Coronavirus. Bill Kovacic: “La historia muestra que a veces las medidas autorizadas durante una emergencia tienden a persistir"
"Esta crisis es como un gran incendio forestal que arrasó con una gran parte de la ecología comercial", dice Bill Kovacic, uno de los grandes referentes globales en la defensa de la competencia y la lucha contra las prácticas empresariales monopólicas. Un incendio que, claro, conlleva sus consecuencias. Porque las grandes empresas pueden tornarse aún más grandes y afrontaremos nuevos carteles y prácticas abusivas de todo tipo, anticipa, aunque también alerta que el clima político cambió, en desmedro de Google , Facebook y otras compañías.
"El entorno político ahora es mucho menos amigable para las grandes empresas tecnológicas de lo que fue en el pasado", explica a LA NACION el expresidente de la poderosa Comisión Federal de Comercio (FTC, en inglés), que plantea preguntas como ejercicio para adaptarse a los nuevos tiempos: ¿Cuáles son los cambios estructurales que se están produciendo en la economía como consecuencia de la pandemia? ¿Cuáles son los desafíos que afrontamos? ¿Cuáles deberían ser nuestras nuevas prioridades a la luz de esas vulnerabilidades? ¿Tenemos las herramientas adecuadas?
Las respuestas a esos interrogantes son complejas y muchas siguen aún en el aire, pero Kovacic se retrotrae a 1947 en busca de ayuda, cuando George Marshall encarnó un punto de inflexión en la historia contemporánea.
-¿Que le preocupa más de esta pandemia desde su campo de experticia?
-Varias cosas. Primero, que esta crisis es una catástrofe para las pequeñas y medianas empresas. Esta crisis sacó del mercado a muchas o las dejó en una posición de peligro absoluto. Esta crisis es como un gran incendio forestal que arrasó con una gran parte de la ecología comercial. Contamos con que las pequeñas y medianas empresas sean una fuente crucial de nuevos emprendimientos, pero si este ingrediente básico de la ecología comercial se ve severamente dañado, tiene implicancias muy dañinas para toda la economía. Segundo, que las empresas grandes se vuelven aún más grandes. No necesariamente porque lo hayan buscado, pero es una consecuencia inevitable, de modo que sus posiciones de poder en el mercado se afianzarán aún más. Tercero, que algunos jugadores inescrupulosos ven la crisis como una invitación para aprovechar la vulnerabilidad de ciudadanos y empresas en riesgo ofreciéndoles curas mágicas para sus calamidades. Cuarto, que algunos utilizarán esto como una ocasión para extraer precios muy por encima de sus costos simplemente porque saben que las personas no tienen más remedio que pagar, especulando con la escasez. Quinto, que la crisis provoque nuevas y mayores violaciones a la privacidad. Y sexto, que los gobiernos relajaron algunas restricciones a la colaboración entre competidores para responder a la escasez de suministro de manera más efectiva. Es una política sensata, pero la historia muestra que a veces las medidas autorizadas durante una emergencia tienden a persistir.
-¿Debería ser una prioridad del gobierno de Estados Unidos investigar a Google, Facebook y otras compañías?
-Sí, debería ser una prioridad. Hay motivos suficientes para que estas empresas sean objeto de investigaciones y creo que ahora tenemos un deseo mucho más fuerte entre los funcionarios electos de que organismos como la FTC asuman mayores riesgos para enfrentarlas. El mensaje político de los congresistas hacia las autoridades regulatorias es que estén más dispuestas a correr riesgos y vayan a los tribunales y que, si les va mal, será una señal para el Congreso de que es hora de brindar leyes más fuertes. Para fines de año espero que el Departamento de Justicia inicie un caso contra Google y que la FTC inicie otro contra Facebook. Estimo que nuestros gobiernos estaduales también llevarán a Google o Facebook a tribunales, y esto continuará con independencia de quién sea el presidente de los Estados Unidos.
-Como consecuencia de esta pandemia, ¿cree que algunas empresas podrían asumir un rol monopólico o adquirir al menos una posición por demás dominante, sea en el rubro farmacéutico, de las telecomunicaciones u otros?
