Coronavirus. Alexander Batthyany: “Pase lo que pase, todavía tenemos la libertad para decidir cómo reaccionamos en tiempos de crisis"
"Cada situación de crisis abarca dos ejes: aquello que no podemos cambiar, como la pandemia en sí, y las cosas sobre las que podemos decidir y actuar. Puede que en cuarentena tengamos menos márgenes de libertad; pero tanto más debemos valorar y usar esa libertad que sí tenemos", dice el filósofo y psicólogo austríaco Alexander Batthyany.
Discípulo dilecto de Viktor Frankl, el genial autor del libro El hombre en busca de sentido y padre de la logoterapia, Batthyany nos invita a iniciar "reacciones de bondad en cadena", según dice desde Viena, donde pasó semanas confinado junto a su esposa e hijos. Es decir, a promover contagios, pero de amabilidad, para afrontar la crisis "con valentía, pero siendo vulnerables". Eso, se ilusiona, acaso "nos impulse a ser más humanos".
"Lo sepamos o no, nuestra actitud interior irradia a nuestro mundo", plantea el actual director del Instituto Viktor Fankl. "En realidad, todos lo sabemos: conocemos personas que irradian benevolencia y calidez, y personas que irradian frialdad e indiferencia, aunque ambas hagan lo mismo".
-¿Qué es lo que más le preocupa de esta pandemia de alcance global?
-La pandemia es preocupante, pero mucho depende de nuestra reacción, tanto en cómo la atravesamos personalmente como en nuestra responsabilidad social hacia los más vulnerables, los ancianos y los enfermos crónicos. Cada situación de crisis abarca dos ejes: aquello que no podemos cambiar, como la pandemia en sí, y las cosas sobre las que podemos decidir y actuar. Puede que en cuarentena tengamos menos márgenes de libertad; pero tanto más debemos valorar y usar esa libertad que sí tenemos. ¿Qué pensaremos más adelante sobre la historia que estamos construyendo estos días? ¿Qué le diremos a las generaciones futuras sobre nuestro comportamiento de hoy? ¿Seremos un modelo a seguir para las siguientes generaciones? Esto es lo que podemos y debemos decidir ahora, colectiva e individualmente. Cuando mire hacia atrás, ¿podré reconocer con orgullo que sí, que este fue un momento difícil, pero que aproveché el tiempo del mejor modo posible? ¿Podré decir que ayudé a mis familiares o vecinos ancianos? ¿O que aproveché este tiempo de aislamiento involuntario para ordenar temas que requieren mi atención, para pasar un tiempo valioso con mi familia, para llamar o escribir cartas a amigos y parientes que sufren la soledad o tal vez para aprender un nuevo idioma o habilidad? ¿Habré hecho de mi hogar, sin importar cuán grande o pequeño sea, un lugar cálido para todas las personas que viven en él o que lo visitan? ¿O tendré que admitir, cuando mire hacia atrás, que desperdicié esta "pausa" inesperada? Y lo que es cierto para el individuo, lo es también para las comunidades, para el país, para el mundo. Después de todo, esta es una de las pocas ocasiones en la historia reciente en las que todos los países afrontan la misma amenaza, por lo que resulta una oportunidad única para cooperar por encima de las diferencias geopolíticas. En resumen, los tiempos de crisis pueden sacar lo mejor o lo peor de nosotros.
-¿Podemos abrirnos a la esperanza en estos tiempos de aislamiento y muerte? ¿Cómo encontrar un sentido en medio de una pandemia global cuyo final resulta incierto?
-Uno de los pocos aspectos positivos de esta crisis es que tenemos tiempo para pensar en cosas que en nuestra ajetreada vida cotidiana a menudo pasamos por alto o que tendemos a descuidar a pesar de que sabemos que deben abordarse. Segundo, psicológicamente hablando, la pandemia tiene una ventaja: en tiempos "normales", cuando estamos desesperados o en crisis o en pleno ataque de ansiedad, estamos bastante solos. El resto continúa con sus vidas y sin importar lo bienintencionado que sea, será muy difícil para el resto entender a la persona que está en crisis. Pero esto cambió durante la pandemia: de repente, muchísimas personas pasan por lo mismo. Están ansiosas, se sienten inseguras y aisladas. Pero, ¿lo están realmente? Estamos todos juntos en esto y no estamos tan solos ni aislados. Si miras a tu alrededor, verás a otras personas que afrontan lo mismo que, con suerte, serán un poco más consideradas cuando esta crisis haya terminado, serán más tolerantes y más amables con aquellos que se sienten solos o que sufren. Hacer frente a esta crisis juntos, con valentía, pero siendo vulnerables, quizá nos impulse a ser más humanos. Si cultivamos esta comprensión, habremos ganado algo enormemente valioso.
