Contraste: Joe Biden ataca el legado de Donald Trump y acelera el giro en EE.UU.
WASHINGTON.- Los primeros días de la presidencia de Joe Biden tuvieron algo en común con el inicio del gobierno de Donald Trump: ambos repudiaron el legado de su antecesor con una pila de decretos. Las similitudes se terminan ahí. La llegada del líder demócrata a la Casa Blanca abrió un cambio de época en Estados Unidos, un retorno a un estilo de gobierno tradicional –que muchos describen como un regreso a una "normalidad"– luego de cuatro años de trumpismo.
El giro que comenzó a imprimir la administración de Biden en el gobierno federal de Estados Unidos abarca desde retoques superficiales, como la remodelación del Salón Oval –algo que ocurre siempre con la llegada de un nuevo mandatario a la residencia oficial– o el rediseño del logo y la página web de la Casa Blanca, hasta cambios mucho más profundos en el rumbo del país, el mensaje que se escucha desde el atril presidencial y la relación con el mundo.
Los primeros días de la gestión de Biden ofrecieron un primer vistazo sobre el camino que intentará recorrer el nuevo gobierno para "reconstruir mejor" la primera potencia global doblegada por múltiples crisis luego de la gestión caótica y rupturista de Trump, que dejó al país más dividido, con menos confianza en sus instituciones y con su reputación global deshilachada. Estas son algunas de las diferencias.
1. Múltiples crisis
Cuando Trump llegó a la Casa Blanca, la economía crecía, el desempleo caía, y los salarios y los ingresos de la gente mejoraban. Estados Unidos recorría a paso firme una larga era de prosperidad, que se estiró hasta la llegada de la pandemia. Pero poco después de asumir la presidencia Trump se quejó de que había heredado un "desastre", dentro y fuera de las fronteras del país. "Para ser honestos, heredé un desastre, ¡un desastre! Dentro y fuera del país. ¡Un desastre!", dijo en su primera conferencia de prensa.
A diferencia de Trump, Biden heredó una pandemia que ya dejó más de 400.000 muertos y una economía herida. Sus desafíos han sido equiparados a los de Franklin Delano Roosevelt y la Gran Depresión. Trump nunca implementó una estrategia nacional para afrontar la crisis de salud, un déficit que el gobierno pretende subsanar, y si bien logró acelerar el desarrollo y la producción de las vacunas contra el virus, el equipo de Biden se quejó de que el plan de vacunación es prácticamente inexistente, y deberán arrancar de cero.
2. Retorno al mundo
Trump llevó a la Casa Blanca una agenda nacionalista, resumida en su lema "Estados Unidos primero". A lo largo de su presidencia, Trump les dio la espalda a acuerdos y organismos multilaterales. Una de las medidas más emblemáticas de su presidencia fue su decisión de sacar a Estados Unidos del Acuerdo Climático de París, la principal herramienta global para combatir el cambio climático. También dio el portazo en la Organización Mundial de la Salud (OMS), molesto por la manera en la cual el organismo enfrentó la pandemia del coronavirus.
Con apenas un puñado de firmas en sus primeros días, Biden imprimió un giro globalista. Reincorporó a Estados Unidos al Acuerdo de París, anuló la salida de la OMS y le puso punto final a la construcción del muro en la frontera con México, antesala de una nueva política migratoria. El nuevo presidente prometió reparar las relaciones con los aliados históricos y ser más duro con Rusia, rival tradicional de Washington. "Estados Unidos está de regreso, y tenemos grandes expectativas", dijo esta semana la vicepresidenta de la Comisión Europea, Vera Jourrova.
3. El cambio climático, en agenda
Durante cuatro años, el cambio climático fue un tema inexistente en la agenda de la Casa Blanca. Las únicas referencias de Trump a la crisis global fueron para mofarse de la gravedad del calentamiento global cada vez que había una tormenta de nieve. Además de darle la espalda al Acuerdo de París, Trump desbarató el andamiaje regulatorio que el gobierno de Barack Obama había montado desde el gobierno federal para proteger el medio ambiente y amplió las áreas de perforación para los combustibles fósiles.
Biden puso a la lucha contra el cambio climático al tope de su agenda. Su plan para "reconstruir mejor" a Estados Unidos busca abrir el camino a una economía verde, y algunas de sus primeras medidas, como el regreso al Acuerdo de París o la decisión de reimponer una veda para las perforaciones en el Ártico, que Trump había habilitado, marcan uno de los cambios de política más profundos en el gobierno de Estados Unidos, el segundo emisor de gases que fomentan el efecto invernadero, detrás de China.
4. Nuevo vínculo con la prensa
Un día después de la asunción de Trump, Sean Spicer, su primer secretario de prensa, se paró por primera vez detrás del atril de la sala de prensa. Ofuscado, se quejó de la cobertura en los medios sobre la audiencia en la jura de Trump, más chica que la de Obama ocho años antes. "Fue la mayor audiencia que jamás atestiguó una asunción, ¡punto! En personas y alrededor del mundo", dijo Spicer, que prometió que el gobierno responsabilizaría a los periodistas por su cobertura. Se fue sin responder preguntas. El término fake news (noticias falsas) se escuchó casi a diario en la Casa Blanca.
Unas horas después de la asunción de Biden, Jen Psaki, su flamante secretaria de prensa, brindó su primera conferencia en la misma sala de prensa. Psaki, quien fue vocera del Departamento de Estado y directora de Comunicaciones de la Casa Blanca durante la presidencia de Obama, habló de la intención de traer "verdad y transparencia" a la sala de prensa.
"Tengo un profundo respeto por el papel de una prensa libre e independiente en nuestra democracia, y por el papel que todos ustedes desempeñan", les dijo a los periodistas. Respondió preguntas durante 30 minutos antes de irse.
5. Relato vs. realidad
La primera controversia de la presidencia de Trump –la cantidad de público que presenció su jura– llevó a Kellyanne Conway, exconsejera del republicano, a acuñar un término en los primeros días de esa administración que fue premonitorio: "datos alternativos". Desde el inicio del gobierno, día a día, Trump y sus asesores –apoyados por un sector de la prensa conservadora– construyeron un relato que le dio vida a un universo paralelo, antagónico a la realidad. La gravedad y la crudeza de la pandemia del coronavirus, a la que Trump siempre minimizó, expusieron, más que cualquier otro hecho de su presidencia, el enorme contraste entre el mensaje oficial y la verdad.
Biden dijo esta semana que la pandemia empeorará antes de mejorar, que es probable que el país supere las 600.000 muertes, y reconoció la crisis de hambre que vive el país por la crisis de salud. "Hay verdad y hay mentiras", afirmó Biden en su discurso inaugural. "Mentiras contadas por poder y por ganancias. Y cada uno de nosotros tiene un deber y una responsabilidad –remarcó–, como ciudadanos, como estadounidenses, y especialmente como líderes, líderes que se han comprometido a honrar nuestra constitución y proteger a nuestra nación, a defender la verdad y derrotar las mentiras".
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