-El riesgo existe y los gobiernos deben tener mucho cuidado al vigilar cualquier nueva fusión. La política de fusiones en Estados Unidos se volvió demasiado permisiva, haciendo que algunas empresas ganaran demasiado poder. Pero las agencias también tienen la capacidad, en especial la FTC, para analizar cómo sus decisiones afectaron el comportamiento del mercado. Esa es una forma de investigación y desarrollo de políticas que tiene una gran importancia. Lo mismo corre para las autoridades que deben velar por la libre competencia en la Argentina o cualquier otro país. Deben evaluar cómo la pandemia afectó el comercio. ¿Cuáles son los cambios estructurales que se están produciendo en la economía como consecuencia de la pandemia? ¿Cómo tenemos que reformar la legislación y las políticas públicas en el área de la defensa de la competencia para abordarlos? Más aún, a medida que salimos de las profundidades de esta pandemia, debemos plantearnos: ¿Cuál es el estado de la competencia tras esta crisis? ¿Dónde están las vulnerabilidades? ¿Cuáles deberían ser nuestras nuevas prioridades a la luz de esas vulnerabilidades? Es una ocasión, también, para que las agencias se miren en el espejo y se planteen: ¿Cuáles son los desafíos que afronta nuestra economía? ¿Tenemos las herramientas adecuadas? Si no lo son, deben ir al Congreso y pedirlas
-Sumemos más preguntas: ¿Cuáles son las preguntas que deberíamos habernos hecho antes? ¿Qué deberíamos preguntarnos ahora?
-¿Cómo afecta a la competencia que empresas grandes absorban pequeñas empresas prometedoras? Porque las grandes pueden abusar de esta práctica para incrementar su poder y retrasar o suprimir la aparición de nuevas ideas, perdiendo así la vitalidad que las nuevas empresas podrían aportar al mercado. Otro riesgo es cómo las fusiones verticales, donde una empresa absorbe un proveedor o a distribuidor, por ejemplo, pueden provocar una distorsión en el mercado. La pregunta es si en ciertos países, entre ellos Estados Unidos, la posición frente a las empresas dominantes se volvió extremadamente permisiva. La respuesta es sí.
-En ese contexto, ¿qué lecciones extrae de las audiencias que el Congreso de Estados Unidos organizó a fines de julio, cuando sacudió a los popes de Google, Facebook, Apple y Amazon?
-Que el entorno político ahora es mucho menos amigable para las grandes empresas tecnológicas de lo que fue en el pasado. En estas audiencias, las empresas no tuvieron un solo amigo entre los miembros del Congreso que condujeron el interrogatorio. Y si hubo un gesto amistoso, fue muy tímido en contraposición con la posición contundente de quienes quieren intervenir. Esto es así tanto en el sector más conservador del espectro político como del lado más progresista. Los conservadores no confían en las grandes empresas tecnológicas porque creen que sesgan la información de una manera que favorece a los progresistas. Y estos no confían en esas empresas porque son demasiado grandes y abarcadoras. Creo que el Subcomité de Derecho Antimonopolio, Comercial y Administrativo emitirá un informe que intuyo que les dirá a las agencias gubernamentales que impulsen sus investigaciones y las presenten en los tribunales; anunciará que trabajan en reformas a la ley para que les resulte más fácil a las agencias ganar casos relacionados con fusiones y abuso de dominio; y propondrá desarrollar nuevas herramientas regulatorias, sea para la FTC o creando un nuevo ente regulador para plataformas digitales.
-¿Es optimista, entonces?
