Coronavirus: el "gabinete del odio", el cuerpo consejero de Bolsonaro en la crisis por la pandemia
RÍO DE JANEIRO.- El ruido de las cacerolas imponía un llamado a la conciliación. Con más de dos mil casos de coronavirus confirmados en Brasil hasta el martes -hoy superan los 4300-, los brasileños llevaban una semana sostenida de cacerolazos contraJair Bolsonaro, en repudio a quien sistemáticamente había minimizado la enfermedad y había cuestionado medidas restrictivas como contención a la llamada "gripecita".
El presidente, imprevisible, redobló la apuesta. En un discurso por cadena de radio y televisión, volvió a subestimar la pandemia, dijo que si él estuviera enfermo sentiría apenas un "resfriadito" y criticó el cierre de escuelas y comercios ordenado por gobernadores.
Bolsonaro profundizó la radicalización de su discurso frente a la crisis del coronavirus, cada vez más aconsejado por el "gabinete del odio": un grupo de asesores ideologizados (así llamados por la prensa brasileña), con el sello y la presencia de su hijo Carlos Bolsonaro.
Detrás de los bastidores, Carlos, concejal por Río de Janeiro, cobró en las últimas semanas una creciente influencia en el armado del mensaje oficial. El día de la última cadena, por caso, se sentó, horas antes del pronunciamiento, en la mesa de reunión del Presidente en Brasilia junto con su hermano Flavio, senador, y un grupo de ministros, entre ellos Ricardo Salles (Medioambiente) el general Walter Braga Netto (Casa Civil) y Luiz Ramos (Secretaría de la Presidencia), según constó en la agenda oficial.
Considerado el más radical del clan presidencial, Carlos, el hijo "02" del Presidente, pasó también a participar sistemáticamente de las reuniones virtuales del presidente con gobernadores, pese a no ocupar ningún cargo formal en Brasilia.
En el llamado "gabinete del odio" conviven asesores técnicos y digitales de Presidencia ligados al "02", encargados de producir informes diarios de noticias de Brasil y del mundo y de administrar las redes sociales de Bolsonaro. El miembro más conspicuo es Filipe Martins, un asesor especial de la Presidencia discípulo de Olavo de Carvalho, según ha denunciado la ex líder del gobierno en Diputados, Joice Hasselmann.
De Carvalho, un filósofo conspiracionista y antiestablishment de derecha que vive en Estados Unidos, es considerado por los hijos del presidente como cerebro del triunfo electoral en 2018.
Hasselmann definió al grupo como "uno de los más activos propagadores de notificas falsas y difamaciones" en medio de la crisis por el coronavirus.
"Lo hice yo solito. Yo escribí el discurso", dijo Bolsonaro, cuando le preguntaron por el mensaje. El presidente ha negado sistemáticamente la existencia del grupo de influencia. Pero más allá de las reuniones con creciente presencia de sus hijos, como prueba irrefutable de la colaboración cada vez más estrecha, en la boca del Presidente aparecieron palabras e ideas que sus hijos y los asesores digitales de Planalto, miembros del "gabinete del odio".
El discurso incendiario de Bolsonaro no encuentra, sin embargo, respaldo unánime dentro del equipo de ministros. El vicepresidente, el general Hamilton Mourão, por caso, cuestionó el discurso negacionista, y se ganó la posterior desaprobación del Presidente.
Desde el comienzo de la pandemia de coronavirus, el grupo de asesores ligado a Carlos, bombardean las redes sociales con mensajes negacionistas sobre el Covid-19. Según publicó el diario Estado de Sao Paulo, los asesores en redes sociales participaron también del armado del discurso. Bolsonaro fue incentivado a adoptar un tono más belicoso contra gobernadores y contra el periodismo, a quienes acusa de generar un clima de "histeria" perjudicial para la economía.
El presidente pasó a desoír no sólo las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud para evitar aglomeraciones e instruir aislamientos, sino que avanzó en la dirección opuesta a lo que había pregonado su propio Ministerio de Salud, que tras la cadena ensayó una adaptación en el discurso, con recomendaciones más laxas para evitar colisionar con Bolsonaro.
El refuerzo del mensaje belicoso, que minimiza el impacto humanitario de la pandemia de coronavirus y se enfoca en la economía, tiene poco de impulsivo. En el tono duro del ex capitán del ejército influenciado por el "gabinete del odio" emerge, en cambio, un cálculo político y una estrategia arriesgada, según analistas consultados por LA NACION.
Movilizar a su base electoral para que manifieste respaldo contra, lo que apunta Bolsonaro, ataques basados en aspiraciones electorales de gobernadores es uno de los principales objetivos del discurso, cree Thiago Aragão, analista político y consultor de Arko.
"La principal variable para que Bolsonaro salga bien es que el número de muertos se mantenga bajo", evaluó Thiago Aragão, analista político y consultor de Arko.
Bolsonaro ante impacto económico por la crisis
Al mismo tiempo, Bolsonaro busca ralentizar el inevitable impacto económico que dejará la crisis. "Optó por priorizar la economía sobre cualquier otra cosa. Es una película que se vio en Italia con un resultado catastrófico, pero el presidente entiende que el número de muertos será bajo y apuesta sus fichas en un remedio (la cloroquina) que hasta ahora no tiene resultados clínicamente probados".
El respaldo a Bolsonaro en el gerenciamiento de la crisis del coronavirus llega apenas al 33% de los brasileños, según una encuesta de la consultora Datafolha publicada la semana pasada. Un porcentaje similar al del núcleo duro de apoyo del Presidente. Un tiempo antes de que la pandemia se posara sobre América, en diciembre, el apoyo era de un 38%.
Mientras critica el parate de la actividad económica, presuntamente causado por malas decisiones de los gobiernos locales, el presidente brasileño busca quitarse de encima un problema futuro, según explica Paulo Calmon, politólogo y profesor de la Universidad de Brasilia.
Los gobernadores, en tanto, están quedando mejor parados frente a los ojos de los brasileños. Un 54% considera correctas las medidas más restrictiva, mientras que el 73% de los brasileños apoya la adopción de un aislamiento total, según el mismo sondeo de Datafolha.
"Bolsonaro empujará la cuenta de la profunda recesión a alcaldes y gobernadores. Pero difícilmente tendrá éxito: muchos economistas y actores del mercado están perdiendo la paciencia por la lentitud en medidas de estímulo a la economía", evaluó el profesor.
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