Coronavirus. Ai Weiwei: "China debe asumir su responsabilidad por el encubrimiento"
Es muy duro con su país, China, pero también sacude a Occidente. Acusa a las autoridades de Pekín de censurar qué pasó en el epicentro del primer brote, Wuhan, hasta que fue demasiado tarde y el contagio se convirtió en una pandemia planetaria. Pero dice que en Occidente también se encubrió y se encubre la verdad. Es Ai Weiwei, es el referente más icónico de la disidencia china y siempre levanta polvareda.
"China debe asumir su responsabilidad por el encubrimiento inicial de la información", dice Ai a LA NACION desde Cambridge, donde se encuentra confinado. Sabe de lo que habla. Tras el terremoto de Sichuan de 2008, lideró una investigación ciudadana que reveló el ocultamiento de miles de muertos, y ahora tiene familiares y amigos en Wuhan, aunque nada sale de allí. La censura lo domina todo.
"Sin controlar la información y encubriendo la así llamada 'verdad', el Estado [chino] no puede funcionar", explica. Pero de inmediato desafía a quien quiera escucharlo. Añade que Pekín y Occidente protagonizan un juego hipócrita: ambos saben cómo actúa el otro, simulan enfrentarse -y de vez en cuando saltan las chispas-, pero la relación continúa e incluso florece. Con los mismos perjudicados de siempre, dice: los ciudadanos.
"Todos vamos a ser víctimas del ocultamiento de información", argumenta el artista vivo más importante de su país. Otra vez, sabe de lo que habla. Se enfrentó a Pekín, en 2011 pasó meses confinado en una pequeña celda y otros cuatro años bajo vigilancia estricta y sin pasaporte, hasta que en 2015 pudo salir de China. Recaló en Berlín y en 2019 se mudó al Reino Unido.
"China es un Estado autoritario y controlar la información es una táctica de supervivencia", dice, aunque otra vez extiende el argumento hacia el otro lado de la Gran Muralla. Recuerda lo ocurrido al fundador de WikiLeaks, Julian Assange, o a Edward Snowden y Chelsea Manning. Y les reprocha a Washington y Londres que no actuaron como deberían haber actuado. Si así lo hubieran hecho, argumenta quien hoy encabeza el ranking mundial de artistas que más visitantes atraen a los museos, "el impacto de esta pandemia no habría alcanzado este nivel".
-¿Cuál es la principal lección que extrajo hasta ahora de esta pandemia global?
-La lección más importante y obvia es la fragilidad de la vida misma. Es una lección obvia, pero ha sido olvidada o ignorada por demasiado tiempo. Con las avanzadas capacidades médicas actuales, los humanos tuvimos por cierto tiempo mucho menos de qué preocuparnos con respecto a enfermedades y malestares, cuando antes solían ocupar una parte enorme de la vida misma. Comprender la vida y la muerte implicaba en un tiempo una sabiduría crucial, pero gradualmente la hemos perdido. Ahora, la pandemia significó un shock, pero ha puesto a todas las sociedades, ricas o pobres, de clase alta o trabajadora, en la misma página, aunque la gente todavía no tiende a pensar de esa forma. Y los más desafortunados están siendo ignorados, aquellos que están en campos de refugiados o en regiones que carecen de una organización moderna o de cuidados médicos. Ahora, todos ellos son los más vulnerables a padecer grandes números de contagios y muertos.
-¿Qué le preocupa más de lo que afrontaremos cuando pase esta tormenta de alcance planetario? O dicho de otro modo, ¿qué vislumbra como posible escenario post-Covid-19?
-Si los seres humanos somos capaces de aprender alguna lección, debemos llegar a algún tipo de entendimiento universal sobre los muchos problemas esenciales que deben solucionarse antes de cualquier desarrollo económico acelerado. Necesitamos un sistema básico de alarma que imponga a todos los Estados contribuir a un flujo libre y transparente de información en asuntos de salud pública. El sistema de salud debe ser mejorado en muchos lugares, como Estados Unidos y Gran Bretaña, como así también en países más pobres. Es esencial establecer un acuerdo que priorice la vida más que el desarrollo económico o las ganancias. Eso beneficiaría a la humanidad y le permitiría desarrollarse de una manera mucho más preferible.
-Basado en su experiencia y en sus contactos, ¿cuán eficaz fue el gobierno chino en su intento de controlar el flujo de información? ¿Sabremos alguna vez qué pasó realmente en Wuhan, por ejemplo?
-Ciertamente, China debe asumir su responsabilidad por el encubrimiento inicial de la información que impidió su difusión durante las primeras semanas posteriores al brote inicial y contribuyó a que la pandemia se expandiera globalmente. Los números de muertos y contagios son impactantes y todavía aumentan cada día. Estos son datos ciertos. Y si esta realidad no se toma por válida, entonces nada más puede discutirse. Dicho eso, no estoy culpando a China. Cada sociedad tiene su propio carácter en términos de control y manejo de la información. La misma situación ocurre en Estados Unidos y el Reino Unido. Si tuvieran mejores sistemas de detección, el impacto de esta pandemia no habría alcanzado este nivel.