-Estuve leyendo una serie de relatos sobre la creación del Plan Marshall después de la Segunda Guerra Mundial. George Marshall era el secretario de Estado y había sido el responsable de gestionar el esfuerzo bélico en nombre del presidente Franklin Roosevelt. A principios de 1947, Marshall visitó Europa y vio cómo estaba hecha pedazos, con una pobreza desesperante y en plena entropía política. Regresó a Washington, alertó que todo por lo que habíamos luchado en Europa estaba en peligro y en una serie de discursos, presentó un mensaje político muy audaz. Primero, describió la naturaleza de la crisis sin ningún sentimentalismo. Segundo, planteó que se necesitaría una partida gigantesca de dinero para solucionario. El Congreso replicó entonces que ya habíamos hecho nuestra contribución a la armonía global al involucrarnos y ganar la guerra. Pero Marshall insistió y, encima, trazó que la reconstrucción tomaría mucho tiempo, que podía llevar décadas. Y lo último que les dijo fue: "No puedo prometerles que funcionará. Pero puedo garantizarles que si no lo intentamos al máximo de nuestras capacidades, lo lamentaremos para siempre". Lo que hizo fue estimulante por su honestidad, su claridad, su ambición y su humanidad. Me gustaría pensar que hoy tenemos la capacidad de responder a ese tipo de mensaje.
-¿Hay alguna pregunta que no le hice y que le gustaría responder?
-Solo quiero expresar mi enorme admiración por lo que está sucediendo en todo el hemisferio en materia de defensa de la competencia. Es muy inspirador ver la capacidad de los jóvenes que trabajan en este campo. Me da mucha fe en el futuro. Porque cuando miras todos los problemas de los que hemos hablado, que son apabullantes, esta nueva generación de talentos me da esperanza en el futuro.
Biografía
- Nacido en 1952, estudió Derecho en las universidades de Columbia y Princeton
- Trabajó para la Comisión Federal de Comercio (FTC) de Estados Unidos, donde llegó a ser su consejero general entre 2001 y 2004, y luego su presidente entre 2008 y 2009; desde 2013 es director en la Autoridad de Defensa de la Competencia y Mercados (CMA) del Reino Unido
- Tras dar clases sobre Defensa de la Competencia en la George Mason University, desde 1999 es profesor y director del Centro sobre Competitividad en la George Washington University; también es profesor visitante en el King’s College de Londres
- Ganador de múltiples premios y reconocimientos, asesoró a una veintena de países y organismos multilaterales de América, Asia, Medio Oriente y Europa en las áreas de defensa de los consumidores y prácticas antimonopólicas
Recomendación para aprovechar el tiempo
-Dado que millones de argentinos deben permanecer en sus casas desde hace meses, ¿qué libros, películas, música u otra actividad les recomienda para distraerse o "aprovechar" el tiempo? ¿Qué hace usted en su tiempo libre?
-He tenido la oportunidad de volver a familiarizarme con mi biblioteca. He leído la avalancha de libros nuevos que hay sobre derecho de la competencia, de todo el mundo. También estoy volviendo a familiarizarme con clásicos como El Gran Gatsby, de Scott Fitzgerald, y leyendo otros clásicos de la literatura moderna. Uno que me llamó la atención es El Túnel, del suizo Friedrich Dürrenmatt. Es una alegoría sobre cómo responden los humanos al hecho de ser arrojados a una situación desesperada. Una magnífica historia corta. Y he estado leyendo sobre otros períodos en los que nuestras naciones enfrentaron crisis terribles y cómo ciertas personas enfrentaron grandes desafíos. Leí sobre los hermanos Wright y la invención del vuelo controlado con una máquina más pesada que el aire, sobre el Apolo 11 y el viaje a la luna, sobre Charles Lindbergh y su vuelo a París. Afrontó problemas abrumadores. En cierto sentido, era imposible. Pero eran gente creativa, reflexiva y ambiciosa, totalmente realista en su valoración del problema, pero convencida de que tenían que solucionarlo. Lindbergh antes de su vuelo se encuentra en el aeródromo. Ha estado lloviendo la noche anterior. Está empapado. Su avión está lleno de gasolina. Es demasiado pesado. Al final del campo hay una arboleda. Y él pasó despierto toda la noche y está a punto de embarcarse en un viaje que le tomará 34 horas sin dormir. Pudo haber dicho "Oh, Dios mío. Me voy a estrellar contra esos árboles. Voy a morir. Esto no se puede hacer. Me voy a casa". Pero dijo "Me voy a París". En cierto modo, necesitamos ese realismo, más la ambición y la imaginación, para decir: "Nos vamos a París".
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