Coronavirus. Llamado desesperado: en Brasil vaticinan que los pobres morirán en la puerta de los hospitales
RÍO DE JANEIRO.- Miguel Srougi tiene 73 años y es uno de los cirujanos más respetados de Brasil. También es una de las personas críticas de las decisiones que el gobierno de Jair Bolsonaro tomó ante la pandemia de coronavirus. El médico y profesor de la Universidad de San Pablo dejó una frase a modo de vaticinio que suena desesperante: "La gente pobre morirá en la puerta de los hospitales".
Las condiciones de vida en las favelas son las que más preocupación generan. Sus habitantes, generalmente hacinados en espacios insalubres y confrontados a la precariedad de los servicios médicos, entraron en alerta ante la propagación del nuevo coronavirus en Brasil.
"La ironía es que la enfermedad fue traída por los ricos a Brasil, pero va a explotar entre los pobres", estima Paulo Buss, director de la unidad de relaciones internacionales de Fiocruz, un prestigioso centro de investigación en salud pública.
El especialista se refería a que la pandemia entró en Río principalmente a través de viajeros procedentes de los países afectados y golpeó inicialmente a los barrios más ricos y turísticos de ciudad. Pero la confirmación el sábado de un primer caso de coronavirus en Ciudad de Dios, una emblemática favela que inspiró la película homónima, desató las alarmas.
"Aquí en Brasil estamos viendo este proceso como espectadores. En todo el mundo la gente está muriendo, todos están asustados y Brasil es optimista", reclamó Srougi. Y cargó con fuerza en contra de las autoridades: "Brasil observó lo que ocurría en China y en Italia y perdió el tiempo. Hay personas en el gobierno que están coqueteando con la oscuridad. El presidente, de manera incompetente e inmoral subestimó la gravedad de la pandemia. Pensó que con palabras podría desviar la atención popular y evitar un hallazgo obvio: la ruina de la atención médica en Brasil, especialmente la de los más necesitados. Los grupos que estén mejor posicionados socialmente sobrevivirán, ya que tienen mecanismos de defensa más fuertes".
El cirujano continuó con su explicación: "Lo que se observó en la pandemia actual es que los países más afectados inicialmente implementaron el distanciamiento social y recurrieron al bloqueo cuando la situación sanitaria y social alcanzó niveles críticos insostenibles. Al final, todos reconocen la relevancia de esta acción".
Srougi cree que la infraestructura hospitalaria brasileña es insuficiencia e indica que los más vulnerables quedarán desatendidos en el pico de la pandemia. "En países con más de 10 camas de hospital por cada mil habitantes, tienen una baja tasa de muertes por el coronavirus, del 0.2% al 0.3%. En países que tienen menos de 4 o 5 camas por cada grupo de 1000 habitantes, todos experimentan una alta mortalidad. Hong Kong tiene 14 camas por cada mil habitantes, Japón tiene 10 camas por cada mil habitantes y casi nadie murió en estos países. Italia tiene 3,2 camas por cada grupo de 1000 habitantes y ese fue el desastre. Brasil tiene 1,95 camas por cada mil habitantes. Estas cifras muestran que para cuando lleguemos a la cima, no habrá hospital para colocar a estas personas, no habrá camas".
¿Cómo piensa que será la atención entonces? "Los que más sufrirán son los pobres, los más vulnerables -repite Srougi-. Morirán a las puertas de los hospitales, no podrán entrar, y mucho menos recibirán un respirador para sobrevivir a la neumonía. El pobre hombre morirá en la vereda".
La situación en las favelas, un drama
Casi un cuarto de los habitantes de Rio, es decir 1,5 millón de personas, viven en favelas. Gran parte de ellas, instaladas en cerros empinados que dan sobre las zonas cariocas de mayor riqueza.
Es el caso de las favelas gemelas Tabajaras/Cabritos, en las alturas de Copacabana, el barrio más turístico de la ciudad, pero también donde se concentra la población de mayor edad. "Aquí están todos muy asustados de que la enfermedad suba la ladera", explica Vania Ribeiro, vicepresidenta de la asociación de residentes de Tabajaras y Cabritos. "El dispensario más cercano es el mismo que atiende a personas ancianas de Copacabana y a los turistas de todo el mundo".
En favelas como esta, las consignas de distanciamiento social para aplanar la curva de contagios por coronavirus son difíciles de aplicar. "Nos dicen que hay que lavarse las manos siempre, pero ¿cómo hacerlo cuando hay cortes constantes de agua potable? ¡No vamos a lavarnos las manos con agua mineral!", agrega Vania Ribeiro.
La alcaldía de Rio indicó a la AFP que ha intensificado las campañas de prevención en las favelas. La municipalidad recomienda el aislamiento en un cuarto de toda persona bajo sospecha de contagio. "Si la vivienda tiene solo un cuarto, la orientación es que las personas contagiadas debe intentar permanecer a un metro de distancia de los demás residentes", dice la alcaldía.
Un proyecto irrealizable
"Las estadísticas oficiales muestran que la mayor parte de las casas de las favelas tiene dos o tres espacios, con cinco a ocho habitantes."¿Cómo puedes aislar a una persona contagiada en esas condiciones?", cuestiona Paulo Buss. Además de la densidad poblacional, muchas personas viven en condiciones insalubres.
"En las comunidades hay casas muy cerradas, con poca ventilación, espacios a los que no llega la luz del sol, con muchas habitantes", dice Patricia Canto, neumonóloga de la Escuela Nacional de Salud Pública de Fiocruz.
A eso se suma que en las favelas hay una transmisión muy alta de enfermedades respiratorias, como la tuberculosis, con tasas de contagio diez veces superior a la media nacional, agrega.
"Para el coronavirus, se considera a los ancianos como el grupo más vulnerable, pero no debemos olvidar los casos de vulnerabilidad social", señala Canto.
Economía informal
Muchos habitantes de las favelas dependen de la economía informal y el confinamiento amenaza con privarlos de todo medio de subsistencia. En Río no se ha determinado el aislamiento total, como en Argentina, Chile o Francia.
Pero las escuelas y la mayoría de los comercios fueron cerrados, al igual que las playas y los principales lugares turísticos, donde muchos pobladores de barrios pobres son vendedores ambulantes. "Eso impacta directamente en la economía, en las personas sin empleo formal. Van a tratar de seguir trabajando, porque es una cuestión de sobrevivencia", lamenta Joelma Sousa, de la ONG Redes da Maré, instalada en un conjunto de favelas cerca del aeropuerto internacional. "La alternativa es morirse de hambre o correr el riesgo de morirse contagiándose el coroanvirus", resume.
Lo más preocupante, para Joelma Sousa, es la precariedad de los servicios sanitarios en las favelas. "Los dispensarios carecen de material y de personal. Estos días, cerraron a las tres de la tarde, tres horas antes de lo previsto, por falta de médicos", cuenta.
En Tabajaras, Vania Ribeiro también debe resolver problemas inesperados. "Aquí el medio de transporte más práctico para subir es la moto-taxi. Vamos a pedir a la policía que ya no sea obligatorio usar el casco para el pasajero, porque el mismo casco pasa de cabeza en cabeza", explica, mencionando solo uno de los tantos dilemas de estos barrios pobres de Río en plena pandemia mundial.
O Globo y agencia AFP
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