-Pero China...
-China es un Estado autoritario y controlar la información es una táctica de supervivencia. Sin controlar la información y encubriendo la así llamada "verdad", el Estado no puede funcionar y todos sabemos eso. Europa ha estado al tanto de esto desde el principio, pero pretende que no es así. Como China se encuentra en desventaja en muchas formas, eso resulta una ventaja para Occidente. Han obtenido una gran ventaja del patrón de control de China y seguirán buscando que continúe así. Tanto China como Occidente comprenden bien esto.
-¿Y cuál es la lección de todo esto?
-No sé cuánto se puede aprender de esto. Depende de la gente. Porque los infectados y los muertos son siempre personas de a pie y son ellos los que tienen que soportar el resultado.
-Pero ¿podría conllevar algún tipo de represalias contra Pekín?
-En Occidente también se encubrió la verdad. Un ejemplo claro es el de Julian Assange. Ha permanecido en custodia porque es un periodista que proveyó información que las grandes potencias querían mantener oculta. Chelsea Manning y Edward Snowden afrontan situaciones similares. Si esos casos pueden ocurrir frente al mundo sin que atraigan la atención y generen apoyo, entonces la conclusión es obvia. De algún modo, en algún lugar, todos vamos a ser víctimas del ocultamiento de información. Nunca pensaremos realmente que la sociedad es una sola, sino que está dividida. Una parte de nuestro cuerpo está dañado y eso afectará a todos los demás órganos del cuerpo.
-En un diálogo reciente con la CNN, usted planteó que "China nunca aprenderá" de lo ocurrido. ¿Teme que una situación como esta pandemia pueda ocurrir otra vez?
-La sociedad solo aprende de sus errores. Nuestra inteligencia se basa en cuán rápido y cuán bien aprendemos del pasado y cuánto nos permite anticipar el futuro. Con este desarrollo extremo del capitalismo, realmente dudo que la cultura corporativa como sabiduría colectiva funcione en aras del bienestar de la humanidad, más que para una ganancia inmediata de las empresas. El verdadero peligro pasa por cómo nuestras sociedades, con este crecimiento vertiginoso, han sido secuestradas por los intereses privados y las ambiciones de las corporaciones. ¿Cuán bien puede todavía desenvolverse el gobierno y tener algún sentido de independencia en vez de actuar como representante de esos poderes?
La disidencia, en el ADN
- Nacido en 1957, Ai Weiwei es hijo de otro artista disidente, el prestigioso poeta Ai Qing, que fue enviado junto a su familia a una granja entre 1958 y 1975. Al retornar a Pekín, Ai Weiwei ingresó en la Academia de Cine y en 1981 emigró a Estados Unidos
- Tras volver a su país en 1993, Ai Weiwei se convirtió en un referente de la vanguardia artística y en 2008 llegó su masiva difusión internacional con el diseño del estadio "El nido de Pájaro" para los Juegos Olímpicos de Pekín
- Tras el terremoto de Sichuan en 2008, lideró una investigación ciudadana sobre lo ocurrido y dos años después presentó una de sus creaciones más poderosas, Remembering, para la cual utilizó 9000 mochilas en alusión a los estudiantes que murieron en aquella catástrofe y que ocultaron las autoridades
- En 2011, el régimen comunista lo acusó de evasión tributaria y pasó casi tres meses en una celda, lo que fue interpretado como un castigo por su activismo; al salir, le confiscaron su pasaporte y lo sometieron a vigilancia durante años
- Por presión de la comunidad internacional, en 2015 pudo emigrar a Berlín; cuatro años después se mudó a Cambridge, desde donde trabaja para todo el mundo. Su último proyecto es para el Teatro dell’Opera de Roma
Un buen momento para pensar e investigar
–Dado que los argentinos están forzados a permanecer en sus casas debido a la cuarentena y su terrible experiencia, encarcelado durante meses, ¿qué les sugeriría que hagan? ¿Leer libros, ver películas, escuchar música? ¿Qué está usted haciendo en su escaso tiempo libre?
–Deberíamos acostumbrarnos a estar solos y separados de la sociedad. No hay nada malo en eso, con la excepción de que nuestra economía y nuestros métodos de trabajo no funcionan tan bien de ese modo. Pero este no es un mal momento para pensar, estudiar e investigar de manera independiente. Personalmente, en estos momentos estoy haciendo muchas cosas. Aprecio la posibilidad de tener una pausa en mi ocupada agenda y pasar más tiempo con los míos y disfrutar de una vida normal incluso en estas no tan normales circunstancias. No puedo ir de compras, pero puedo dar un paseo por el campo. Hay menos tráfico, el aire está más limpio y la gente está mucho más amigable desde que todos compartimos el mismo miedo. La conciencia de nuestra independencia en relación con la sociedad es hoy mucho mayor. Eso es valioso.
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