-Suena interesante, pero inasible…
-Además de nuestro crecimiento interior, hay muchas cosas que se pueden hacer para darle sentido a lo que vivimos durante esta crisis. Primero, cumple con tus deberes del día a día, como cocinar para la familia o los niños, pero hazlo con un poco más de mimo, de amor, de dedicación. Si tienes que hacerlo de todos modos, ¿por qué no transformarte por cómo lo haces? Lo sepamos o no, nuestra actitud interior irradia a nuestro mundo, literalmente. En realidad, todos lo sabemos: conocemos personas que irradian benevolencia y calidez y personas que irradian frialdad e indiferencia, aunque ambas hagan lo mismo.
-El plus en lo cotidiano…
-Permítame explicárselo: en el plano físico, todos los recursos son limitados, por lo que solo podemos dar lo que tenemos de antemano. Es decir, que si voy por la ciudad con 20 dólares y doy un dólar a 20 mendigos, me quedaré sin dinero. Esto es así, sea que reparta dinero, comida, ropa o lo que fuere. Pero no funciona así cuando se trata de la benevolencia, la amabilidad, la calidez. Si soy amigable con 20 personas, no me quedaré sin benevolencia o bondad. Al contrario, pondré en marcha reacciones de bondad en cadena. ¿Suena utópico? Sabemos por investigaciones que la bondad es "contagiosa". Una vez que el corazón se abre, es como si se hubiera encendido la luz. La vida cambia; son cambios de calidad. Imagínese lo que significa: en lugar de lamentar que haya tan poca bondad y benevolencia en el mundo, ¿por qué no simplemente empezar a transmitirlas? ¡Comencemos con las cosas pequeñas! En particular ahora que las personas se encuentran aisladas en sus hogares, el clima de este pequeño mundo depende de cada miembro de la familia. Depende de cómo reaccionamos en esta crisis y de transmitir amabilidad, buena voluntad y benevolencia. Al hacerlo, seremos excelentes modelos para nuestros hijos: aprenderán más de lo que hubieran aprendido en la escuela. Porque pase lo que pase, todavía tenemos la libertad para decidir cómo reaccionamos en tiempos de crisis. Si nuestros hijos se quedan con eso, tenemos motivos para esperar que el mundo pospandemia se encuentre con una generación que será capaz de reconstruir el planeta.
-¿Cómo tender puentes de diálogo y consenso en sociedades polarizadas?
-Recordando que detrás de cada queja, hay un valor, incluso si a veces está enterrado en palabras negativas. Si escuchamos con más atención, a menudo detrás de un reclamo yace un valor positivo: si alguien se queja de una atmósfera estresante en su oficina, en realidad expresa su anhelo por un lugar de trabajo pacífico y armonioso. Si alguien se queja del clima político y social actual, anhela una sociedad pacífica y justa. Si reconocemos esto, también reconoceremos las ideas y valores de esta persona y, a partir de ahí, será mucho más fácil entablar un diálogo productivo. De hecho, solo a partir de ese primer reconocimiento es posible entablar un diálogo y apaciguar la situación, generando un encuentro real entre personas. Lo mismo se aplica a los conflictos interpersonales: no diga solo lo que no le gusta, sino lo que espera y desea, y al mismo tiempo escuche entrelíneas, busque los ideales y valores de quienes se quejan. Porque si descubrimos la razón positiva que se esconde detrás de una oposición o rechazo, si ayudamos a las personas no solo a saber a favor de qué se están expresando, podemos rescatarlas de las fuerzas destructivas que las seducen al odio y la agresión. Funciona mucho mejor que simplemente luchar contra estos grupos. De hecho, luchar contra ellos solo los fortalece.
-¿Cuál es su mensaje directo a quienes afrontan serias dificultades, hoy?
