Biden pide a los demócratas “resultados” luego del mazazo republicano en Virginia político en su primer gran test electoral
El republicano Glenn Youngkin se impuso en la elección para gobernador de Virginia, un estado que el presidente norteamericano había ganado por más de 10 puntos el año anterior
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WASHINGTON.- Virginia es uno de los termostatos políticos de Estados Unidos. En 2019, en plena presidencia de Donald Trump, los demócratas, que ya habían recuperado antes la gobernación, capturaron el control de la Legislatura por primera vez en la historia en una elección local que electrificó al partido, y mostró su poder de convocatoria en los suburbios, una capa de votos crucial en la política norteamericana. Un año después, Joe Biden le ganó a Trump por más de 10 puntos. Anoche, Virginia desató un pequeño terremoto político en el país y le tiró un baldazo de agua fría a la Casa Blanca al elegir como futuro gobernador al republicano Glenn Youngkin, un novato de la política.
Con aroma a épica y sorpresa, el triunfo republicano en Virginia, un estado que los demócratas ya casi consideraban propio, fue el resultado más significativo de un puñado de elecciones locales que revitalizaron al Partido Republicano y le propinaron un duro golpe al oficialismo. Urgido, Biden le exigió “resultados” al Congreso, que mantiene su agenda legislativa en el limbo.
“La gente quiere que hagamos las cosas”, dijo Biden, al hablar de los resultados electorales en un ida y vuelta con periodistas en la Casa Blanca tras un discurso. “La gente necesita un poco de espacio para respirar, está abrumada. Necesitamos producir resultados para que puedan cambiar su nivel de vida y darles un poco más de espacio para respirar”, insistió.
Youngkin, un ejecutivo millonario de 54 años que centró su campaña en la educación y los impuestos y el cara a cara con los votantes, derrotó por un estrecho margen al demócrata Terry McAuliffe, una figura histórica del partido, que ya había gobernado Virginia entre 2014 y 2018. Los demócratas habían puesto todo para ganar la elección: Barack Obama, Biden y Kamala Harris hicieron campaña con McAuliffe, quien hasta hace unas semanas iba primero en las encuestas.
“Lo que pase en Virginia determinará en gran parte lo que pasará en 2022, 2024 y después”, había dicho el viernes la vicepresidenta, Kamala Harris, en un acto de campaña en Norfolk.
El triunfo de Youngkin, sumado una victoria demócrata muy estrecha en Nueva Jersey develó las vulnerabilidades actuales del Partido Demócrata, que dominó cómodo todas las elecciones en el país durante la presidencia de Trump, una figura irritante para los progresistas, quienes salieron en masa a votar en su contra en 2018 y 2020. Ahora, con Trump relegado de momento a un segundo plano –Youngkin recibió su apoyo, pero su campaña mantuvo lejos al magnate–, los republicanos aparecen energizados por su fuerte rechazo a Biden, a quien ven como una figura débil que está empujando al país hacia el “socialismo”.
La persistencia de la pandemia del coronavirus, un aumento del empleo que ha tenido disparidades, y la inflación –el precio de la nafta se ha disparado– han opacado la reactivación de la economía, que, pese a todo, parece gozar de buena salud y mantiene buenas perspectivas.
Los republicanos rápidamente buscaron nacionalizar sus triunfos en elecciones locales e instalar un mensaje: el país rechazó “la agenda socialista”, la expansión del gasto público y las “ideas radicales” de los demócratas.
“Esta toma social radical es lo último que los estadounidenses necesitan, y lo último que los estadounidenses quieren. Los votantes de Estados Unidos les dieron a nuestros colegas un adelanto de ese hecho anoche”, dijo en el piso del Senado el líder republicano de la Cámara alta, Mitch McConnell, un viejo zorro político de la misma generación de Biden.
Para la Casa Blanca, la victoria de Youngkin fue un fuerte llamado de atención sobre la urgencia de avanzar la agenda doméstica de Biden, trababa en el Congreso por las peleas entre progresistas y moderados. Biden se topó con la victoria de Youngkin a su regreso de su gira por Europa. Antes de partir, el mandatario había arengado a la tropa demócrata en el Capitolio a aprobar los dos proyectos de ley que están varados, su plan de infraestructura por un billón de dólares y su paquete de reformas sociales por 1,75 billón de dólares.
Biden había urgido a los demócratas en el Congreso a que aprobaran su agenda legislativa, dejando en claro que, a su juicio, el futuro de su presidencia y el del partido estaban atados a la firma de los dos proyectos de ley. Pero los demócratas quedaron atrapados por sus propias internas. El senador Joe Manchin de West Viriginia puso en duda su respaldo al plan de ampliación del gasto público, al afirmar que creía que costaría más de lo que proyectaba la Casa Blanca. Y los progresistas en la Cámara de Presentantes insistieron esta mañana en sumar más programas, al agregar cuatro semanas de licencia por paternidad, una reforma que Biden sacó de su plan para ajustarlo a los deseos de Manchin.
La Casa Blanca dejó en claro ahora que espera que el cachetazo electoral que sufrieron los demócratas active a los legisladores en el Congreso para responder a lo que ven como una clara frustración de los votantes por la demora en el cumplimiento de las promesas de campaña.
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