, que el virus circulaba mucho antes de que fuera detectado y que saltó del murciélago al hombre a través de un animal intermedio, y persisten el resto de incógnitas: ¿Cuál fue ese animal? ¿Y el paciente cero? ¿Qué papel desempeñó el mercado de Huanan de Wuhan?
De esa misión de la OMS, integrada por una decena de científicos chinos y otra del resto del planeta, se espera que finiquite el misterio. La primera fase llevará al equipo hasta el mercado de abastos de Huanan, donde los científicos chinos recabarán datos que serán analizados por sus colegas internacionales, y después a otras provincias y países vecinos.
A ese abigarrado mercado le sobran indicios incriminatorios: era un zoológico gastronómico de higiene mejorable con más de un millar de trabajadores y un centenar de puestos. Pero encontrar nuevas evidencias no será fácil un año después de su cierre. El gobierno local, comprensiblemente aterrorizado tras los primeros casos, ordenó el urgente sacrificio de la fauna y una desinfección a fondo. Ninguna de las muestras tomadas de los animales congelados dieron positivo pero sí 69 de las 842 muestras ambientales.
El grueso de la investigación consistirá en la recopilación y análisis de las muestras biológicas, especialmente sangre, que fueron almacenadas rutinariamente por hospitales antes y después de diciembre. El estudio retrospectivo se extenderá más allá de Wuhan en busca de huellas del virus. También se entrevistará a los primeros infectados y se examinará su historial médico para trazar el camino hacia el paciente cero.
"Estoy seguro de que la misión descubrirá un montón de información nueva, muchas piezas del puzzle. Sólo el tiempo dirá si servirá para llegar a una conclusión. Sospecho que nos abrirá nuevas posibilidades, será todo un reto", señala el virólogo Dale Fisher, que participó en la comitiva de la OMS a China de febrero.
Pekín ya defendía meses atrás que el mercado había amplificado, que no creado, el virus. La teoría, desdeñada en un principio como autoexculpatoria, cada día tiene más adeptos en la comunidad científica internacional. Los indicios permiten las dudas razonables.
Las evidencias genéticas de que un niño en Italia y un hombre en Francia estaban contagiados en diciembre sugieren que el virus se había extendido antes de lo que se pensaba. Un controvertido estudio científico encontró restos del patógeno en aguas residuales en España en marzo del pasado año y la revista Nature publicó recientemente que Camboya había hallado un coronavirus de murciélago en sus muestras de laboratorio.
Las dos terceras partes de los primeros 42 casos en Wuhan tenían vínculos con el mercado pero un estudio más detallado descubrió que faltaban en cuatro de los cinco primeros. Los análisis corroboraron que secuencias genéticas del virus encontradas en el suelo o las cañerías de Huanan no provenían de animales, sino de personas enfermas, lo que sugiere que el salto del animal al hombre se produjo antes en otro lugar.
Las dudas quedan apuntaladas por la ausencia de pruebas concluyentes de que ningún animal del mercado trasladara el patógeno de los murciélagos a los seres humanos. Las civetas y los pangolines, sospechosos habituales, han quedado por ahora absueltos. La detección de ese escalón intermedio es imprescindible para profundizar en la reconstrucción. Durante la epidemia del SARS, que afectó a Asia en 2003, un equipo de la OMS llegó a China tres meses después del primer caso e identificó a la civeta en apenas unas semanas.
Amesh Adalja, epidemiólogo del Centro John Hopkins para la Seguridad Sanitaria, no cree que Huanan guarde ya muchos secretos ni que sea posible averiguar su rol en la pandemia. "Es importante recordar que hubo casos que precedieron los acontecimientos en el mercado y que subrayan que ya circulaba en la comunidad. Pienso que finalmente podremos averiguar qué animal ejerció de intermediario pero no sé si la respuesta puede ser encontrada en el mercado, del que no creo que fuera el origen del virus", señala.
La pista más fiable salió de la nutrida biblioteca de Shi Zhengli. La reputada epidemióloga china, más conocida como mujer murciélago, ha recogido, almacenado y catalogado durante años muestras de virus de murciélagos en el Instituto de Virología de Wuhan. En una cueva de Yunan, provincia china fronteriza con el sudeste asiático y a 1600 kilómetros del mercado de Huanan, recogió en 2013 material genético de un virus con un 96,2 % de coincidencia con el actual. Es el familiar más cercano hallado pero el 3,8 % restante supone aún una brecha evolutiva considerable. El virus habría alcanzado su poder mortal después de una larga y clandestina circulación bajo el radar en humanos u otros animales, especulan los científicos.
Es previsible que la misión contemple Myanmar, Laos o Vietnam, donde abundan esos mamíferos nocturnos. "Creo que el progenitor del virus en los murciélagos puede estar en los países del sur de China, pero el hecho de que muchos casos estén relacionados con el mercado sugiere que éste jugó un papel importante en la adaptación del virus a su transmisión humana", opina Wang Linfa, virólogo de la Escuela Médica Duke-NUS de Singapur. "La misión de la OMS es revisar toda la información y conclusiones para asesorar a futuros estudios", añade Wang, que identificó a los murciélagos como los anfitriones del SARS. El éxito de la misión consistirá en comprender la presente pandemia y evitar las futuras.
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