-Que no se avergüencen, ni se escondan porque les resulte difícil afrontar la pandemia o la vida en general. Por primera vez, no están solos. Los pobres, los solitarios, los enfermos mentales, los deprimidos o quienes sufren trastornos de pánico y de ansiedad y están en una suerte de crisis permanente, ahora son entendidos. [Cambia el tono de voz] Este es mi mensaje a quienes están desesperados, deprimidos o que están viviendo vidas difíciles o solitarias: conozco tu dolor y tu tristeza. Te pido, te insto: por favor, pide ayuda. No te escondas. Muchos que hasta ahora no entendían tu dolor porque tenían pocos problemas, ahora ven tu sufrimiento de una manera diferente porque ellos también se ven afectados. Por eso, en vez esconder tu sufrimiento, comunícate. Estamos en esto juntos. Quizás nunca en la historia reciente los demás entendieron cómo te sientes como pueden entenderlo hoy. Aprovecha esta oportunidad única de pedir ayuda, de modo que también puedas mirar hacia atrás algún día y decir que, de la manera más paradójica, fue la crisis colectiva la que allanó el camino para tu consuelo, tu curación y tu crecimiento.
Redescubrir la comunidad en la vida comunitaria
-Dado que millones de argentinos deben permanecer en sus casas desde hace meses, ¿qué libros, películas, música u otra actividad les recomienda para distraerse o "aprovechar" el tiempo? ¿Qué hace usted en su tiempo libre?
-Con mi esposa compramos para nuestros hijos una gran cantidad de papel para dibujar, materiales de pintura y arcilla para que puedan ser creativos, jugar y descubrir nuevas técnicas artísticas. Resultó muy divertido, ¡y los mantuvo muy ocupados! A eso se sumaron necesidades simples, como la cocina, que convertimos en un proyecto familiar. Nos turnamos para cocinar (algo que rara vez sucedía en la vida "normal") y los niños se turnaron para probar nuevas recetas. Preparar y comer juntos une a la familia; esto ha sido así desde tiempos inmemoriales, pero en la actualidad habíamos perdido este tesoro de la vida comunitaria. Creo que en estos tiempos tenemos la oportunidad de redescubrir la comunidad de la vida cotidiana y la alegría de las pequeñas cosas. Y lo mismo ocurre con las personas que viven solas: ¿Cuándo es el momento de ser tu mejor amigo si no es ahora? En cuanto a las películas y los libros, siempre es bueno ver o leer cómo otros pasaron por problemas similares. Es bueno para el alma ver que no estás solo, que otros experimentaron lo mismo y sobrevivieron. Para aquellos afectados económicamente, por ejemplo, hay una película muy inspiradora llamada "Company Men", que cuenta la historia de un grupo de personas que perdieron sus trabajos porque ya no eran lo suficientemente "eficientes", y después de algunos años duros y sin éxito en el mercado laboral, durante los cuales sufrieron en su vida social, sus matrimonios y su confianza en sí mismos, se unieron y revivieron una empresa antigua y hermosa. Hay muchas películas de este tipo y, afortunadamente, hoy en día, hay listas temáticas sobre películas en Internet. Busquemos mensajes esperanzadores que sean al mismo tiempo realistas. Y añado dos puntos más: por pura distracción, leo historias de crímenes (¡Leí todas las excelentes historias de crímenes de Patricia Highsmith durante estos meses!), y confieso un placer culpable: ¡Comics! Leo toneladas de cómics, como Tintín y la escuela belga de Ligne Claire.
Biografía
- Nacido en 1971 en Austria, estudió la licenciatura en Filosofía y Psicología en la Universidad de Viena, donde también completó su maestría y su doctorado
- Profesor de Fundamentos Teóricos de Ciencias Cognitivas en la Universidad de Viena, también lidera la Cátedra Viktor Frankl de Filosofía y Psicología en el Principado de Liechtenstein y es profesor invitado de Psicología Existencial en Moscú desde 2011.
- Desde 2010 es director del Instituto Viktor Frankl en Viena, y dirige el instituto de Investigación de Psicología Teórica y Estudios Personalistas de la Universidad Pázmány en Budapest
- Autor de libros y textos especializados que se tradujeron a más de diez idiomas, fue el primer editor de la publicación de las obras completas de su maestro, Viktor Frankl, en 14 volúmenes; recibió múltiples reconocimientos y premios
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